Por Pedro Isnardo De la Cruz, Sharon Borja y Juan Carlos Barrón

La decisión del compañero de fórmula en la carrera presidencial es cada vez más, la definición de quién tiene los principios, la templanza, las cualidades políticas para suceder o sustituir al nominado presidencial.

Antecedente

Entre los Padres Fundadores de Estados Unidos de América, dos vicepresidentes fueron electos Presidentes: John Adams y Thomas Jefferson. Van Buren lo lograría décadas después.

Con los estudios especializados sobre la Vicepresidencia estadounidense de Joel Goldstein, la lección histórica es clara: al inicio una posición despreciada y sin rol constitucional, la vice presidencia -desde la era Tyler en el siglo XIX y de Mondale con Carter en el siglo XX-, llegó a convertirse en una pieza clave para aconsejar al Presidente en turno, procesar problemas de alto nivel y lidiar con líderes congresistas, problemáticas y gobernantes internacionales.

George H. W. Bush, Al Gore, Dick Cheney, se confirmaron piezas claves como figuras públicas presidenciables y capaces para atraer el ala moderada del partido, dar credibilidad al gabinete en el área de seguridad nacional, incluso para enfrentar episodios de crisis de gobierno y terrorismo, lográndose incluso mandatos de ocho años.

Así, la campaña presidencial y el desempeño gubernamental se vuelven piezas clave. De hecho, en plena campaña ante posibles errores de candidatos presidenciales, coaliciones de minorías nacionales, electores indecisos o estados competitivos, se potencia el valor de quién es el candidato vice presidencial.

Vicepresidencia con Trump y COVID19

A pesar de los errores de desmesura y el decretismo medial cotidiano del Presidente, el Vicepresidente Mike Pence ha consolidado la posición sin precedente de que ningún gobernador, durante cerca de cinco décadas, había sido elegido para ocupar su papel.

Kushner y Pence han sido piezas maestras en asumir el liderazgo operativo y estratégico del gobierno, donde los engranajes del liderazgo de Trump se hacen y deshacen al son de la voluntad enigmática del Presidente.

Pence ha representado calma en toda tempestad gubernamental. Ha dado lealtad incondicional a Trump, protegiendo una agenda de extrema derecha en política social, aborto y migración, los intereses de aliados multimillonarios estadounidenses y el control del liderazgo y el establishment partidista republicano.

Sin embargo, el campo minado tejido por el gobierno de Trump es impresionante: dos procesos frustrados de impeachment, la ofensiva permanente contra movimientos liberales pro aborto y denigrantes de la mujer, las afrentas por guerras comerciales con naciones y líderes mundiales, la política indiscriminada y endurecida contra inmigrantes dentro y fuera de EUA.

Con la fórmula Trump/Pence, los demócratas siguen en medio de la estrategia de polarización, tácticas de baja intensidad incendiaria y la lucha intestina del poder político, donde quien gane seguirá plasmando su influencia por imponer proyectos hegemónicos globales.

Ahora se debate el futuro de la presidencia de Estados Unidos ante una recesión económica mundial por causa de sus propias políticas y en medio de la emergencia nacional del COVID-19.

El factor COVID-19 puede pesar mucho en contra de la reelección de Trump. Un universo ascendente hacia los 30 millones de desempleados constituye un escenario muy negativo, dado el hecho de que justamente su administración desmanteló el sistema de salud federal del ObamaCare, que hubiese sido parcialmente oxígeno puro para enfrentar la crisis sanitaria nacional y haber reducido sustancialmente el riesgo masivo de muertes por COVID; a su vez, la base electoral republicana de Trump se ha visto trastocada por la política agresiva de Trump contra diversos gobernadores, dada su predilección a una política federal intrusiva en contra de la autonomía de los estados.

Sin embargo, de mayo a noviembre de 2020 hay mucho tiempo político. Por ahora Trump ha elegido utilizar el COVID como táctica de política exterior privilegiada en su campaña de reelección: busca legitimar la imagen de China como enemigo público número 1 de Estados Unidos de América como autora del COVID; busca responsabilizar y obtener una indemnización de China como conspiradora bioterrorista, responsable del daño económico a empresas, del desempleo masivo estadounidense y la estela de muertes estadounidenses por COVID. Es la guerra política que busca desdibujar a Biden y consagrarlo como caricatura mediática demócrata mientras supuestamente el Presidente sí está poniendo en su lugar a China potencia mundial para que responda a los estadounidenses.

¿Hay competitividad demócrata contra Trump?

Con todo y lo anterior, los demócratas no han consolidado un capital político competitivo ni nuevos liderazgos en la era Trump.

Lo demuestra el que Sanders, Warren y Biden se confirmaron como los candidatos personajes más competitivos en las primarias, incluso en ello hay que sumar la aparición de fuego artificial del empresario Michael Bloomberg.

En abril, Biden se confirma como el opositor a Trump y en su estela cosecha el respaldo del Senador y opositor interno más fuerte Bernie Sanders, de la Senadora Warren, la ex candidata presidencial Hillary Clinton y del ex Presidente Obama, para quien colaboró ocho años como Vicepresidente.

Sin embargo, el candidato demócrata Biden a pesar de sus cualidades políticas, su experiencia diplomática y su capacidad gubernamental excepcionales, está cuesta arriba en sus posibilidades de arrebatar la Presidencia a los republicanos.

Biden formalizó en su último debate de mediados de marzo de 2020, que elegirá una mujer como compañera de fórmula vicepresidencial y que será una “mujer progresista”. Entre ellas destacan la senadora de Nueva Hampshire Maggie Hassan y Jeanne Shaheen, la ex Secretaria de Justicia interina Sally Yates y no puede descartarse a la Senadora de Nevada y nacida en el bello Puerto Rico, Catherine Cortez, muy cercana a las causas y liderazgo del movimiento de Sanders y al activismo del New Green Deal.

