En el año 2021 cuando el Presidente Joe Biden justificó la salida de Estados Unidos de América de su tutela intervencionista en Afganistán post atentados terroristas del 11S, adujo que el electorado estadounidense está cansado de las guerras sin fin.

En aquél momento, como ahora, Biden tenía razón.

Pero es probable que el electorado de su país le castigue con la no reelección, si no concluye en corto plazo la guerra ruso ucraniana.

Vemos a los medios masivos de comunicación estadounidenses reclamar acción para conseguir una derrota aunque sea decorosa para Estados Unidos en Ucrania.

Nos preguntamos entonces si la salida de EUA de Ucrania por la vía del no financiamiento de la guerra, no provocaría una derrota y consecuencias peores, que la que se suscitó la experiencia de Afganistán con el regreso al poder del gobierno talibán.

BIden y su gobierno anunciaron que el líder de la organización terrorista Hamas tiene “sus días contados”, intentando con ello disminuir el daño del desastre que ha significado su veto a la mayoría de los países de la ONU, que claman por un alto al fuego israelí en Gaza.

Sí, es creciente el hartazgo del electorado ante la ausencia de resultados de las guerras y de pagarla con sus bolsillos: el presupuesto de defensa que ejercerá Estados Unidos en 2024 superará los 800 mil millones de dólares.

Peor, cuando el gobierno de Biden no ha podido convencer a su electorado de que puede derrotar a los adversarios políticos internacionales de su país, ni por la vía diplomática ni por la militar: ante los asuntos de Ucrania/Yemen/Palestina la bandera y la capacidad de influencia estadounidenses han dejado de temerse y son ninguneadas.

Al interior es la misma historia lamentable: Biden atestigua el crecimiento de la competitividad de Trump incluso en estados electorales que suelen ser de predominio indecisos, y enfrenta el

regalo de sus adversarios partidistas republicanos de un proceso de impeachment, aunque difícilmente progrese el juicio político en su contra.

Mia Canestrini -especialista italiana en Conservación de la Biodiversidad-, aconseja con firmeza “no tengas miedo del lobo”.

“El lobo es un animal reservado, difícil de encontrar, dotado de un olfato muy fino que tiende a evitar el contacto con los humanos. Cuando sientes la presencia de un lobo siempre esperas poder llamar su atención. Cuando aúlla parece encarnar la voz del bosque, de la naturaleza. Evidentemente la manada a la que pertenece nunca suelen abandonarlos, no los descartan, le cuidan. Tal como suele hacer el hombre con sus seres queridos cuando viven una situación difícil.”

Biden ha demostrado que políticamente es impredecible, una especie de profesional de la máscara sin rostro al tomar decisiones.

Pero Biden está ante una manada de lobos de guerra, y el lobo de guerra que acompaña la hegemonía de la potencia mundial estadounidense, ahora mira a los ojos de su propio pastor, desafiado.

Veremos si Biden actúa con pusilanimidad o sin temor ante los acontecimientos que devoran sus posibilidades de reelección.

Pedro Isnardo De la Cruz es Doctor en Ciencias Políticas y Sociales y profesor en la UNAM. Publicó en 2017 Decisiones estratégicas presidenciales en EUA: El aprovechamiento de la ocasión en crisis de Seguridad nacional y Terrorismo. George W. Bush y Barack Obama (2001-2012).

Juan Carlos Barrón es Licenciado en Administración, Maestro en Estudios para el Desarrollo por la Universidad de East Anglia (Norwich, Inglaterra) y Doctor en Filosofía del Desarrollo Internacional. Actualmente es Secretario Académico del Centro de Investigaciones sobre América del Norte de la UNAM.

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