El mundo registró hasta ayer domingo más de 166 mil casos de contagio y cerca de 6500 decesos en 141 países.

En China, origen del COVID-19, se llegó a una cifra trágica cercana a 81 mil casos para 3 mil decesos; sin embargo, la estrategia de “distanciamiento social contribuyó en 10 días después de un radical confinamiento y contención del brote, a la disminución de nuevos casos” (Wong Chew, Infectóloga pediatra, UNAM).

El ciclo internacional de medidas extremas es evidente, además de la generalizada suspensión o limitación de vuelos y traslados de larga distancia: Italia representa el país con mayor mortalidad y ha decretado aislamiento social en todo el territorio; España, con la esposa del Primer Ministro Pedro Sánchez quien dio positivo a la prueba COVID-19, transita por la vía italiana y ha declarado un receso nacional de 15 días.

Francia por su parte enfrenta la circulación activa del virus en todo el país y ha cerrado sus restaurantes, bares, discotecas, museos y cines, medida que se extiende este lunes a escuelas, universidades y tribunales; Alemania e Israel suspenderán actividades en su sistema educativo, mientras Grecia impone un minimo 10 metros de distancia en sus ciudadanos en supermercados; Israel considera ensayar medidas tecnológicas anti terroristas y Turquía ha puesto en cuarentena miles de peregrinos que regresaban de Arabia Saudita por una prueba que dio positivo en uno de ellos.

En Estados Unidos, con más de 2 mil casos positivos, el estado de emergencia nacional registra cerca de 50 decesos. El Presidente Trump ha ordenado fondos federales superiores a los 50 mil millones de dólares para quienes tienen problemas de cobertura de salud y que logren minorías nacionales licencias remuneradas por enfermedad.

México

El Presidente AMLO demuestra su optimismo y mira la rueda de su fortuna política como el molino de los vientos desde el que este fenómeno nos podrá ver transitar sin mayor daño al país. Resulta sensato el cuidado de su salud, el diferendo de giras en tanto implican el contacto popular e indiscriminado, por ahora no recomendables.

Dado que se debe gestionar una crisis de niveles impredecibles, la comunicación al día, al momento, desde el gobierno federal, los gobiernos estatales y municipales, debe ser activa, sinérgica, estrecha con sus gobernados, previendo la diferenciación de sus efectos y significados en las urbes, comunidades y audiencias: en localidades apartadas cunde la desinformación en tanto en las ciudades, permea la expectación, las compras de pánico y la preocupación de las familias.

En tanto la UNAM está adoptando una estrategia gradualista de contención y prevención, ha resultado prudente aunque no sabemos si tardío que el Secretario de Educación Pública y las universidades privadas representativas más importantes del país, impulsen la suspensión de clases y modifiquen el calendario escolar. El centro es que los más jóvenes y comunidades universitarias, a quienes se puede infectar sin mostrar síntomas, eviten propagar el virus y no se sobrecarguen la infraestructura hospitalaria del país.

Una ética de solidaridad entre el sistema educativo, universitario con el de salud es esperable. Como lo es también un tema de ética de responsabilidad cívica saberse proteger, proteger a los suyos y contribuir a proteger a los demás: gestos cotidianos de auto cuidado, de no contacto, de higiene permanente, de solidaridad, de apoyo al personal paramédico y profesionales médicos, de enfermería y trabajo social.

Es vital ofrecer comunicación pública asertiva con los síntomas del padecimiento, incentivar la presencia de laboratorios móviles y comunitarios y clínicas prestas a consulta y test para hacer la prueba, identificar casos reales que permitan llegar a ciclos de expansión y redes personales sin detectarse que puedan representar contagio, hasta que se presentan síntomas extremos y la muerte.

Es clave garantizar con el empresariado coberturas del 100% de empleo a corto plazo, inyectar liquidez a proyectos cuyos empleos afectan a segmentos más vulnerables.

