Por Omar Vidal y Richard Brusca 

“Nos salvamos juntos o nos hundimos separados”. Juan Rulfo, México y los mexicanos, 1984


 
Vicepresidenta, hemos seguido su carrera política durante las últimas dos décadas y desde ambos lados de la frontera entre Estados Unidos y México. Desde que fue fiscal en San Francisco, fiscal general de California, senadora y ahora 49 vicepresidenta de Estados Unidos.

Usted ya hizo historia como la primera mujer, primera afroamericana, asioamericana y caribeña americana en ser vicepresidenta de Estados Unidos. La hija de una bióloga india y un profesor de economía jamaiquino que ha sido luchadora tenaz a favor de algunas de las mejores causas estadounidenses: reforma a la salud, un camino hacia la ciudadanía para inmigrantes indocumentados, el DREAM Act, los derechos de la comunidad LGBT, la prohibición de rifles de asalto, una reforma fiscal progresista y la protección del medio ambiente.

Bienvenida a México, vicepresidenta, cuando en índices no vistos en décadas, centenares de miles de mexicanos y centroamericanos arriesgan la vida para llegar y cruzar la frontera buscando un futuro mejor en Estados Unidos. Lo han hecho por muchos años y lo seguirán haciendo por razones económicas y de seguridad. Ni muros, ni agentes migratorios los detendrán. Los migrantes viajan miles de kilómetros, abandonando sus hogares, sus ancestros. Lo hacen porque no tienen opción, porque ya no tienen nada que perder. 

Todos esos adultos y niños abandonan su patria intentando escapar de la pobreza, las crisis políticas y la violencia en sus propios países. Huyen en busca del “sueño americano” porque sus propios sueños se frustraron. A pesar de algunos avances, tardan en hacerse realidad sus promesas y las del presidente Biden de mejorar el sistema de adjudicación migratorio y el trato a los migrantes en la frontera.

Llega usted a México cuando las aprehensiones de mexicanos en la frontera alcanzan los niveles más altos en los últimos tres años, cuando 45% de los extranjeros detenidos desde octubre son mexicanos y están encerrados en 200 cárceles para inmigrantes en Estados Unidos. Cuando más de 22,500 niños migrantes mexicanos y centroamericanos están bajo custodia de Estados Unidos y la oficina de aduanas y protección fronteriza de su país calcula que 200,000 niños no acompañados llegarán en 2021.  

Bienvenida cuando la estrategia de seguridad de abrazos no balazos del presidente Andrés Manuel López Obrador nos ha dejado 83,418 homicidios entre el 1 de diciembre de 2018 y el 15 de mayo de 2021.  A este ritmo, habrá más muertes violentas en esta administración que en las de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Rezamos para que esto no ocurra.  
 
Aterriza usted en México cuando 70% de los 34,515 homicidios en 2020 se cometieron con armas de fuego y, según la Secretaría de la Defensa, 70% de las armas que entraron ilegalmente ese año lo hicieron por la frontera con Estados Unidos. 

Bienvenida cuando mujeres, activistas de derechos humanos, defensores ambientales, periodistas y candidatos políticos mexicanos han sido asesinados en números sin precedentes. Cuando la pandemia ha matado (oficialmente) a casi 230,000 mexicanas y mexicanos—aunque algunas estimaciones dicen que son más de medio millón—y el país tiene el número más alto en el mundo (3,861 hasta principios de mayo) de trabajadores de la salud muertos por Covid-19. 
 
Cuando nuestras instituciones autónomas judiciales, legislativas, electorales, de derechos humanos, transparencia, organizaciones de la sociedad civil, científicos, ambientalistas y medios de comunicación están más asediados que nunca.

Le damos la bienvenida después de la peor sequía que México ha sufrido en décadas y que en mayo impactó 85% del territorio, según la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), amenazando la agricultura y nuestras fuentes de agua dulce. Cuando la Cámara de Diputados recortó los recursos para enfrentar el cambio climático (11.6% del presupuesto en 2021 se destinará a producir combustibles fósiles y sólo 1.1% a mitigación y adaptación al cambio climático), mientras el gobierno sigue ignorando el peligro que representa el calentamiento global y acaba de pagar 600 millones de dólares por una refinería en Texas.

Vicepresidenta Harris, por supuesto que sabemos que usted sabe todo esto.

Llega usted a México inmediatamente después de las elecciones intermedias más grandes y tal vez más importantes en la historia del país. Votamos para elegir más de 21,000 cargos públicos, incluyendo presidentes de 1,942 municipios, 15 gubernaturas, congresos locales en 30 estados y la joya de la corona–la Cámara de Diputados. 

Aunque el Instituto Nacional Electoral sigue contando los votos, nos acecha el conflicto postelectoral, cualquiera que sea el resultado. Y parece que México sufrirá tres años más de polarización entre “nosotros” y “ellos”, buenos y malos, honestos y corruptos, conservadores, neoliberales y los demás. Dolorosamente evocador de lo que ocurrió en su propio país, ¿o no?
 
Bienvenida a México, vicepresidenta Harris, nuestra casa es su casa.

Científicos y ambientalistas

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