El anuncio de la venta de Banamex el pasado día 11 generó desconcierto y fue la de ocho columnas en los diarios de circulación nacional al día siguiente. La versión oficial era que se había tomado como parte de una decisión estratégica de reorganización mundial de Citigroup para centrarse en el segmento de mayoreo fuera de Estados Unidos y que se venderá al mejor postor, precisando que conservará la propiedad del Segmento de Clientes Institucionales (ICG por sus siglas en inglés) y banca privada de CitiBanamex, así como de su casa de bolsa local, CitiBanamex Casa de Bolsa.

Aunque sus directivos en México hicieron hincapié desde el principio de que la salida no estuvo relacionada con una baja de las expectativas de la economía mexicana, la falta de confianza en México o cambios en los mercados de Afores, entre los analistas quedó la impresión de que sí fueron factores que contribuyeron, sobre todo si consideramos que el crédito al consumo viene registrando varios meses de caídas en términos reales y que las utilidades del grupo financiero han ido a la baja. Los estados financieros del cuarto trimestre de 2021 mostrarán más claramente la situación en algunos días.

Los grandes bancos con muchas sucursales implican elevados costos de operación y han tenido que enfrentar la creciente competencia de las fintech, que están buscando ofrecer a los clientes soluciones más económicas y ágiles, en una era donde las operaciones digitales y la nueva tecnología se han acentuado con la pandemia. CitiBanamex venía perdiendo relevancia frente a los competidores más fuertes como BBVA, Banorte y Santander.

Después del sorpresivo anuncio, comenzaron las especulaciones sobre los posibles interesados, mencionándose al banco brasileño Itaú, Santander y a los mexicanos Banorte, Inbursa y Azteca; así como los temores por una mayor concentración señalados por la autoridad hacendaria. Cualquier fusión está regulada por la Ley de Instituciones de Crédito; la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, que tiene pendiente la designación de puestos que se encargarían de revisar el proceso, así como de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), que requiere el nombramiento de tres comisionados.

Posteriormente, el Presidente expresó su preferencia porque Banamex se vendiera a empresarios mexicanos, adelantándose la propuesta de que fuera un grupo de accionistas cercanos al gobierno. El jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera fue más lejos y propuso una empresa mixta, con participación estatal, dejando entrever una nacionalización parcial. Como pago de impuestos, se sugería recuperar el acervo cultural en una especie de ajuste de cuentas por el Fobaproa.

Al presentarse los resultados de Citigroup del cuarto trimestre, Jane Fraser, su directora general, tuvo que reconocer que el proceso de venta no sería sencillo y que esperaban que iniciaría en la primavera.

El anuncio generó desconfianza y temor entre los clientes, por lo que se presentaron casos de intentos de fraudes con el pretexto de actualizar los datos, al punto de que el banco tuvo que publicar desplegados en los medios para advertir que se protegieran de fraudes y que CitiBanamex no pide verificar ni actualizar los datos para tranquilizar a sus clientes.

Por su parte, las tres grandes calificadoras de riesgo pusieron las calificaciones y estimaciones de CitiBanamex en revisión a la baja. La más sonada fue la de Moody’s, cuyo comunicado lo hizo el pasado domingo 16, esto es, en un día no hábil. Se destaca:

“A noviembre de 2021, CitiBanamex era el tercer mayor banco del sistema bancario mexicano con el 12.9% de los depósitos del sistema y segundo mayor con 15.8% de los créditos al consumo, así como cuarto en créditos comerciales con 9.2% del mercado”. Esto es, a pesar de que ha venido perdiendo terreno, no deja de ser uno de los grandes bancos.

Considero que, en clara respuesta a Fraser, se precisa: “Dado el tamaño y la escala de CitiBanamex en México, esta desinversión probablemente tardará más en concluirse, y la revisión de Moody’s de las calificaciones de CitiBanamex podría extenderse más allá de un periodo de uno a tres meses.”

Aunque Moody’s destaca la calidad de los activos del banco, de manera explícita señaló que “la venta de sus operaciones de banca de consumo en México conlleva incertidumbres”, no dejó de aludir a que este proceso dependerá de la cooperación del gobierno y que, si se alarga más de lo previsto, podría bajar la calificación, repercutiendo en un menor valor de venta.

Cuando Citi adquirió Banamex por 12 mil 500 millones de dólares en 2001 generó una fuerte apreciación del tipo de cambio, por la expectativa que ello conllevaba para la economía mexicana, sumado a que, en ese entonces, debido a que se había alcanzado el grado de inversión, los bonos mexicanos se habían incorporado a los portafolios globales. La operación también provocó reclamos porque, al ser una operación en bolsa, no generó pagos de impuestos.

Las cosas han cambiado radicalmente 21 años después, y la operación podría ser incluso menor. Por ejemplo, Bank of America estima entre 10 mil y 12 mil millones de dólares, con pagos de impuestos, y llevarse más tiempo, restringiendo las opciones, considerando que las autoridades prefieren que sea un banco mexicano. Se va perfilando a Banorte como el tirador más probable; sin embargo, se tendría que pasar por alto los elevados niveles de concentración que la fusión generaría, no importando que el ‘Banco fuerte de México’ se coma al otrora segundo banco del país.

Un accidentado proceso de desincorporación de CitiBanamex, mal comunicado y operado, pudiera afectar a Citigroup; pero también habría un daño colateral para México por un descompuesto ambiente de negocios de por sí bastante afectado por las reformas y disposiciones adoptadas por el actual gobierno y por las complicaciones en puerta con el T-MEC, no sólo en la industria automotriz, sino también en otros sectores.

ADENDA

1) El Indicador Oportuno de la Actividad Económica (IOAE) de diciembre cayó 0.2% respecto a noviembre. La tendencia a la baja es marcada y sobre todo en el sector terciario por el debilitamiento del mercado interno.

2) El parlamento abierto para analizar la iniciativa de reforma eléctrica fue más un espacio político de respaldo.

3) El mercado accionario prevé una política monetaria más agresiva de la Reserva Federal.

4) El alza del PIB de 4% de China en el cuarto trimestre 2021 respecto al mismo periodo del año anterior muestra que la desaceleración es global.

5) La inflación de la primera quincena de enero nos indicará cómo vino esta cuesta.

Catedrático de la EST-IPN 
Email: pabloail@yahoo.com.mx 

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