La próxima elección de la nueva dirigencia del PRI tiene varias particularidades que la hacen muy especial y que, vista con objetividad, podría ser promisoria sólo a condición de que la dirija la persona indicada.

Con un siglo en el escenario nacional y muchas décadas como partido cuasi único-hegemónico-dominante-mayoritario-opositor, el PRI ha hecho y ganado todo y, por el desgaste del ejercicio del poder, no es poco lo que ha perdido.

Uno de sus factores fundacionales fue su ideología, vinculada al espíritu y los objetivos de la Constitución y de la Revolución. Sobre esa base, recreada con un discurso de promesas y de no pocas realizaciones, se mantuvo por años. Pero al abrazar el neoliberalismo, con el que se polarizó la sociedad entre ricos y pobres, cayó en el descrédito.

Con una organización social de arriba a abajo, ideologizada, beneficiada o esperanzada; corporativizada y clientelar o sometidas por métodos autoritarios y antidemocráticos, conservó su fidelidad pese a que sus ofrecimientos de bienestar se circunscribieron cada vez más a las palabras, lo que en paralelo fue despertando la conciencia del engaño.

Con el poder en sus manos en todas las dimensiones, comenzando por la Presidencia de la República hasta el año 2000, pudo realizar obras sociales que cada vez fueron menos, mientras quienes se hicieron de los mandos, se enriquecieron como nunca, en el más descarado y vulgar atraco a las arcas públicas.

En esta innoble y funesta tarea, se le unieron PAN y PRD hasta el año pasado. Por las corruptelas de muchos de sus integrantes, los tres quedaron fuera de las preferencias electorales y surgió Morena como la alternativa, cuyos frutos la gente sigue esperando.

Sin poder, con una militancia menguada y escéptica, pero sobre todo sin dinero, con lo cual es imposible hacer política, entendida como obra pública generadora de consenso, el próximo nuevo líder del otrora partido casi invencible tendrá, con su victoria, un desafío como jamás enfrentó ninguno de sus antecesores.

El instrumento que tienen los aspirantes a suceder a Claudia Ruiz Massieu, se limitará al discurso. Su disponibilidad de dinero es en extremo restringida. Con el verbo desgastado y sin recursos, es poco lo que una institución o una persona pueden hacer, por mucho prestigio que las acompañe.

Ante este drama, podría sumarse la posibilidad de que algunos de los gobernadores que el PRI llevó al poder se vean impedidos para proveer a su dirigente partidista de algún apoyo, considerando que tienen ojos en muchos lados observando sus movimientos.

Lo anterior, sin contar con que el factor más fuerte al que tendrá que enfrentarse, es que Morena tiene la mayoría de las magistraturas, comenzando por la de la Presidencia. Con ellas, pone las bases de su permanencia sobre una ideología y el Derecho, que dicta desde el Congreso, y los muchos cargos administrativos, con los cuales es capaz de materializar el beneficio que, en cualquier caso, con cualquier partido, la sociedad espera.

Con esos antecedentes, de los tres aspirantes a dirigencia de ese órgano político, el único que puede reiniciar su actualización, reconstrucción, sentar nuevas bases y luchar por la reconquista del poder y la transformación de su imagen y principios, es Alejandro Moreno Cárdenas.

Sotto Voce… El ciclo de la pobreza histórica de Oaxaca, se está quebrando con el trabajo y dedicación del gobernador, Alejandro Murat, quien, en sus primeros dos años de gestión, ha revertido significativamente ese problema. Y va por más… En Petit Comité hará un breve paréntesis. Reaparecerá el 30 de agosto.

ombeluniversal@gmail.com @mariobeteta

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