La pandemia ha generado un entorno muy complejo. Muchos de sus efectos adversos podrán superarse con esfuerzo, tiempo y trabajo, pero las vidas que se perdieron por el Covid son irrecuperables.

Cada muerte duele, pero preocupan en particular los casos de padres y madres que con su fallecimiento dejan en total vulnerabilidad a sus hijos menores. De acuerdo con una investigación de la Universidad de Oxford, de marzo de 2020 hasta abril de 2021, un millón 134 mil niños perdieron a alguno de sus cuidadores principales. Más de 131 mil de esos menores están en México, lo que nos coloca en el primer lugar global.

El hecho de que en ningún país existan tantos menores huérfanos producto de la pandemia, aún cuando otras naciones reportan un mayor número de personas fallecidas, obliga a revisar las cifras. Otra vez esa polémica. Y es que la Secretaría de Salud ha publicado datos inverosímiles varias veces. Investigaciones periodísticas y datos oficiales publicados por el Inegi, han demostrado que los números que reporta la autoridad son imprecisos en algunos casos, y burdamente falsos en otros.

En marzo de 2020, cuando la pandemia empezaba a afectar a México, la atención se centraba en el número de contagios. Entrevisté entonces al infectólogo Francisco Moreno y me mencionó que tenía nueve pacientes con Covid a su cargo. La autoridad reconocía en ese momento doce casos a nivel nacional. Difícil de creer que 75 por ciento de los contagios totales de un país estuvieran en un solo hospital. Las reacciones a la difusión de esa información fueron preocupantes. En lugar de considerar una revisión de las cifras, lo que hubo fueron cuestionamientos y ataques al doctor Moreno.

Otro episodio en esta polémica de las cifras fue aquella sorpresiva revelación que hizo el tan cuestionado subsecretario de Salud, Hugo López Gatell. Luego de que las discrepancias en torno a las cifras de contagios fueran cada vez mayores, anunció en una de sus conferencias vespertinas que la cantidad de enfermos que difundía diariamente tenía que multiplicarse por un factor que variaba cada semana y que, en ese entonces, oscilaba entre el 7 y el 9. La complejidad era debido a la aplicación del método centinela, que se usa según explicó “para recopilar datos epidemiológicos de manera sistemática y rutinaria en un número limitado de puntos que se eligen para que la muestra sea representativa.”  Así, sin más, llegó el reconocimiento de que los números que compartía a diario estaban muy por debajo de la realidad. Lo que difundía era solo un muestreo.

Aún más terrible fue cuando los cuestionamientos en torno a las cifras ya no eran por los contagiados si no por los fallecidos. Y es que cuando el Inegi publicó datos sobre el exceso de mortalidad en 2020, que por lógica es en su mayoría atribuible a la pandemia, resultó que las cifras excedían de manera importante a lo reportado por la Secretaría de Salud. De hecho, esa dependencia tuvo que aceptar en marzo pasado que venía reportando un subregistro y que la cifra real de muertos superaba los 321 mil, 60 por ciento más que los 231 mil fallecidos que hasta entonces había reconocido.  Con eso salió al paso de los cuestionamientos. Sin embargo, al día siguiente siguió informando de las nuevas muertes a partir de los 231 mil. El otro 60 por ciento nunca fue sumado a la cifra oficial que se difunde diariamente. Cada uno de los muertos por Covid duele, pero resulta que para la autoridad no cada uno cuenta.

¿De dónde vienen los datos abiertos sobre Covid-19 en México? Según se lee en la página oficial del gobierno, “provienen del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de Enfermedad Respiratoria Viral, que informan las 475 Unidades de Salud Monitoras de Enfermedad Respiratoria viral en todo el país.” Ahí se reconoce que “la captura de los datos varía según los procesos y personal disponibles en cada institución. Por esta razón, los datos son preliminares y están sujetos a revisión y validación por la Secretaría de Salud, mediante la Dirección General de Epidemiología. Estos datos pueden contener errores de origen.”

Es comprensible que existan fallas en la recopilación inicial de la información, pero es importante que se corrijan con el tiempo. Contar con un diagnóstico adecuado es necesario para atender acertadamente cualquier problemática. Pero difundir reiteradamente cifras menores a las reales, parece más bien una estrategia para minimizar el fenómeno y justificar el mal manejo que ha habido del mismo.
Con respecto a los huérfanos que ha dejado el Covid, es dramático que aún no exista un programa para su atención. ¿Por qué no voltear a ver a esos menores? ¿Porque los niños no votan ni participan en consultas?

@PaolaRojas