La mitad de la gestión presidencial de Andrés Manuel López Obrador es un éxito. Su política populista lo refleja nítida, inequívocamente. Lo dicen las encuestas y lo ratifica la enorme masa social que acudió al Zócalo a escuchar su mensaje por el tercer año de su gobierno. Ese logro, empero, tiene sólo dos piedras angulares, dos sectores a los que les ha dado mucho: los pobres y los militares. Y si continúa en esa ruta, no es improbable que sea suficiente para recrear a su partido en el poder en 2024.

Los indicadores sobre la popularidad del presidente son reflejo de la eficacia que tienen los programas asistencialistas que ha mantenido, ampliado e impulsado.

Atender las necesidades de la gente por medio de becas, efectivo, pago por trabajos temporales, es una forma de cooptación de los que menos tienen. A cambio de ese apoyo del gobierno, le corresponden con lealtad, atendiendo y entregándose casi incondicionalmente a todas sus acciones y decisiones.

Con esa práctica, el presidencialismo resurge sobre nuevos vínculos con la sociedad y se queda con la parte más numerosa: los marginados, con lo que, quien la encarna, tiene suficiente para mantenerse y dar continuidad a su proyecto, mirando a institucionalizarlo con un sucesor o sucesora a modo.

La otra parte de atención especial en el estilo personal de gobernar de AMLO, a quien no se le puede negar el profundo conocimiento que tiene de la psicología social, es el de las fuerzas castrenses. A ese grupo le ha entregado, hasta ahora, más de 240 actividades administrativas que abarcan todas las áreas, incluida la del reparto de medicinas.

Si la militarización de la burocracia y su gerencia administrativa son útiles para romper la corrupción que por décadas han determinado los vínculos entre gobierno e iniciativa privada, será muy loable; si el origen, formación, honestidad, disciplina y honradez que caracterizan a quienes ejercen la profesión militar acaba con esa complicidad, que ha permitido la generación de cuantiosas fortunas al amparo del poder, será un paso enorme para la nación.

Pero aún cuando su esquema funcione, no implicará que el país habrá resuelto sus problemas. Aunque AMLO gobierne, herede sucesor y la 4-T siga adelante con, por y para los pobres y los militares como únicos factores de apoyo al poder, deberá evitar la agudización de la discordia, la división y el enfrentamiento, con lo cual es imposible construir algo bueno y duradero.

Asumiendo que su aceptación se mantiene en un 70% y que lo transfiere a quien lo suceda, el otro 30% no se puede soslayar; menos aún, cuando es claro que está compuesto por las clases medias, medias altas y altas que son ilustradas, pensantes, críticas; cuentan con una estructura bien definida y podrían proponer alternativas.

La multitud que aclamó el miércoles a AMLO y que sustituyó al viejo besamanos oligárquico, sociológica, política y electoralmente está uncida a las prebendas y dádivas que recibe; por eso, creyendo en el “cambio”, lo seguirá a donde sea. Mas, después de la transformación que ha generado en prácticamente todos los rubros, debe convertirse en la verdadera evolución de la conciencia y evitar la involución de la inconsciencia...

Sotto Voce…

Objetivas, delicadas y fuertes, las declaraciones del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas sobre los logros del gobierno…Los incrementos al salario mínimo que regirán a partir del primero de enero, finalmente cumplen con llegar, al menos, a los niveles de la “línea de bienestar”. Deberá ser el punto de inflexión para que, los 13 millones que perciben ese monto, recuperen su poder adquisitivo para los bienes que integran la canasta básica…La fuga de criminales en Hidalgo, da idea de las deplorables condiciones en las que se encuentra la entidad. ¿Otra herencia maldita de un gobernador priísta?