Guillermo Soberón y Jesús Kumate: Artífices de la era de oro para la salud de los niños en México (VII)
Guillermo Soberón y Jesús Kumate: Artífices de la era de oro para la salud de los niños en México (VII)

La fotografía que acompaña mi escrito esta vez la tomé en una incursión fotográfica que hice al barrio de Tepito, en la Ciudad de México en 1974.

(Me llevó la escritora tepiteña María Antonia Mora, quien conocía el barrio como la palma de su mano. Como dato curioso, ella había sido prostituta y cayó, acusada de robo, en la cárcel, donde se regeneró. Al salir escribió un valiente libro de su experiencia, titulado Del oficio, que alabaron varios escritores y María Antonia tomó cierta celebridad literaria. Además es muy curiosa su historia porque fue amiga y protegió a Fidel Castro cuando estuvo en México a mediados de los años 50; se decía que en su casa se gestó parte la revolución cubana).

En 1974, la situación de pobreza y la mortalidad infantil en México era un azote para las familias más pobres, especialmente para las sirvientas. Esos seres que tanto han servido y ayudado a la clase media formando, en ocasiones, alianzas de toda una vida con sus patronas, como en mi caso. Yo, por un interés social, personal, por tratar de conocerlas mejor, siempre he seguido el desarrollo de sus vidas y su familia a lo largo de la mía.

Las familias, por ignorancia y por un machismo imperante, tenían un montón de hijos para demostrar que “eran muy hombres”; muchos hijos se les morían por las diarreas y otras enfermedades como sarampión, tosferina, etc.; con muchos trabajos mantenían a su prole, estaban subalimentados, vivían en pocilgas y en un círculo vicioso parecía que nunca podrían salir de su ignorancia y pobreza.

Sin embargo, en dos sexenios de oro para la salud de los mexicanos dos excepcionales doctores, Guillermo Soberón (1982-1988) y Jesús Kumate (1988-1994), diseñaron y orquestaron campañas por la salud importantísimas que lograron cambiar y mejorar la situación de la salud de los niños. Ante mis ojos vi el cambio milagroso: En primer lugar, con un diseño publicitario muy bien armado, se educó al “pueblo” a entender que los bebés se morían de la diarrea por la deshidratación y lanzaron gratuitamente los sobres de suero oral que salvaban la vida y los pusieron al alcance de todos en cada una de las clínicas de salud del país; y en menos de un año frenaron la mortandad infantil y adulta por diarrea. Luego otro gran avance para la salud de los niños fue la cartilla de vacunación obligatoria, que se expedía con el acta de nacimiento; así el recién nacido debía cumplir todo el esquema de vacunación (poliomielitis, tosferina, sarampión, etc.) para poder ingresar sano a las escuelas públicas a su debido tiempo.

Otra de las más efectivas campañas emprendidas por estos médicos visionarios fue el control de la excesiva natalidad que persistía en México con el “slogan” que decía poco más o menos: “La familia pequeña vive mejor, menos hijos para darles más”. (Continuará)

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