De acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No localizadas , de 1964 al 19 de abril de 2022, había 243,285 personas desaparecidas, no localizadas y localizadas, de las cuales 99,044 siguen desaparecidas; y de las personas localizadas a 9,830 las encontraron sin vida.

No tengo la menor duda de que la desaparición es uno de los crímenes más crueles, debido al extremo sufrimiento que produce en las familias y amistades de las víctimas. Cuando una persona desaparece se agolpan en el alma sentimientos disímbolos; la esperanza de recuperarla con vida se entremezcla con la de encontrar, aunque sea su cuerpo inerte para poder llorarle y regresar a su sepulcro con la certeza de que ahí yacen sus restos.

Cuando una persona desaparece, muchas otras lo hacen también. Ya nada es igual, la injusticia y la impunidad danzan con sus rostros cínicos en la casa de los vivos y de los muertos.

Las víctimas están en la clandestinidad de las fosas, en los llanos, bajo el sol ardiente y la noche oscura. Se vuelven gota de lluvia y puño de tierra, sin haber jamás recibido flores. Tal vez, ni siquiera saben que están muertas , sin derecho a ser buscadas, sin derecho a ser encontradas, sin derecho a la verdad y sin derecho a la justicia, pudieron también haber sido desposeídas de su derecho a no saberse vivas.

Por eso es que los actuales fenómenos delictivos exigen respuestas contundentes y acertadas del Estado para no perpetuarlos en el tiempo. Tres décadas de abandono han sido en exceso suficientes. De ahí que la creación del Centro Nacional de Identificación Humana (CNIH) previsto en la Iniciativa de reformas del Ejecutivo y aprobado por el Congreso, constituye un parteaguas que le devuelve la esperanza y la confianza a las familias de las víctimas y a la sociedad nacional.

El CNIH tendrá como objetivo central la identificación humana, a través de la búsqueda generalizada mediante una metodología de enfoque masivo y de identificación humana complementario o individualizado, según sea el caso, para asegurar un adecuado tratamiento forense de los cuerpos y los restos humanos que no han sido identificados.

Además, se configura un nuevo modelo para la búsqueda efectiva, certera y digna, lo que garantiza el derecho de toda persona a ser buscada e identificada, así como el derecho a la verdad y al acceso efectivo a la justicia, lo que implica fortalecer una necesaria y adecuada coordinación entre la federación, las entidades federativas, los municipios y alcaldías.

Las víctimas de desaparición y sus familias han sido olvidadas e invisibilizadas. Las desaparecieron una y otra vez en la Ley, en las políticas públicas, en los expedientes y en los sistemas de procuración e impartición de justicia.

Sin derechos, sin respuestas y sin voz, ante la impericia y negligencia de las autoridades, la única esperanza es escuchar el grito estremecedor aquí estoy.

Activista social.

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