Julissa, una joven que practica atletismo en el deporte adaptado , busca obtener un lugar en los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 . Esta disciplina tiene reglas que han sido adecuadas para que sea practicado por personas con discapacidad física, visual e intelectual.

Texto y Fotos: Ollinka Méndez

Desde pequeña, Julissa Lucas Téllez , enfrentó situaciones como la discriminación debido a la malformación congénita en una de sus manos. Esto y la muerte de su madre fueron hechos que forjaron su carácter como una atleta que hoy compite en los 100 y 200 metros planos.

La ganadora de tres medallas de oro en la Paralimpiada Nacional 2018 buscaba mejorar su marca (14 segundos) en la prueba de 100 metros planos para competir en los Juegos Parapanamericanos de Lima 2019 , pero no consiguió clasificar. Por eso quiere prepararse física y mentalmente para obtener el pase el siguiente año.

Cuenta que sufrió burlas por parte de sus compañeros de escuela en el municipio de Tecomán, Colima, debido a que su mano izquierda no se desarrolló por completo y para “superar poco a poco esas heridas”, su mamá la llevó a terapias psicológicas. Ahora, con 19 años, siete medallas de oro y dos de plata, recuerda ese episodio muy vagamente.

A los 10 años de edad, la colimense tuvo contacto con su primer entrenador de atletismo. Su madre conoció a Ascención Gómez, quien entrenaba a personas en el deporte adaptado e invitó a la niña a formar parte del equipo, “sin él yo no estaría aquí.

Él -su primer entrenador- me formó en lo que ahora es mi pasión: correr”, dice Julissa en entrevista para EL UNIVERSAL. Su primer logro fue a los pocos meses en una competencia en Morelia donde ganó dos medallas de oro en 100 y 200 metros pese a que su tiempo de preparación fue corto.

“Logré ‘colgarme’ dos oros y un plata en lanzamiento de pelota en el Estado de México e hice una marca que me podía llevar a los Panamericanos; no pude asistir porque no tenía edad suficiente. En ese tipo de competencias debes ir solo”, relata Julissa. Eso influyó en su ánimo para la siguiente carrera “ya no iba con la misma ilusión, mi rendimiento bajó y perdí”, comenta.

La última vez que la deportista vio a su madre fue a los 14 años. Martina fue a trabajar y, según compañeros, su pareja sentimental habría ido a recogerla a la salida. Ese día ella no regresó con su familia.

La mañana siguiente autoridades municipales fueron a la casa de la familia Lucas Téllez; habían encontrado el cuerpo de la madre de Julissa. “Me llamó y me dijo ‘mataron a mi mamá’.

La escuché e intenté tranquilizarla, fue lo más difícil”, explica Raquel Ávalos Delgadillo, secretaria de la Asociación de Deportes Sobre Silla de Ruedas en Colima AC , a la que pertenece la atleta, y quien la ha apoyado en lo personal y deportivo. Tras las investigaciones por parte del municipio se determinó que el autor del crimen había sido el padrastro de la entonces adolescente. Hasta la fecha se encuentra prófugo de la justicia.

El homicidio de su madre fue un hito en su carrera. Abandonó por completo el deporte y, por falta de dinero también dejó la escuela. “Me dediqué al cien por ciento a mi hermanita de dos años.

A raíz de lo que pasó con mi mamá ella perdió el habla por un largo tiempo”
, cuenta la medallista. Por tres años no tuvo relación con las competencias deportivas, a pesar de eso, nunca dejó de entrenar.

No perdió contacto con su asociación. “Gracias a Dios, Raquel Ávalos Delgadillo siempre ha confiado en mí y me ha apoyado, igual que Eduardo Javier, quien falleció hace algunos meses. Él era presidente de la asociación; ellos me acercaron de nuevo a competir”, asegura la joven.

La Asociación de Deportes Sobre Silla de Ruedas en Colima ha ayudado a más de 100 deportistas, de los cuales 24 han sobresalido nacional e internacionalmente.

