Dicen que cuando un criador de caballos invita a alguien al rancho, le urge al anfitrión llevarlo por los pastos que recorren sus ejemplares.

Luego hay que ver los bebederos, los potrillos que corren alegres y libres en el predio.

Un momento súper estelar es cuando llegan a la caballeriza en donde majestuoso se pasea un garañón increíble.

Ahí el criador se detiene, le habla con cariño a su semental favorito y el recorrido continúa, hasta que, pasada más de una hora, el criador le dice a su invitado: Y ella es mi esposa…

Así de grande su amor por los caballos. La anécdota, que puede sonar exagerada, tiene su dosis de realidad. La hípica de todo el mundo nace con los criadores.

Ellos hacen cálculos que rayan en lo científico cuando deciden que yegua con qué macho van a cruzar para producir un campeón. La gestación es de 11 meses, y luego hay que esperar otros 20 meses más para ponerlo guapo y llevarlo a una subasta.

Algunos ejemplares pudieron haber sido vendidos de forma privada en el rancho, por aquellos que aseguran su compra y no quieren ir a pelearla con nadie en los alborotos y martillazos de la venta al mejor postor.

El criador de corazón quiere hacer grandes corredores,y tiene la nobleza del desapego, de no aferrarse a ellos.

El criador goza las victorias de los caballos que ahora están en manos de otros, y eso que ya no verán reflejado en sus bolsillos los premios económicos que los caballos se ganan en la pista de carrera.

De los criadores nace todo el espectáculo.

Merecen este reconocimiento porque además hay muchos riesgos y poco margen de ganancia.

Es el auténtico amor al arte. Y para rematar…

Justo se llevó a cabo la Copa Criadores Cuarto de Milla y en noviembre se celebrará la de Pura Sangre . Hay que animarles a que sigan con esta primordial actividad para que el gran espectáculo que ofrecen siga creciendo.

@patchhipodromo

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