Por el concepto tecnología de la liberación se entiende “cualquier forma de tecnología de la información y la comunicación que pueda ampliar la libertad política, social y económica”. Este fue un término acuñado y definido en 2010 por el académico norteamericano Larry Diamond, especialista en teoría de la democracia, mediante la publicación de un artículo bajo este título en el reconocido Journal of Democracy.*

El postulado principal de esta teoría es la enorme capacidad  que tienen el Internet y otras formas de tecnología de la liberación (como los teléfonos móviles, la computadora, los mensajes de texto, las aplicaciones de redes sociales y plataformas de videos) para empoderar a las personas, facilitar la comunicación y la movilización y así fortalecer a las mayorías.

En su artículo, el académico de la Universidad de Stanford sustenta su premisa mediante la exposición de casos ocurridos, entre otros, en Malasia, Filipinas, Líbano, Egipto e Irán, en los cuales el uso de tecnologías de la liberación fue estratégico para la organización y la movilización del pueblo en contra de sus opresores.

Desconozco si con su similitud fonética, Diamond intentó hacer una analogía con la “teología de la liberación”, corriente teológica cristiana que impulsa la lucha contra la pobreza y el subdesarrollo, así como la superación de las causas estructurales de la injusticia social.** No obstante, su comparación se vuelve inevitable.

La teología de la liberación plantea que para ser libres se requiere una concientización sobre la realidad socioeconómica, así como la urgencia de erradicar la explotación, la falta de oportunidades y las injusticias. Por su parte, el acceso a las telecomunicaciones es por sí mismo una actividad liberadora, pues integra a la población a la sociedad de la información y el conocimiento.

Es decir, gracias al uso de los servicios de telecomunicaciones, las personas fortalecen sus derechos de libertad de expresión, de libre manifestación de las ideas, de acceso a la información y también se habilitan otros derechos como el acceso a la educación, la salud y el empleo.

En México, en los últimos cinco años, se ha realizado un despliegue sin precedentes en infraestructura de telecomunicaciones, que ha expandido la cobertura a miles de comunidades que históricamente se les había dejado atrás. Durante este periodo se han construido más de 10 mil torres, la red nacional de fibra óptica se ha expandido miles de kilómetros, y hoy existen más de 91 mil puntos de Internet gratuito alrededor del país.***

Estas inversiones del Estado mexicano para llevar conectividad a las comunidades más alejadas y por tanto cerrar la brecha de cobertura también se encuentran acompañadas por acciones para combatir otra importante brecha: la de asequibilidad, que se refiere a la capacidad de las personas para pagar por los servicios de telecomunicaciones.***

Ahora que México tiene una infraestructura renovada y ampliada que comprende un avance de 95% de cobertura poblacional, es importante que todas y todos los mexicanos que así lo deseen accedan a esta red al precio más económico.

La marca “Internet para el Bienestar” es la estrategia para lograr lo anterior y cerrar la brecha de asequibilidad. Esta iniciativa fue lanzada el pasado mes de diciembre y es liderada por el Organismo Promotor de Inversiones en Telecomunicaciones (Promtel), la cual, a través de diversos operadores móviles virtuales, provee servicios de telefonía e Internet 4.5G a los precios más bajos del mercado.

No hay que perder de vista el punto central: para cerrar la brecha digital en México hay que combatir la desigualdad y la pobreza. La brecha de asequibilidad afecta a los que menos ingresos tienen; la falta de señal no es otra cosa que ausencia de infraestructura en las zonas que se habían excluido del desarrollo.

Por estos motivos, los esfuerzos por reducir las brechas de cobertura y de asequibilidad son medidas estratégicas de la presente administración para combatir las desigualdades e injusticias históricas y dar pasos adelante en el crucial objetivo de la inclusión digital. Con estas acciones se está logrando llevar servicios de telecomunicaciones a los lugares más remotos del país como nunca antes en la historia.

Conectar a los olvidados, llevar cobertura a las comunidades más alejadas y ofrecer Internet y telefonía móvil a precios más accesibles es esencial para el desarrollo económico y social de la nación: una auténtica política de bienestar. La conectividad abre la puerta para todas y todos a la verdadera democracia… porque conectar, en el fondo, significa liberar.

*Larry Diamond (2010). Liberation Technology. July 2010, Volume 21, Number 3, Journal Of Democracy. National Endowment for Democracy and The Johns Hopkins University Press. Recuperado de:

**Enrique Dussel (1995). Teología de la Liberación. Un panorama de su desarrollo. Potrerillos Editores. Recuperado de:

*** CFE Internet y Telecomunicaciones para Todos (s.f.). Recuperado el 24 de febrero, 2024, de

****Unión Internacional de Telecomunicaciones (s.f.). Asequibilidad. Recuperado el 24 de febrero, 2024, de

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