Un regreso de oro

Al anunciarse los Paralímpicos Nacionales de 2017 con sede en Colima, Eduardo y Raquel la animaron a competir y la apoyaron con los trámites. Sólo tuvo tres meses de entrenamiento. Cuenta que le parecía imposible obtener un lugar pues había aumentado de peso y no había practicado en los últimos años.

Aún así, ganó una medalla de plata en 200 metros con un tiempo de 33 segundos; Julissa regresaba a la escena deportiva, sin embargo, no estaba conforme con el resultado, “no es una marca de la que me sienta orgullosa. Voy a mejorar”, dijo con una expresión dura en su rostro.

Hace tan solo unos meses se llevaron a cabo las Paralimpiadas Nacionales , por segunda ocasión en el estado de Colima, donde la oriunda de Tecomán consiguió tres preseas de oro en 100, 200 y 400 metros planos.

Tras el resultado su entrenador nacional, Joel Espinoza Mendoza, decidió que Julissa debía hacer una concentración de tres meses en la Ciudad de México. Actualmente, la joven se entrena cada día para superar su marca con un solo objetivo en mente.

“Me preparo para los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 entrenando al cien por ciento. Haré que toquen el himno nacional de México algún día y voy a llorar de la emoción”

, dice con lágrimas en los ojos y con una hermosa sonrisa.

Su familia y entrenadores la apoyan a pesar de los obstáculos. “Una realidad para la mayoría de los atletas convencionales o del deporte adaptado es la falta de recursos para desempeñarse adecuadamente”, señala Miguel Ángel Lucas Téllez, hermano mayor de Julissa.

Desde llevar una alimentación especial y hacer ejercicio, hasta su ropa deportiva para los entrenamientos. El Fideicomiso Fondo para el Deporte de Alto Rendimiento (FODEPAR), atendió a 324 atletas de alto rendimiento, 291 del deporte convencional en 37 disciplinas deportivas y 33 atletas del deporte adaptado en cuatro disciplinas deportivas (natación, atletismo, powerlifting y judo para ciegos y débiles visuales).

En el caso de la colimense, la CONADE sólo cubre sus gastos de hospedaje y alimentos cuando se encuentra en el Centro Paralímpico Mexicano en la Ciudad de México.

Julissa admite que las becas que recibe como medallista (por parte del Gobierno del estado de Colima) no siempre le alcanzan para todas sus necesidades y ahora, con el cambio de gobierno, también se ha visto afectada pues su beca se redujo.

“Mi tío Javier Lucas Téllez está en Estados Unidos; él me apoya económicamente cada 15 días para comprar mis tenis porque se desgastan muy rápido, ha sido como un padre para mí, pero no todos los atletas corremos con la misma suerte”, asegura.

La asociación a la que pertenece ha apoyado a personas con discapacidad a través de talleres, cursos, ciclo de conferencias, exposiciones, voluntariado y canalización con especialistas de medicina del deporte, fisioterapia, terapia ocupacional y sexual gratuitos, en la población colimense.

Los días de Julissa se van en un abrir y cerrar de ojos entre sus dos sesiones de entrenamiento, “cada día guardo los tenis y mi uniforme deportivo para cuidar a mi hermana. En la mañana llevo a mi hermanita a la escuela y me voy a entrenar dos horas, regreso a la casa y me pongo a hacer la limpieza, a hacer de comer.

En la tarde recojo de la escuela a mi hermana para después irme a entrenar de nuevo, al regresar hago la cena para tres”, menciona. Ella promete no olvidar a los que necesitan apoyo. “Si yo ganara una medalla en Tokio 2020, regresaría a mi estado para apoyar a los niños que no pueden entrenar por falta de dinero” .

Sabe que perder el objetivo no es una opción, y evita distracciones. “De pronto me invitan a salir, a tomar, a divertirnos, pero sé que eso me puede costar mucho en mi carrera”.

Julissa es el modelo a seguir de la más pequeña de la familia Lucas Téllez, el gran orgullo de su hermano y la joven promesa de los paralímpicos. “Soy un ejemplo para mi hermana y ella es mi mayor impulso para seguir. Esto es lo que me dejó mi mamá, sé que estaría orgullosa de mí” , concluye.

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