El Presidente repite “los derechos humanos están garantizados” mientras desmantela, coopta, estanca, a las instituciones que deben garantizar su respeto. El discurso triunfalista choca con la realidad. El gobierno exige perdón por el pasado mientras se abusa del pueblo en el presente. La justicia funciona a medias, es selectiva y está reducida a meros símbolos.

Así comienza el informe de la organización Artículo 19 que se publicó el 23 de marzo y tanto ha molestado al obradorismo. Artículo 19 ha salvado la vida a periodistas en México, ha sido crítica de gobiernos y partidos distintos, ha transparentado su financiamiento y acopió, cuando el gobierno no lo hizo, datos vitales de los ataques a la prensa en el país.

Como los feminicidios , la corrupción , la violencia, Artículo 19 no se inventó en este gobierno. No existe para “golpear” al señor presidente. Por eso vale la pena detenerse en su informe, un documento crudo, que desmantela la visión de protector del pueblo que el presidente tiene de sí mismo. El reporte dibuja a Andrés Manuel López Obrador como uno más en la lista de los presidentes mexicanos, que se embeben con la retórica de la defensa de los derechos humanos mientras su gobierno los viola, sistemática e impunemente.

Veamos datos centrales del informe. En el segundo año del obradorismo, hubo en México 692 agresiones a periodistas; una cada 13 horas. La mitad provinieron de agentes del Estado. Tres de cada 10 fueron ataques digitales. Mientras esto sucedía, el presidente dirigía cada mañana una conferencia matutina, que ven en redes sociales diariamente unas 641 mil personas en promedio. Estas conferencias fijan la agenda pública y profundizan la polarización. “Se moraliza desde la tribuna y se le convierte en púlpito”, dice Artículo 19. Allí el Presidente pronunció 40 mil 502 afirmaciones falsas o engañosas. El 55% de lo que dijo era mentira total o parcialmente.

En los dos años del obradorismo, asesinaron en México a 17 periodistas; seis de ellos en 2020. De esos, cuatro habían recibido amenazas y tres tenían alguna medida de protección. Al mismo tiempo, el gobierno eliminaba el fideicomiso que ampara el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, del que son beneficiarias 1,262 personas. Junto a otros 108 fideicomisos, se les desapareció con el pretexto de la austeridad. En simultáneo, aumentó en 1,000% el presupuesto para el Ejército y los militares acumularon otros 237 expedientes de quejas por violaciones a derechos humanos. El 98% de los crímenes contra periodistas continúan sin sentencia, el 99% de las averiguaciones no son consignadas y el 98% de las denuncias no se judicializan.

Estos son los periodistas asesinados desde diciembre de 2018: Alejandro Márquez , Orión Informativo; Rafael Murúa , RadioKashana; Samir Flores , Radio Amiltzinko; Santiago Barroso , Noticias Red 653; Telésforo Santiago , Estéreo El Cafetal; Francisco Romero , Ocurrió Aquí; Norma Sarabia , Semanario Chontalpa; Rogelio Barragán , Guerrero al Instante; Jorge Celestino Ruiz , El Gráfico de Xalapa; Edgar Nava , La Verdad de Zihuatanejo; Nevith Condés , El Observatorio del Sur; María Elena Ferral , Diario de Xalapa y portal Quinto Poder; Jorge Miguel Armenta , Medios Obson; Pablo Morrugarés , PM Noticias; Julio Valdivia , El Mundo de Córdoba; Israel Vázquez , El Salmantino, y Jaime Daniel Castaño , PrensaLibreMX.

Recomiendo para el caso de Rafael Murúa el informe “Ya nadie publica eso”, también de Artículo 19, y el maravilloso podcast “Voces Silenciadas”, de la organización Defensores de la Democracia, para el caso de Nevith Condés. Más allá de estos pocos esfuerzos porque sus muertes pasen de la nota roja, ¿reconoce usted sus nombres, los medios donde laboraban? ¿Le parecen un ejemplo de la prensa “privilegiada, conservadora”, a la que tanto tiempo dedica el Presidente?

El informe de Artículo 19 discierne los discursos y los ejemplos concretos. Por eso debe importarnos que existan estos ejercicios de democracia , que pasan por revisar al poder, confrontarlo, contrastarlo con lo que pasa fuera de los alegres eslóganes gubernamentales, de las visiones presidenciales donde lo malo sucedió, siempre, en el pasado.