Las opciones de Biden son formidables, dentro de las cuáles no puede descartarse a Michelle Obama, quien desde fin de la era de Barack Obama declaró su desinterés en postularse a la Presidencia por “no tener paciencia ni pasión para la política”.

Veamos sus cartas fuertes para la Vice Presidencia:

Stacey Abrams. Graduada de universidades de Texas y Yale, ha sido una destacada congresista afroamericana, y representa una minoría nacional con la que Biden tiene un respaldo político amplio. Con argucias electorales, los republicanos le arrebataron a sus 47 años la gubernatura de Georgia.

Lamentablemente carece de una agenda de políticas con resonancia nacional, no tiene experiencia gubernamental y puede restar capacidad de convocatoria presidencial al voto latino y asiático.

Amy Klobuchar. Graduada de universidades de Yale y Chicago, ha sido Senadora por Minnesota, en donde logró prestigio y popularidad como penalista. Tuvo una mentoría política profesional extraordinaria al lado del Vicepresidente Walter Mondale, quien plasmó los orígenes de la vicepresidencia moderna en EUA.

Su discreción política puede resultar un valor político encomiable y ambiguo: ella ratificó su capital político estatal en su tercera campaña para un escaño senatorial, tiene una reputación de un carácter regio que le granjean credibilidad, aunque su escasa empatía con minorías nacionales más amplias le puede restar voto popular al candidato demócrata.

Elizabeth Warren. Su carrera política, su agenda de políticas y propuestas, su visión de centro izquierda para Estados Unidos es fuerte y atractiva incluso con electores jóvenes. Ella destacó en las primarias demócratas por la nominación del candidato presidencial, con un respaldo popular superior al logrado por Klobuchar.

En los debates por la nominación del candidato demócrata, fue destacable su carisma y el poseer solo una casa como propiedad frente a las de Biden, Bloomberg y Sanders por ejemplo, exhibiendo cualidades éticas, de empatía electoral y de vocación por el servicio público valiosas en tiempos de campaña.

Kamala Harris. Actualmente Senadora por California, tiene una gran trayectoria académica en universidades estadounidenses.

Abreva una carrera de liderazgo social, destacada en el poder judicial estadounidense como fiscal distrital y general y tal vez justo por ello, una caja negra de sorpresas durante la campaña. Su agenda liberal, pro migrantes y reguladora del papel de la riqueza extrema en EUA, ofrece un eslabón de campaña atractivo para el nicho clásico de electores demócratas.

Gretchen Whitmer ha sido congresista, senadora y actualmente es Gobernadora del Estado de Michigan. Ha sido la primera dama en liderar el comité del partido demócrata en el Senado estadounidense. En enero de 2020, fue elegida por su Partido para responder al Discurso del Estado de la Nación que ofreció Trump.

Whitmer es muy fuerte en temáticas sociales sensibles, particularmente relativas a víctimas de acoso sexual y derechos pro aborto.

Prudencia osados, que las minas de sal electoral apenas comienzan

La dupla Harris y Biden (afroamericana, con raíces en pueblos originarios, con fondos

Biden es un político cuya astucia de Vice presidente maduró en el segundo mandato, siempre en el círculo de confianza del Presidente Obama, cuyo consejo en calidad de asesor fue valioso e impenetrable.

En efecto, como dice el periodista y experto estadounidense Albert R. Hunt, la mirada estará puesta en “las cualidades de la mujer elegida” por Biden.

Un error en la selección de su nominable vice, lo encontrará la maquinaria de Trump quien golpeando a su compañera de fórmula buscará enterrar sus posibilidades presidenciales. Un acierto, permitirá a Biden resistir todo embate, creará expectación, competitividad electoral e inspiración al menos para los demócratas y electores indecisos.

Biden, a sus 78 años de edad y con una energía política en su punto nadir, elegirá a su Vice y con ello a quien le puede sustituir en cualquier momento de llegar a la Presidencia.

Biden es un incondicional de la familia Obama. Ha expresado en abril que aceptaría sin pensarlo dos veces a Michelle Obama, si ella se decide por acompañarle como su compañera de fórmula en la Vicepresidencia. Ella podría cimbrar el espectro político estadounidense; Michelle tiene una formación académica excepcional. una popularidad intachable y por transferencia, la experiencia e inteligencia política personal que le legó desde su posición de sombra el régimen Obama; sin embargo, carece de credenciales propias de gravedad gubernamental y liderazgo político probado.

Los pronósticos también favorecen a Kamala Harris por su origen étnico en pueblos originarios y afro americana, dos atractivos electorales clave con minorías nacionales en el espectro estadounidense: es además muy joven y en la campaña presidencial haría con Biden un papel competitivo y agresivo frente a Pence/Trump, dada su experiencia como senadora y gobernadora.

El enigma para derrotar a Trump no lo resuelve Biden al seleccionar a su Oval

Al elegir su candidata Oval ¿qué mensaje sobre si mismo y para conquistar la Presidencia enviará el candidato Joe Biden a electores estadounidenses?

Pedro Isnardo De la Cruz es Doctor en Ciencias Políticas y Sociales y profesor en la UNAM. Sharon Borja es PhD de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Washington y Assistant Professor en la Universidad de Houston. Juan Carlos Barrón es Doctor en Filosofía del Desarrollo Internacional del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM. Ellos desarrollan un índice de impacto estratégico sobre las campañas presidenciales de 2020.

Google News

TEMAS RELACIONADOS