El mundo se extingue, lo hemos devastado durante siglos.

Hemos deliberadamente destruido nuestra casa, son acciones recurrentes, irracionales, absurdas, nos estamos autoflagelando.

Los líderes mundiales creen que actuando en favor de sus economías, de sus organizaciones estatales o de sus propias empresas productivas, de manera unilateral, saldrán victoriosos en la disputa geopolítica mundial por la dominación.

Ese juego renacentista está rebasado, ahora todas y todos perdemos, no habrá qué repartir, no habrá mercados por dominar, ni más dólares que acumular por que el espacio vital, nuestro globo terráqueo todo, se extingue.

¿Podrán China, Rusia, USA, lavarse la cara frente a las generaciones futuras?

¿Podrán la India, Alemania, Catar, Kuwait y Arabia Saudita mantener la frente en alto cuando conocen perfectamente que lanzan anualmente a la atmósfera toneladas de bióxido de carbono a la atmósfera?

Y México ¿realiza acciones ejemplares para disminuir la emisión de gases que provocan efecto invernadero?

¿Qué está pasando en Glasgow en el marco de la COP26, estamos avanzando?

¿Debemos seguir continuando en medio de la demagogia y el auto engaño como políticas irresponsables?

Frente a este inmenso desafío la responsabilidad del mundo entero, nos deben mover acciones universales por amor a la humanidad, tenemos la obligación moral de garantizar un planeta en pie para nuestras hijas e hijos.

Veamos cuatro coordenadas problemáticas que seguirán sin abordarse:

I. Los escenarios de largo plazo en materia de transición económica energética son demasiado optimistas para el nivel de gravedad que nos implica el cambio climático.

En su último Informe de Energía, Bloomberg pondera que la actual economía global demandará niveles de inversión en suministro de energía e infraestructura de entre $92 mil millones y $173 mil millones de dólares durante las próximas tres décadas.

¿Con sólo ese indicador estamos en un mundo con visión realista, proyectos de gobernanza comprensivos y sostenibles?

II. ¿Es posible construir y convivir en una cultura y prácticas propias de un mundo post carbono?

La extracción de hidrocarburos es viga de muchas economías; la producción de electricidad que tiene por fuente el carbón y el gas, es motor de múltiples negocios, inversiones y sistemas; el sector de la construcción se expande con la consecuente producción de cemento y acero a gran escala y el consumismo e industria cárnicas del orbe, mantendrán su estela en crecimiento.

Con ello los propios países potencias mundiales, pero sobre todo comunidades y grupos vulnerables, afrontan cada vez más apagones no programados, restricciones de suministros de energía, aumentos en los precios de gas/fertilizantes y por ende, en el consumo/encarecimiento de materias primas y alimentarios básicos.

III. La importancia de revisar procesos formativos en las universidades, centros de investigación, inversiones empresariales e innovación, en tanto seguimos impulsando lógicas de crecimiento a favor del cambio climático y en contra de procesos de desarrollo social/comunitario.

IV. La economía vital local que garantice los insumos básicos a la población y la afectación de los mercados de consumo y comercialización, empieza a mostrar visos de deterioro y riesgos por que se ven afectadas las cadenas de producción y suministro, además de la abrupta modificación de las dificultades para que los gobiernos garanticen los servicios públicos básicos/esenciales y la capacidad de prevención de desplazamientos internos forzados por el cambio climático.

Como suscribió la ONU y de acuerdo con estudios del Banco Mundial "la conexión entre el cambio climático y su impacto en el bienestar humano y la pobreza es cada vez más visible; si no se controla empujará a 132 millones de personas a la pobreza en los próximos 10 años (...) el impacto del cambio climático podrían llevar a 216 millones de personas a migrar dentro de sus propios países para 2050."

Así, si se apuesta en preservar las economías del carbono y no se dimensionan a su vez las implicaciones en inversión, infraestructura y reorganización de las economías con energías limpias, la transformación de la concepción de las soberanías de las naciones y de las propias potencias mundiales atestiguará a su vez, más dinámicas de recesión y crisis financieras inesperadas de empresas, ganancias, poderes adquisitivos, empleos.

Glasgow, Escocia lamentablemente sigue confirmando lo que sabíamos: a nivel de liderazgos mundiales, la propuesta de soluciones no es genuina, no se acompaña de compromisos entre las potencias mundiales y naciones más depredadoras y de un sistema planeado democráticamente de la ecología local/territorial/comunitaria de compromisos.

La amenaza existencial civilizatoria por el cambio climático con decisiones actuales como en la Cop26 que se realiza en Glasgow, la estamos extendiendo a las próximas dos generaciones de nuestro universo.

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