La pandemia ha mostrado la fragilidad de nuestros sistemas financieros, económicos, sociales y de salud. Nadie estaba preparado para los efectos que el COVID-19 dejaría. La economía se hundió 18.7% en el segundo trimestre (su mayor caída en la historia de acuerdo al INEGI). Además se estima que durante el cuarto trimestre la economía se desacelerará a causa de los cierres empresariales permanentes. De acuerdo con la UNCTAD la economía mexicana podría registrar un descenso del 10% en 2020.

Una recuperación económica sostenible , en el contexto post pandémico, podría generar procesos económicos de recuperación enfocados en los tres ejes estratégicos: económico, social y ambiental, con el fin de entender la interrelación que guardan entre sí, logrando un modelo más resiliente al actual.

De manera exponencial, la responsabilidad social y la sostenibilidad son cada vez más relevantes en la toma de decisiones financieras y se han puesto bajo escrutinio público en diversos grupos de interés. Según la OCDE, las finanzas sostenibles son los flujos de capital, públicos o privados, que buscan el desarrollo sostenible integrando criterios ambientales y sociales.

Las finanzas sostenibles promueven una reevaluación de las prioridades de inversión basadas no solo en factores económicos. Por lo que es necesario analizar la importancia de indicadores no financieros que evalúen y aseguren el éxito en la colocación de fondos y contribuyan a cerrar brechas de inversión. Para la elaboración de este artículo, entrevisté a tres expertos internacionales con el objetivo de comprender por qué cada vez más empresas y actores financieros buscan sumarse a dicha sostenibilidad.

Eduardo Atehortúa

, Director para América Latina de los Principios de Inversión Responsable (PRI), afirma que el ecosistema financiero global se enfrenta a desafíos e incertidumbres sin precedentes. Si bien las estrategias de supervivencia orientadas a atender la emergencia ocupan actualmente un lugar central, se deben realizar inversiones que ayuden a dinamizar la economía pero que al mismo tiempo permitan prevenir y mitigar los efectos de otras crisis sociales y ambientales que puedan surgir o incrementarse a partir del COVID-19. Los PRI ofrecen una hoja de ruta para implementar mejores prácticas globales de inversión responsable.

Por otro lado, Arturo Rodríguez , Director de SASB para América Latina, comenta que la pandemia ha brindado una oportunidad al mercado para revalorizar tanto las oportunidades como los riesgos no financieros de quienes estamos expuestos y entender cómo las empresas y sus inversores están sometidos a fatalidades que tradicionalmente no se han cuantificado con el mismo rigor que los riesgos financieros, como futuras crisis sanitarias o climáticas. SASB brinda a las empresas y a sus inversores un estándar para poder identificar, medir, gestionar y divulgar información sobre los riesgos y oportunidades ambientales, sociales y económicas más relevantes en el contexto de cada industria.

Por último, Lucas Ribeiro , Gerente de Compromiso Corporativo de CDP para América Latina, observa que la pandemia demostró cómo una crisis global puede afectar prácticamente a todos los sectores económicos. Y que similarmente al cambio climático -si no se toman medidas ahora- se tendrán repercusiones de esta magnitud o más graves. Por esta razón el momento actual es tiempo de reflexión para detenernos, evaluar, planificar y volver a actuar. Y en el caso de las empresas, para reestructurarse y volverse más resilientes. En este sentido, CDP es una plataforma global que brinda a empresas una hoja de ruta hacia el liderazgo en la gestión climática, hídrica y forestal, donde las empresas reportan sus acciones para inversores y clientes.

Como podemos observar, la pandemia ha evidenciado problemas estructurales que han ocasionado una época de crisis pero también han fomentado una época de oportunidades. La crisis sanitaria nos ha enseñado la importancia de la prevención y nos ha hecho reflexionar sobre mejores maneras para salir de ella, y cómo afrontar nuestra “nueva normalidad”, desarrollando resiliencia en todos los ámbitos. Es aquí donde las finanzas sostenibles realmente importan ya que impulsan el crecimiento y mitigan el impacto de los riesgos sistémicos.

Esta nueva manera de enfocar las finanzas supone un cambio cultural para los actores financieros, quienes día tras día se adaptan para satisfacer las demandas de un público cada vez más concienciado. Una “nueva normalidad” donde las medidas de estímulo de los instrumentos financieros integren criterios sostenibles para favorecer un crecimiento armonioso y estratégico a largo plazo.

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