Balas perdidas han matado a varios infantes en México en las últimas dos semanas, informan las noticias; mientras tanto, nuestros vecinos del norte padecen de una grave epidemia de violencia debida al poderío que despiertan las armas en manos de los adolescentes que marca, hoy en día, el terror extremo al que se enfrentan los niños en su propia escuela, donde van a aprender.

¿Y qué es lo que aprenden al enfrentarse a un trastornado adolescente, empoderado, dispuesto a matarlos porque la Ley le permitió comprar armas semiautomáticas que disparan ráfagas de balas indiscriminadamente?

En Uvalde, Texas, en días pasados sucedió una tragedia, difundida ampliamente por los medios, en la que una escuela fue atacada y murieron muchos niños y dos maestras masacrados por un adolescente de 18 años, transformado en un monstruo, quien se atrincheró en un salón de clases con niños de 10 años y sus maestras, la mayoría de ascendencia mexicana, mientras afuera, ante el pronto llamado de auxilio al 911 que hizo, hasta por tres veces, con su celular una niña con el asesino frente a sus ojos, muchos policías acudieron a la escuela y la rodearon, había patrullas, todos los policías estaban armados portando su característico uniforme gris con sus botas vaqueras y sombreros texanos. Los padres de familia, por ser Uvalde una pequeña población, se enteraron de inmediato de lo que estaba pasando y también estaban afuera del colegio, sumamente angustiados, esperando que la policía rescatara a sus hijos, sin embargo ningún policía tuvo las agallas de actuar, no, los cobardes tuvieron miedo y mejor esperaron 45 minutos a que llegara la policía de “elite” estratégica, protegida con cascos, chalecos antibalas y metralletas, pero llegaron muy tarde porque en ese lapso de 45 minutos se oyeron los disparos en ráfaga que mataron a los niños ante la impotencia de los padres de poder entrar al edifico que estaba rodeado por la chicken police texana que les prohibió ingresar a su rescate. Una niña aprendió, sobre la marcha, que podía salvar su vida si se ponía la sangre de su condiscípula que yacía muerta a su lado.

La Ley en Texas francamente está torcida, lo sé por mi ahijada norteamericana que ahí vive:

En Texas eres mayor de edad a los 18 años, puedes votar, trabajar y comprar cualquier tipo de armas para defenderte. Por otro lado, aunque te dan la mayoría de edad, está prohibido que tomen una gota de alcohol antes de los 21 años, si lo hacen quedan marcados, de por vida, por infrigir la Ley, lo que les fastidia su futuro.

Según recuerdo, cuando se cumplen 18 años y “ya se es grande”, existe la curiosidad, consecuente a que los adultos beben alcohol con mucha frecuencia, de probar sus efectos etílicos por primera vez. (En Francia, por ejemplo, a los niños les está permitido beber vino).

Hay que felicitar al presidente de Canadá por haber decretado, hace unos cuantos días, la prohibición absoluta de portar, comprar y comerciar armas en su país. ¡Un ejemplo a seguir!, ¿no les parece? (Continuará)

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