A las mexicanas y mexicanos:

Hasta hace unas semanas el libro “El Rey del Cash” de Elena Chávez, para los opositores del gobierno, prometía ser una buena oportunidad para continuar con sus intentonas de denostación, descrédito y calumnia; sin embargo, después de su lectura puedo asegurar que para lograr dichos objetivos resultó insuficiente.

Aunque la autora ha reiterado que su propósito no es “derrocar” al presidente y que el material es un testimonio personal y no una investigación, la verdad es que el escueto material y las entrevistas realizadas a personajes de dudosa reputación, no son un referente que admita lugar a ninguna duda.

Por supuesto que todas las personas somos libres de escribir y publicar lo que queramos, haciendo alarde de libertad de prensa y pensamiento y, en consecuencia, también tenemos el derecho de cuestionar, criticar, desmentir y opinar sobre dichas publicaciones.

Claro que me guastaría saber cuáles son los objetivos que perseguía la autora, quiénes la financiaron e impulsaron la campaña de difusión sobre el libro.

Como la autora ha dicho, no existe evidencia alguna de su relato, porque las supuestas transacciones de efectivo no dejaron rastro.

Por supuesto que habrá quienes aprovechen sus trasnochados relatos para usarlos como instrumentos argumentativos en contra del presidente y de la cuarta transformación, porque, aunque como sabemos, son insuficientes para echar por la borda el nivel de aceptación y confianza de la mayoría ciudadana.

El libro es insuficiente para frenar el proceso transformador y para dejar en entre dicho a Andrés Manuel y es igualmente insuficiente para pretender la fama, debido a la falsedad y precariedad de su narrativa y porque en México se lee poco.

Muchos opinan que el objetivo era descreditar y lastimar a César Yáñez, al menos para ocasionarle una molestia al presidente que le recriminará después, pues la autora estuvo casada con él. No obstante, también es insuficiente el libro para dañar a César porque nuestro mandatario no gusta de los chismes y poco le importa lo que escriban sus detractores. Además, quienes lo conocemos, sabemos de su integridad.

Al contrario, me parece que quien se exhibe es la autora, pues los “testimonios personales” que hace públicos, suponiendo sin conceder que sean ciertos, tuvieron lugar en la intimidad de una relación y no en la clandestinidad de una alcoba, es decir, ocurrieron en el seno de la familia que libremente decidió formar.

Lo anterior no quiere decir que “la ropa sucia se lava en casa”, no, de ninguna manera, sino lo refiero porque hacer público algo de lo que “supuestamente se enteró” debido a un vínculo de confianza me parece desleal, y si además señala no tener ninguna prueba, resulta oprobioso; sobre todo, si estas revelaciones no son útiles para atender un bien superior como la sería, en este caso, la justicia.

¿Por qué ahora? ¿qué la llevó a escribir? ¿por qué pensó que tendría credibilidad? Su hoja laboral y de vida la vinculan con diversos personajes del antiguo régimen político y dejan ver que tiene cierta experiencia y goza de cercanías nada envidiables, lo que abre paso al sospechosísimo. ¿Sus cartas credenciales fueron insuficientes para convencer o simplemente le salió el tiro por la culata? ¿Sería el cash su motivación y no el rey?

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Paola Félix Díaz
@arapaola1

 

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