El cine es tentador y mi suegro, don Salvador, sucumbió y perdió los estribos por una actriz alemana, recién llegada a América, de la que se enamoró y con quien después se casó, lo que provocó un complicado divorcio entre mis suegros. A doña Josefina Alcalde le afectó mucho la situación y se puso muy mal. Abruptamente, al niño Salvador Elizondo —quien cursaba el quinto año de primaria en 1944, alumno ejemplar con diplomas de excelencia, quien aparecía en el cuadro de honor del anuario del Instituto México, quien jugaba contento en los estudios C.L.A.S.A. rodeado de sus muchos primos y cuates y quien soñaba con ser torero— su padre decidió sacarlo del país, creo yo, para que no viviera los tiempos tormentosos de su divorcio y lo internó en una escuela naval-militar situada frente a Lake Elsinore en California. Un cambio radical para el infante de 11 años de edad.

Solo, lejos de su familia, sometido a un régimen militar, sin entender el inglés, en un ambiente completamente desconocido, el niño aguanta, se adapta y en pocos meses aprende el idioma y ya para junio de 1945 aparece en el anuario de “Lake Elsinore Naval & Military School”.

Mientras tanto, su padre se casaba con Ana Thens, producía película tras película y se consolidaba como uno de los mejores y más audaces productores del cine mexicano de esa época.

El futuro escritor pasa de la niñez a la adolescencia en el internado militar, con esporádicos viajes a México en las vacaciones, hasta terminar el High School. Su paso por el internado militar fue un arma de dos filos para él. Por una parte aprendió inglés a la perfección, lo que le permitió leer a los grandes escritores (Joyce, Poe, Pound, etc.) en el idioma original; por el otro, el drama fue que nunca logró que en México le revalidaran sus estudios en el extranjero, por lo que se vio obligado a continuarlos en Canadá, Inglaterra, París e Italia.

Cuando el escritor Salvador Elizondo entró como profesor a la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM tuvo que presentar varios exámenes a título de suficiencia con sinodales y testigos para poder acreditarse como tal.

De su experiencia en el internado militar, Elizondo publicó, en 1988, la novela autobiográfica Elsinore, un cuaderno.

Octavio Paz, al recibir y leer el ejemplar de la primera edición realizada por la editorial El equilibrista, le mandó una efusiva carta fechada el 30 de mayo de 1988, y que comienza:

“Querido Salvador:

Gracias por Elsinore. Un libro precioso. Decirte que me encantó sería quedarme corto. Poquísimas veces, desde hace muchos años, un relato me ha entretenido tanto. Entretenido en todos los sentidos de la palabra...” (Continuará)