Con un elevado porcentaje de popularidad, que en algunas encuestas rebasa el 70 por ciento, el presidente de la República tiene, en su segundo año de gobierno, el enorme reto de empezar a dar soluciones objetivas y tangibles a los grandes problemas nacionales, que ahí siguen.

Estos, comprenden una lista enorme y es claro que no se van a resolver todos. Algunos seguramente trascenderán el sexenio, como es el caso de no pocos que vienen de años atrás.

Pero los que realmente atormentan a la sociedad, que constituyen el eje rector de su actividad y su existencia, y que reclaman respuestas urgentes, inmediatas y eficaces son, en primer lugar, la inseguridad, que envuelve e impacta a todos.

Nadie escapa al terror de las escalofriantes cifras sobre la criminalidad, que abarca todas las modalidades. La idea de que todo ciudadano puede ser víctima de cualquier tipo de delito, en todo lugar, a toda hora, es perturbador. Simplemente es algo con lo que no se puede vivir ni con lo que haya que acostumbrarse a convivir.

El jefe del Estado no debe olvidar que millones de mexicanos que votaron por él, esperaban y esperan que, con la amplísima legitimidad que alcanzó el poder y las enormes facultades constitucionales que tiene sobre el uso del aparato estatal, haga lo necesario para salvaguardar su vida y sus bienes.

El país no puede seguir sembrándose de cadáveres; los ríos de sangre humana tienen que detenerse. Para ello, es indispensable apelar al instrumento fundamental que tiene a su disposición, que es la Fuerza del Derecho. Sin su ejercicio, no habrá esperanza de que paren las carnicerías que se suceden por doquier cotidianamente.

La inmunidad y la impunidad, asociadas a la delincuencia, son piedra angular que sostiene y recrea la criminalidad; con ella, se perpetúa y se acrecienta ese monstruo. Y hay que pararlo.

Andrés Manuel López Obrador se entronizó sobre promesas, que en su momento despertaron interés, simpatía y apoyo sociales y le generaron los resultados electorales favorables que buscaba.

Prometió que acabaría con la corrupción. Pero ese mal, que corroe lo más profundo del ser nacional está ahí, como si nada; se exhibe en sus proporciones inimaginables y oprobiosas de tantos años.

Y para no señalar más que los problemas vitales, que marcan la situación y la marcha del país, puesto que en sí mismos son universos con múltiples ramificaciones, se halla el de la economía. Inobjetablemente, ésta va mal, cerró con crecimiento cero el año pasado y eso no se puede negar de ningún modo.

Sin embargo, con la apertura de la llave del gasto público anunciado por Hacienda, a fin de canalizar recursos a proyectos productivos y de infraestructura de largo plazo, que generen nuevos empleos, el panorama será diferente.

Pese a que esos temas no han sido atenuados, el presidente López Obrador cuenta con un amplio consenso al que, si no le da sustento con acciones contundentes, convincentes y rápidas, puede ir perdiendo.

Es axiomático que, cuando una sociedad no ve que las promesas de un político o de un partido se cumplen, tiene motivos para relevarlos. Y en el horizonte inmediato, está la prueba de fuego de las elecciones intermedias...

SOTTO VOCE…

La Unidad de Inteligencia Financiera y Económica de Tamaulipas, pionera en procesar y sancionar delitos de procedencia ilícita, es vigorizada por el gobernador, Francisco García Cabeza de Vaca, para combatir desde el ámbito estatal el lavado de dinero, la corrupción y la impunidad. Fundamental para seguir fortaleciendo los buenos resultados en la materia, obtenidos por su gobierno… La titular del Trabajo, Luisa María Alcalde, muestra dominio, madurez y sapiencia en el impulso de la nueva reforma laboral con su acertada y responsable promoción.

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@mariobeteta

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