Habrá fuegos artificiales en Acapulco para recibir al Año Nuevo. La tradicional gala pirotécnica ha sido confirmada para tratar de atraer a más turistas en esta temporada vacacional. Las autoridades pretender alcanzar una ocupación del 75 por ciento, en las poco más de dos mil habitaciones disponibles. La meta era contar con más de cuatro mil cuartos para cubrir la demanda de diciembre, pero no se alcanzó. La Secretaría de Turismo del estado ya lo reconoció así y explicó que los daños que provocó el huracán Otis a la infraestructura hotelera, son más serios de lo que inicialmente estimaron.
El panorama para la industria restaurantera es también complicado. Apenas un 25 por ciento se dicen listos para atender a los turistas en estas fiestas. El presidente de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y Alimentos Condimentados (Canirac), Enrique Castro Soto, ha dicho que la reconstrucción avanza muy lentamente. Los restaurantes no han recibido apoyo del gobierno federal y han tenido que financiarse con sus propios recursos. Aquellos que pertenecen a grandes cadenas se lo pueden permitir, pero los que son parte de micro o pequeñas empresas no se han podido levantar.
Uno de los grandes retos en este momento es la gestión de la basura. Ya desde antes del huracán era un problema. Ahora con la enorme cantidad de escombros y residuos orgánicos que dejó la devastación por Otis, el asunto se vuelve grave. La semana pasada, pobladores bloquearon la carretera libre México-Acapulco. Dijeron estar desesperados por la falta de atención de las autoridades, que los mantienen “hundidos en basura”.
Pero no solamente hay zonas con residuos acumulándose a cielo abierto; hay también muchas playas que todavía no están listas para recibir visitantes por los restos de metales, vidrios y todo tipo de materiales que fueron arrastrados por el viento y que se mezclaron con la arena. El saneamiento de esas playas implica un trabajo extenuante. En algunas franjas ya se ha iniciado la limpieza, sin embargo el mar sigue arrojando desechos y removiendo lo que dolorosamente Otis destrozó.
El otro gran reto es la inseguridad. Son muchas las organizaciones criminales que se disputan desde hace tiempo la plaza. Entre Guerreros Unidos, Cártel Jalisco Nueva Generación, Los Viagra, la Nueva Familia Michoacana, Los Ardillos, y casi una decena más, hacen de Acapulco la segunda ciudad más violenta del mundo.
El huracán sacudió los intereses de esos grupos y llevó al puerto a diez mil agentes de la Guardia Nacional. La reconfiguración del mapa criminal preocupa a las autoridades y a los inversionistas dispuestos a participar de la reconstrucción. Preocupa, sobre todo, a los ciudadanos. Ellos son las víctimas cotidianas de amenazas, abusos, robos y ataques. Otis mató oficialmente a 52 personas; la violencia acabó con mas de mil 280 vidas en Guerrero, solo entre enero a septiembre de este año.
En esas duras circunstancias celebrarán la llegada del 2024. Esperemos que los fuegos artificiales, lleguen acompañados de soluciones reales. Los acapulqueños lo merecen.