El momentum epidémico/ pandémico

Resulta que el brote aparece de repente, creando pánico y así, en su origen, las autoridades de Pekín, debieron aislar Wuhan y las primeras 15 ciudades.

El estado de Washington fue para Pueyo, el Wuhan de Estados Unidos. El número de casos creció exponencialmente. Actualmente son 140. Pero algo curioso ocurrió. La tasa de mortalidad era altísima. En algún momento el estado tuvo 3 casos y 1 muerte. Resultó que el virus había estado expandiéndose sin ser detectado durante semanas. No es que hubiera solo tres casos. Es que las autoridades sólo tenían conocimiento de tres casos, donde cada uno resultó en fallecimiento porque cuánto más serios los síntomas, más posibilidad de recibir el test. Ese es el problema, saber de casos oficiales, sin saber los reales. (Pueyo, Thomas, Coronavirus: Why You Act Now https://medium.com/@tomaspueyo/coronavirus-act-today-or-people-will-die-f4d3d9cd99ca)

Del distanciamiento social a nuevas fracturas sociales

La ahora pandemia global recrudece condiciones de fragilidades sociales inherentes a las personas, colectivos y familias que de por sí estaban postradas afrontando sus penurias y apremios y ahora con otro desafío a su capacidad de sobrevivencia.

A la miseria, pobreza, violencia que se padecen, esta pandemia agrega una nueva capa de angustia y pánico en quienes, desde segmentos vulnerables, pobres, trabajadores y clases medias, por laborar en restaurant, el apoyo logístico en el transporte público y aéreo, ser madre y padre soltero en empleos precarios y eventuales, trabajos parados de golpe en cientos de miles de empresas micro y pequeñas que van al día o que acaban de crearse en los últimos años, todo ello contrae niñez expuesta a mayores carencias en sus necesidades básicas en alimento y nutrición, así como población joven y adulta mayor que puede enfrentar aislamiento, olvido y carencia de cuidados básicos.

Si bien la pandemia expone a todos, individualmente no se puede responder con la misma tranquilidad. Las familias sin agobios económicos y élites tienen oportunidades privilegiadas, pueden elegir su mejor capa de protección, su esfera de mayor invulnerabilidad personal y familiar: espacios, tratamientos médicos, nivel de aislamiento y sistema privado de inmunidad.

Por ello como nunca, esta pandemia actualiza la necesidad de una deliberación pública de los proyectos de nación, de la capacidad de re diseñar al menos cuatro sistemas públicos centrales: de redistribución fiscal, de salud pública, laboral, de pensión y protección social.

La dimensión de protección social, porque el papel del Estado de bienestar, como en la crisis mundial de 1929, debe ser revalorado, sobre todo porque la crisis pandémica global contrae una abrupta, generalizada e indiscriminada suspensión de actividades, proyectos y fuentes de financiamiento, empleo, inversión e ingresos.

Esto nos lleva a repensar la necesidad de que gobernantes, legisladores, empresarios, especialistas de sistemas de prevención de emergencias sociales, paneles de expertos en salud pública y profesionales de la atención comunitaria, de México y el mundo, puedan delinear diagnósticos y recomendaciones no sólo para enfrentar la emergencia del coronavirus, superando el artificio de que aislarnos nos da el confort real y subliminal de protegernos del daño social que representa el virus y por lo tanto los demás, cuando al mismo tiempo con ello, estamos contribuyendo a reproducir y extremar nuevos daños y enfermedades sociales.

El coronavirus es el manto que demuestra la importancia de no renunciar a comportamientos colectivos orientados a metas comunes de alcance nacional.

A reserva de cómo se presente esta pandemia en México, los alcances sociales de injusticia y desigualdad del coronavirus no deben subestimarse, y son a su vez razón para que la 4T impulse una nueva oportunidad de renovar en México un nuevo pacto de Estado de bienestar.


@pedroisnardo
unam.pedroisnardo@gmail.com

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