México dolido, México enojado, México polarizado. Tal vez nunca como hoy. Ese México bronco de Jesús Reyes Heroles que amenaza con despertar en cualquier momento. Debemos encontrar coincidencias que nos unan, no diferencias que nos dividan más. ¿Para qué buscar el poder político si no es para eso?

Claudia Sheinbaum se enorgullece de su formación científica, Xóchilt Gálvez de sus raíces indígenas. México quiere sentirse orgulloso de ellas. Por primera vez en nuestra historia, una mujer –Xóchilt o Claudia– regirá los destinos de la patria. En sus campañas las dos se han comprometido a muchas cosas si son elegidas el 2 de junio, incluyendo defender a los pueblos originarios y proteger nuestra biodiversidad.

Son desafíos que trascienden ideologías, partidos políticos, filias y fobias. Tareas que demandan la atención, las capacidades, la dedicación de las dos candidatas presidenciales.

Como mexicano comprometido con nuestra diversidad biocultural, en este texto intento argumentar brevemente por qué la urgencia; sé que peco de prescriptivo, repetitivo y hasta de iluso. Es una propuesta para que Claudia Sheinbaum, Xóchilt Gálvez y sus equipos diseñen –conjuntamente– un programa federal (2024-2030) para salvar las 64 lenguas indígenas mexicanas en mayor peligro de extinción, asegurando al mismo tiempo que los pueblos indígenas que las hablan sean los guardianes de sus recursos naturales.

Un programa en el que participe la sociedad mexicana y que la próxima presidenta –sea Xóchilt o Claudia– se comprometa a hacer realidad en beneficio de México.

La diversidad de la vida tiene dos vertientes, una biológica y una cultural. Las especies son la unidad básica de la biodiversidad, las lenguas la unidad básica de las culturas. Durante milenios, naturaleza y cultura han evolucionado juntas –la diversidad lingüística florece en donde hay alta biodiversidad. Las naciones con diversidad alta de especies tienen alta diversidad lingüística. Hoy ambas están en crisis por el crecimiento de la población humana, la globalización y nuestros desmesurados patrones de consumo.

A medida que el mundo se vuelve menos diverso cultural y lingüísticamente, también se vuelve menos diverso biológicamente. Los biólogos calculan una pérdida anual de especies de mil veces más que las tasas históricas, los lingüistas pronostican que para finales del siglo habrán desaparecido 50-90% de las lenguas del mundo. .

Cuando una lengua se extingue dilapidamos la cultura de un pueblo, su conocimiento milenario del mundo natural. Los pueblos indígenas son los mejores guardianes de la diversidad biocultural, conocen las complejas relaciones entre biología y cultura. Las lenguas y las especies en peligro de extinción comparten los mismos espacios y por eso deben combinarse los esfuerzos para protegerlas.

Con menos de 1% de la superficie del planeta, México es el quinto país más diverso lingüísticamente –después de Papúa Nueva Guinea, Indonesia, Nigeria e India. Es también el cuarto país más biodiverso –después de Indonesia, Brasil y Colombia. Pero 1213 especies de flora y fauna mexicanas están en peligro de extinción y 127 se extinguieron por actividades humanas. Con 364 lenguas vivas, , pero 64 de esas lenguas (con sus saberes y culturas) están en grave peligro de extinción –sobreviven menos de 100 hablantes de cada una.

Las lenguas se extinguen porque toda la población de hablantes fallece o son forzados a hablar un lenguaje diferente y olvidan su lengua materna. El número reducido de hablantes, su dispersión geográfica, la predominancia de hablantes adultos y la tendencia de abandonar la transmisión de esas lenguas minoritarias a las nuevas generaciones amenazan a las lenguas indígenas. Se les excluye de espacios públicos, institucionales y los medios de comunicación, como la radio y la televisión.

Algunos pueblos originarios parecen haberse resignado a que sus lenguas desaparezcan y que pronto sólo puedan comunicarse en español, otros quieren dar marcha atrás a la tendencia de extinción, muchos otros no saben qué hacer para salvar su legado ancestral, nuestra herencia cultural.

Las amenazas más graves para la biodiversidad mexicana son la destrucción y la fragmentación del hábitat (principalmente por deforestación con fines agrícolas y ganaderos), la sobreexplotación, las especies invasoras y el calentamiento global. Cuando una especie se extingue, comunidades biológicas enteras y ecosistemas se convulsionan. Independientemente de su valor económico, científico y estético, las especies tienen su propio valor –por su historia evolutiva única, su diversidad genómica, su propia existencia.

Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Guerrero, Michoacán y Puebla albergan la mayor parte de nuestra diversidad biocultural; también el mayor número de especies y lenguas en peligro de extinción. Las lenguas más amenazadas son  (en 2020 sólo vivían 2 hablantes), awakateco (3), tuzanteco(5), ayapaneco (8), ixil nebajeño (12), zapoteco de Mixtepec (14), ku’al (20), ixcateco (21), kaqchikel (35), zapoteco de San Felipe Tejalapám (50), ixil chajuleño (52) y zapoteco de Asunción Tlacolulita (53).

Ustedes tienen la palabra, estimadas candidatas Claudia Sheinbaum y Xóchilt Gálvez. ¿Se atreverán a dejar de lado sus diferencias, a sumar esfuerzos y a trabajar codo a codo por México?

Un programa de rescate de nuestra mexicanidad biocultural, enfocado en las 64 lenguas (y las comunidades indígenas que las hablan) en mayor peligro de extinción, podría incluir 10 componentes:

1) evaluación de proyectos y esfuerzos sobre la diversidad biocultural de México,

2) diagnóstico del estatus de los hablantes,

3) fortalecimiento del liderazgo de los hablantes para la documentación y revitalización de sus lenguas, y apoyo al conocimiento tradicional sobre los recursos naturales y su conservación,

4) documentación lingüística utilizando las mejores prácticas internacionales, y convenios para el archivo y resguardo de los productos generados,

5) evaluación de los recursos naturales en las tierras de los pueblos indígenas, incluyendo la relación entre la pérdida de biodiversidad y la pérdida de lenguas,

6) interacciones entre hablantes, comunidades y recursos naturales, incluyendo soluciones a los desafíos ambientales, sociales y económicos desde el conocimiento tradicional,

7) interacciones entre espacios de conservación (comunitarios, municipales, estatales, federales), hablantes y comunidades,

8) acciones y políticas públicas prioritarias para promover el uso y transmisión de las lenguas y el conocimiento tradicional para conservar los recursos naturales,

9) estrategia y financiamiento a largo plazo para revitalizar las lenguas y el conocimiento tradicional sobre recursos naturales, y

10) recomendaciones para replicar las lecciones aprendidas con otras lenguas de México.

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