Dicen que la emoción más grande es comprar un boleto de apuesta, ver la carrera, y gozar cuando el caballo elegido llega primero a la meta.

Dicen que nada como la victoria.

Ese insustituible sentimiento casi no tiene igual, y digo casi, porque en estos días el hipódromo celebró la subasta de caballos Cuarto de Milla de 1 año.

Comprar un caballo por sus líneas de sangre, su genética pues, o por su apariencia, o sea estar bien conformado, y por ese tercer factor que es imposible describir, al qué hay que llamarle suerte, sumado a que sea al precio que estamos dispuestos a pagar por el animal, hacen la combinación perfecta de la hípica.

Nos deja ver el desprendimiento que tienen los criadores de sus ejemplares, la ilusión que despiertan los potrillos en sus propietarios, y la gran incertidumbre que invariablemente provocará entre el equipo de trabajo por saber si compraron un campeón, o un caballo del montón.

Es por eso lo fascinante de una subasta.

Las voces se alzan ofertando, los caballos se lucen en el cuadrilátero de venta y nadie, absolutamente nadie, tiene la certeza de nada.

Nadie puede dudar que esta es la mayor apuesta en un hipódromo.

¿Qué increíble no?

Un agradecimiento al equipo que comanda Gerardo Velázquez de León. Escribir para la mayor plataforma de Mexico , un honor.

@patchhipodromo

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