El mes de octubre suele ser un momento de cambios de perspectivas. Lleno de fantasmas por el recuerdo de los desplomes bursátiles del 29 y del 87 del siglo XX, así como de colapsos económicos como la crisis asiática del 97, espléndidamente narrada por Joseph Stiglitz, en El malestar en la globalización (2002). Las empresas dan a conocer los reportes financieros del tercer trimestre y cuando los resultados no cumplen con las expectativas de los inversionistas, es la señal que los mercados reciben para hacer ajustes. Este año todavía no ha sido el caso.

Hace una semana, el Fondo Monetario Internacional (FMI) difundió las Perspectivas Económicas Mundiales (WEO). Hace dos revisiones a fondo en abril y en octubre. También ha sido costumbre que publique actualizaciones a finales de enero y en la tercera semana de julio, dado que los escenarios económicos son más variables que en un pasado.

En esta ocasión, el FMI señaló que corrige ligeramente a la baja las proyecciones del PIB de las economías desarrolladas afectadas por la interrupción de las cadenas de suministro que resultó más problemática de lo esperado, por una fuerte presión inflacionaria proveniente del sector energético (petróleo y gas) y de las materias primas, por una recuperación más rápida y sólida de lo que se había previsto, y por una menor relajación de la política monetaria.

No obstante, no deja de alertar sobre el creciente proteccionismo, las guerras comerciales, los bajos niveles de vacunación de la Covid-19 en países subdesarrollados, que son una amenaza latente para el surgimiento de nuevas variantes y mutaciones que provoquen retrocesos en los niveles de inmunidad en los países desarrollados y emergentes. Los cuellos de botella en las cadenas de suministro también son un factor que ha impulsado la inflación y han ocasionado una reducción del producto en todo el mundo. La inflación al alza también podría provenir de la demanda deprimida.

Algunos de los problemas del sector energético tienen que ver con la complicada transición hacia las energías limpias y renovables, buscando la mitigación del cambio climático, pero reconociendo que las limitaciones a la inversión en el sector petrolero y una fuerte demanda por una mayor recuperación de la economía ha generado presiones inflacionarias, que pudiera dispararse por un invierno más frío de lo esperado.

En contrapartida, beneficiados por una mayor demanda de materias primas, se revisan al alza las estimaciones de los países emergentes, no sin dejar de reconocer que algunos como Brasil, Chile, México y Rusia han endurecido su política monetaria en respuesta al aumento de la inflación por arriba de las previsiones.

Sin embargo, a pesar de las revisiones a la baja para México, el escenario del FMI de corto plazo pinta bastante favorable: un alza del PIB del 6.2% en 2021 y de 4.0% en 2022, una inflación promedio de 5.37% y de 5.85%, y una de fin de periodo de 5.95% y 3.10% para este año y el próximo. El tipo de cambio promedio implícito estimado es de 20.1294 pesos por dólar en 2021, incluso más apreciado que el valor registrado en 2020, de 20.4856 pesos por dólar, y no muy diferente al de 2022, de 20.1774 pesos por dólar. Es decir, se espera estabilidad macroeconómica y aterrizaje de la inflación a finales del próximo año. Incluso, tiene una perspectiva más optimista que la del Banco de México.

El gobierno mexicano manifestó su descontento con la “Declaración del personal técnico al término de la misión del Artículo IV” correspondiente a 2021 difundida el pasado 8 de octubre. Los expertos del FMI reiteraron su cuestionamiento al haber adoptado una política fiscal conservadora para enfrentar la crisis del 2020, lo que ocasionó que la caída del PIB fuera del 8.3%, generando un costo humano, social y económico muy elevado, que se reflejan en mayores niveles de pobreza, que antes de la pandemia ya lo eran y en continuas caídas del PIB per cápita.

Recomiendan una política fiscal más acomodaticia para el 2022 y consideran que sería necesario realizar una reforma fiscal en el mediano plazo, que tendría que ser progresiva y aplicada de forma gradual. Respecto al “IVA: Eliminar la tasa cero excepto para unos pocos alimentos básicos, racionalizar las exenciones, implantar una estrategia integral de cumplimiento de la gestión de riesgos y eliminar las tasas reducidas en la frontera”.

Destacan que: “La inversión pública (distinta a la de Pemex) es escasa, y la inversión en proyectos de alta calidad estimularía el crecimiento. Realizar análisis de costo/beneficio rigurosos y transparentes, incluso a través de un proceso de revisión externa, ayudarían a garantizar una selección adecuada de proyectos”.

Se hizo hincapié en el creciente costo de las pensiones y de las pérdidas de Pemex para las finanzas públicas. Indicaron que el margen de maniobra para realizar recortes de gastos es limitado y recomendaron modificar el plan de negocios de Pemex. Se sugiere postergar planes de nuevas refinerías, en alusión a Dos Bocas, y reactivar las alianzas estratégicas con el sector privado.

Se reconoció la mayor transparencia del banco central al actualizar sus proyecciones de inflación y confiaron en que logre anclar las expectativas inflacionarias en el mediano plazo, pero recomiendan que el alza de tasas sea paulatina para no generar efectos negativos en la economía.

Se advirtió que un giro de la política energética afectaría la competitividad y la inversión, en alusión a lo que ha sucedido con el cambio de las reglas del juego que ha ocurrido en los dos últimos años, y manifestaron su preocupación respecto a que México se ha alejado de la adopción de políticas de mitigación del cambio climático que había promovido en un pasado.

Algunos de estos cuestionamientos son razonables. Ya los han hecho expertos en estos temas, pero lamentablemente son descalificados por el solo hecho de proceder de este organismo, que paradójicamente está asumiendo posturas mucho más progresistas que las de nuestro gobierno. El mundo al revés.

ADENDA

1) El Indicador Oportuno de la Actividad Económica creció 0.1% en septiembre respecto a agosto, 5% comparado con el mismo mes de 2020, lo que ya marca desaceleración.

2) La miscelánea fiscal, la Ley de Ingresos y el Decreto de Egresos pueden ser aprobados por mayoría simple, a diferencia de la reforma constitucional (CFE) que, como reconocieron dentro de Morena, se tendrá que negociar; sin embargo, hay un costo político de aprobar el paquete económico sin cambios.

Catedrático de la EST-IPN
Email: pabloail@yahoo.com.mx

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