Sentimos un enorme orgullo por ser mexicanos, y si viajando fuera del país escuchamos el Cielito Lindo, nuestros ojos se iluminan y una sensación de hormigueo recorre todo nuestro cuerpo que explota de emoción. Es el sentimiento de identidad, de pertenencia, de sabernos parte de algo más grande que nosotros: la colectividad unida por las tradiciones, la historia, la cultura, nuestra forma de pensar y de sentir.

Al ser miembros de una comunidad política delimitada por un territorio, los conceptos de ciudadanía e identidad se entremezclan de forma íntima y es así como surge esa potente sensación de orgullo que sentimos por haber nacido en nuestras ciudades, en nuestros estados y en nuestro país.

Sin embargo, con el avance de la tecnología y la expansión del uso del internet y el teléfono móvil, los conceptos de identidad y ciudadanía han trascendido los límites territoriales: hoy también somos ciudadanos globales y digitales. Nos informamos y opinamos de lo que ocurre tanto en nuestras ciudades como alrededor del mundo. Vivimos en una sociedad hiperconectada en la que nos comunicamos, trabajamos, aprendemos, consumimos y nos expresamos como pobladores de la aldea global digital.

En nuestra sociedad, para poder desarrollarnos con seguridad y convivir de forma positiva, es necesario que seamos buenos ciudadanos, lo que implica que desde pequeños aprendemos una serie de normas de comportamiento a las cuales nos sujetamos. De la misma manera, si queremos interactuar en el mundo digital de forma segura y en sana convivencia, es imprescindible que adquiramos un conjunto de conocimientos para lograr convertirnos en buenos ciudadanos digitales.

Para estar seguros en el mundo digital, resulta indispensable aprender a proteger nuestros datos personales, evitar la publicidad no deseada y a implementar medidas de ciberseguridad. Por otra parte, para fomentar una sana convivencia, es necesario no contribuir a la desinformación mediante la difusión de noticias falsas y luchar contra la violencia digital.

Nuestros datos personales representan un tesoro para las compañías, pues con estos se elaboran nuestros perfiles como consumidores y se diseñan estrategias comerciales. Para prevenir el mal uso de los mismos, debemos de comprender la importancia de leer el aviso de privacidad de las empresas en el momento de compartir nuestros datos personales, pues a través de éste les otorgamos el consentimiento para su tratamiento. Además, es importante conocer y ejercer nuestros derechos ARCO (acceso, rectificación, cancelación y oposición) para saber cómo se están usando nuestros datos.*

En el mundo físico, los vendedores tocan a la puerta de nuestros hogares para intentar vendernos sus productos; en el mundo digital, recibimos llamadas telefónicas por parte de las compañías. En ese sentido, para proteger nuestra privacidad y no ser acosados en nuestros teléfonos, es importante conocer que la PROFECO cuenta con un Registro Público para Evitar Publicidad (REPEP), en el cual basta registrar nuestro número telefónico para dejar de recibir llamadas con fines publicitarios.**

Para prevenir el robo de identidad y el fraude cibernético, es necesario poner en práctica medidas de ciberseguridad, tales como implementar la verificación de dos pasos, evitar abrir correos o mensajes con contenidos sospechosos, tener instalado el antivirus, navegar en sitios confiables y desactivar la apertura automática de enlaces.

En el mundo real, la generación y propagación de chismes no contribuye a la sana convivencia; lo mismo ocurre en el mundo digital con las noticias falsas. Por esta razón, para evitar que seamos engañados y prevenir desinformar a los demás, es necesario cuestionar de forma permanente todas las fuentes de lo que leemos en la web (incluyendo aquellas que confirman nuestras opiniones), realizar búsquedas de confirmación de datos, revisar las fechas de publicación, comprobar links, sitios web y evitar compartir cualquier contenido de origen dudoso.

De importancia fundamental para una convivencia sana y segura en el mundo digital es el conocimiento de la “Ley Olimpia”, la cual busca sancionar la violencia digital y el delito de violación a la intimidad sexual. Ésta se presenta con la divulgación de contenido íntimo de una persona sin su consentimiento y se sanciona con una pena de tres a seis años de prisión.***

El aprendizaje de estas habilidades conforma un conjunto de conocimientos mínimos que nos ponen en el camino correcto para la construcción de una ciudadanía digital responsable, crítica, segura y competente. Por esta razón, hoy más que nunca resulta indispensable crear una gran alianza entre el gobierno, la industria de las telecomunicaciones, las empresas de comercio electrónico, las instituciones educativas y la sociedad, a fin de fomentar el desarrollo de una ciudadanía digital responsable.

Los servicios de telecomunicaciones han intensificado y expandido la unión entre el ser físico y el ser digital. Hoy nuestra identidad digital se convierte en parte esencial de nuestras relaciones sociales y la forma en que nos desenvolvemos en la vida. Por eso, para lograr una convivencia sana y segura en el siglo XXI, no basta con ser buenos ciudadanos… es necesario también convertirnos en buenos ciudadanos digitales.

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