A las mexicanas y mexicanos: El mundo, ante el aumento exponencial del COVID-19, atraviesa por una situación sin precedente en la historia moderna, cuyas consecuencias sanitarias, económicas, sociales, culturales y psicoemocionales estarán presentes durante varios años. La pandemia nos ha cambiado la vida a todos los seres humanos, nada volverá a ser igual y nosotros tampoco seremos los mismos. El porvenir dependerá de las acciones que hoy realicemos, de nuestra capacidad de resiliencia y de la solidaridad con que enfrentemos la problemática.

Sin lugar a duda, nuestras estructuras de pensamiento se modificarán en la medida que encontremos nuevos y mejores paradigmas que nos permitan realizar los ajustes creativos esenciales para dar continuidad a los proyectos individuales y colectivos que nos hemos planteado, o bien, reconstruirlos en función de las necesidades existentes. En este sentido, y en medio de una gran cantidad de información de la que somos receptores diariamente sobre diversos pronósticos, mediciones, perspectivas, opiniones, estadísticas, ideologías, soluciones, coincidencias, divergencias e incluso falsedades, es fundamental hacer una pausa para reflexionar sobre muchas realidades concretas y tangibles que tienen lugar diariamente en nuestro México, las cuales generalmente pasan desapercibidas por la influencia mediática.

Es importante mencionar que mayoritariamente cada mexicana y mexicano está haciendo “algo” desde sus propias posibilidades para enfrentar el desafío, lo cual tiene un impacto positivo en el resto de la sociedad; es decir, no es la lucha contra el COVID-19 lo que nos une, sino que esta nos ha permitido darnos cuenta de que siempre hemos estado unidos, la coyuntura solamente nos ofrece la oportunidad de expresarlo de maneras más evidentes. Prueba de ello es que hoy el Centro Citibanamex, el Autódromo Hermanos Rodríguez y los Pinos se encuentra al servicio del pueblo y bajo un mismo objetivo, atender a los pacientes infectados de COVID-19.

Somos interdependientes. Reconocerlo necesariamente conlleva gratitud, de ahí que es preciso hacer conciencia de que existen millones de mexicanas y mexicanos que se encuentran trabajando fuera de sus casas en diversas tareas que son vitales para la Nación, de las cuales depende en gran medida el bienestar social y la posibilidad de que otras personas podamos llevar a cabo distintas actividades sin salir de nuestros hogares, lo que contribuye no solo a evitar más contagios sino también a mantener la dinámica del país.

Existen héroes y heroínas anónimos que salen de sus casas, por ejemplo, para trabajar en las instituciones de salud, tanto en el área médica y administrativa como de servicios; los supermercados; las instituciones bancarias; los mercados establecidos y ambulantes; los servicios de limpia; el campo y la ganadería; la manufactura de equipo médico; las farmacias; la industria alimentaria; los pequeños comercios que abastecen víveres en los barrios, colonias y localidades; las panaderías; la distribución de productos a domicilio; el correo, mensajerías y paqueterías; los medios de comunicación; la administración pública; el suministro de electricidad, agua, gas, gasolinas y combustibles; así como en las labores que llevan a cabo el Ejército, la Marina, la Guardia Nacional, las corporaciones policiales federales, estatales y municipales y los cuerpos de bomberos, todas ellas actividades que resultan prioritarias, esenciales, insustituibles e impostergables.

Desde luego que existe otro grupo de compatriotas que ejecuta acciones desde las trincheras de la iniciativa privada, las organizaciones civiles o a título individual, las cuales han sido de gran relevancia durante este tiempo. En cada rincón del país existe siempre una cadena de manos amigas y almas nobles que están dispuestas a dar y hacer para beneficiar a otros: regalan comida, donan equipo médico, instalan comedores y albergues comunitarios, difunden información preventiva, apoyan a los pequeños establecimientos comerciales, crean plataformas y aplicaciones tecnológicas emergentes, acompañan y cuidan de las personas adultas mayores, dan apoyo psicológico, diseñan estrategias de contención y recuperación, etc.

Por otro lado, se ha instrumentado un cúmulo de acciones públicas emprendidas en los tres niveles y Poderes de gobierno en beneficio de quienes más lo necesitan: créditos, medidas fiscales, apoyos económicos y alimentarios, reconversión hospitalaria, subsidios, comunicación e información diaria, monitoreo y atención telefónica, servicios en línea, clases virtuales en los diferentes niveles educativos, asesoría telefónica, etc.

Mientras lo anterior sucede, muchas personas laboran desde sus casas para que los sectores públicos, privados y sociales continúen funcionando, y otras más se aseguran de que los miembros de la familia permanezcan en buen resguardo y realizan variados esfuerzos para proporcionarles bienestar y una mejor calidad de vida, actividades que en términos sociales cobran un importante significado y que en términos económicos constituyen una aportación sustancial al Producto Interno Bruto, no obstante que sean trabajos no siempre remunerados. La “curva” la aplanamos todas y todos.

Desde este espacio, hoy quiero decir gracias, gracias a quienes tienen que salir de casa y ponen en riesgo su salud y su vida, gracias a quienes se quedan en casa y contribuyen a evitar la propagación del virus, gracias porque, a pesar de la adversidad, México se mueve, y ello hace posible la transformación profunda que anhelamos.


Titular del Fondo Mixto de Promoción Turística de la CDMX; activista social y exdiputada federal.

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