2026 se asoma como un año decisivo para México. El país llega con una economía que perdió impulso industrial en 2025 y con una revisión clave del T-MEC en el calendario. La negociación con Estados Unidos y Canadá será el examen mayor: se necesitarán reglas claras, equipos técnicos y certezas jurídicas para mantener el contenido regional, atraer inversión y evitar que el acuerdo pase de ser motor a ser un riesgo.

El empleo formal también exige atención. Este año se debilitó especialmente en la industria y en la construcción. Revertirlo implica incentivar la contratación y la productividad. En enero se elevará el salario mínimo y esto podría tener un impacto en la inflación, que no está en niveles críticos, pero continúa presente en alimentos, servicios y transporte. Si los costos vuelven a presionar, el consumo interno resentirá el golpe.

En este contexto, el nearshoring aparece como espada y oportunidad. Para que la ventaja geográfica de México genere más frutos necesitamos tener agua, energía suficiente, permisos ágiles, infraestructura carretera, certeza jurídica y seguridad; de lo contrario, la inversión seguirá fugándose a otros destinos con mejores condiciones.

Precisamente la violencia y la criminalidad siguen siendo el mayor reto. Las extorsiones siguen aumentando y afectando la actividad industrial, el turismo y los mercados locales. No habrá crecimiento duradero sin territorios gobernados por la ley.

El tablero global tampoco dará tregua. La tensión Estados Unidos–China, la persistencia del conflicto Rusia-OTAN y la inestabilidad en Medio Oriente pueden encarecer mercancías, impactar remesas y enfriar exportaciones. El Banco Mundial prevé que América Latina crezca alrededor del 2.5% en 2026, aún como la región de avance más lento del mundo. Para México será clave blindar el sistema financiero, la industria y las cadenas logísticas frente a las turbulencias.

El clima también será un importante factor que considerar: sequías, huracanes y calor extremo ya empujan migraciones. Las fronteras podrían endurecerse y México, país de tránsito y destino, deberá prepararse para atender desplazamientos, proteger recursos y garantizar agua y recursos esenciales en ciudades donde ya escasean.

Y sí, 2026 también será Mundial; México recibirá partidos y visitantes. Más que un espectáculo, puede ser escaparate económico: turismo, inversión, infraestructura urbana. Si se aprovecha, dejará algo más que una celebración deportiva.

Los retos están ahí. Urge negociar con visión, recuperar la seguridad, generar empleos, contener los precios, gestionar el agua con asertividad, generar energía sin contaminar, coordinar a los diferentes niveles de gobierno, eficientar al nuevo Sistema Judicial… Urge también convocar a todos y dejar de polarizar. Los mexicanos somos mucho más que aliados incondicionales o adversarios del gobierno. Persistir en ese maniqueísmo nos debilita y aleja de los objetivos comunes.

@PaolaRojas

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