Estaba dormida, cuando su esposo le dio un batazo en la cabeza. La hirió después con un bisturí y trató de asfixiarla. No la mató gracias a que intervino el hijo de ambos de solo quince años. Una vez que dejó el hospital, Abril denunció esta agresión y consiguió el divorcio.

Juan Carlos García fue acusado de feminicidio en grado de tentativa. Poco después el juez Federico Mosco González reclasificó el delito a violencia familiar y lesiones. Posteriormente, el magistrado Héctor Jimenez retiró la prisión preventiva que había sido dictada como medida cautelar. El 8 de noviembre el agresor obtuvo su libertad por orden del juez Carlos Trujillo.

Abril temía por su vida. El hombre que intentó matarla estaba libre. Así lo expresó a los jueces en una carta que irresponsablemente ignoraron. Hoy está muerta. Le dispararon en la cabeza y el cuello. Sobra decir quién es el principal sospechoso de haber ordenado el asesinato.

Luego de que el caso adquiriera gran notoriedad, los jueces involucrados en la reclasificación del delito fueron suspendidos por el Poder Judicial de la Ciudad de México y el Consejo de la Judicatura hará una investigación. De confirmarse que Juan Carlos García está detrás de esta muerte, los juzgadores podrían enfrentar incluso a una responsabilidad penal. Pero eso no devuelve a Abril con sus hijos.

Es urgente que exista capacitación para que se juzgue con perspectiva de género, como ha sugerido la procuradora capitalina Ernestina Godoy. Desde la entidad que ella encabeza pedirán la revocación de la libertad para Juan Carlos García. Falta ver si logran encontrarlo.

Mujeres de Nuevo León, de dónde Abril era originaria, se manifestaron en repudio a este y a otros muchos casos de violencia. Criticaron indignadas la omisión de las autoridades. Expresaron su miedo y su profundo dolor. El mismo que sentimos todas. A Abril la mataron el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres.

@PaolaRojas

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