Primer acto: la era Dorsey

Twitter, la plataforma de microblogging más importante en la breve y fecunda historia de internet, fue creada en marzo de 2006 por Evan Williams, Biz Stone (quienes trabajaron en Google), el diseñador Jack Dorsey, Evan Henshaw-Plath y Noah Glass.

Twitter fue incubada en la firma Odeo, una pequeña compañía tecnológica ubicada en San Francisco, California, fundada por Noah Glass y Evan Williams en diciembre de 2004. El primer prototipo de Twitter fue utilizado en 2005 por 14 empleados en Odeo.

En principio, Twitter funcionó como un sistema de podcasting. A Dorsey se atribuye haber concebido el rediseñó de Twitter a partir de un agudo razonamiento: transformarla en una plataforma SMS para crear conversaciones entre pequeños grupos de personas.

El primer tuit en la historia de la renovada plataforma fue realizado por Dorsey, el 21 de marzo de 2006: “just setting up my Twttr”.

En cuanto al origen de los 140 caracteres —un elemento fundamental en el desarrollo y la identidad de Twitter—, el mencionado número de espacios era el límite estándar que los operadores de telefonía móvil habían determinado en el protocolo SMS.

El éxito de Twitter como sistema de microblogging -una plataforma destinada a poner en circulación mensajes cortos- fue inmediato. Twitter asumió el liderazgo absoluto entre las plataformas de microblogging, llegando a ser considerada como el más efectivo e ingenioso SMS de Internet.

En 2007 Jack Dorsey fue designado CEO de la empresa, cuyo tráfico ascendió a un promedio de 70,000 tuits por día. En agosto de ese año, Chris Messina, un usuario de Twitter radicado en India sugirió la incorporación del hashtag, el cual se convirtió en un auténtico parteaguas en el desarrollo y la expansión de Twitter.

La relación entre los fundadores de Twitter fue agitada y turbulenta. Williams era particularmente conflictivo. Primero se encargó de despachar a Noah Glass, quien con el dinero que recibió de su liquidación (6,000 dólares) decidió adquirir un Volkswagen para dedicarse a recorrer Estados Unidos. En 2007, Williams realizó las maniobras necesarias para apartar a Dorsey de Twitter e instalarse como CEO.

Con Williams al frente de Twitter, el número de usuarios de la plataforma prácticamente se estancó. Además, el modelo financiero que sustentó el desarrollo del sistema de microblogging presentó severas limitaciones para estimular el advenimiento de más inversores y, por supuesto, publicidad.

Los miembros de la junta directiva en Twitter terminaron por apartar a Williams. Dick Costolo, quien se había desempeñado como comediante, asumió el cargo de CEO hasta 2015. Ese año la junta directiva de Twitter logró convencer a Dorsey de retornar a Twitter y asumir el cargo de presidente ejecutivo, el cual ocupó hasta 2021.

El modelo financiero de Twitter no experimentó cambios significativos. No obstante, en gran media Dorsey admite ser considerado como el artífice de la relevancia de la plataforma en la formación, desarrollo y circulación de la opinión pública mundial, como de la incuestionable influencia de Twitter en la definición de la agenda setting en no pocas naciones.

Mandatarios, los barones de la democracia mundial, personalidades de los llamados círculos rojo y verde, líderes y celebridades emplean la plataforma debido a la enorme influencia que ejerce en la opinión pública internacional.

Sin embargo, en años recientes, a pesar de algunas modificaciones, la plataforma se volvió predecible; por tanto, monótona y con el riesgo de volverse anquilosada.

Las turbulencias en Twitter se agudizaron en el mes de marzo de 2022. Entonces ¿era imposible atajar los rumores relativos al interés de Elon Reeve Musk, quien estaría dispuesto a comprar un considerable porcentaje de las acciones de Twitter. En aquellos días Musk era considerado por Forbes como el hombre más rico en el planeta.

Segundo acto: Musk entra en escena

El Consejo de Administración de Twitter y el acaudalado empresario sudafricano convirtieron la operación de compra-venta en una delicada partida de póquer.

El 4 de abril de 2022, Musk reveló haber concretado la compra del 9.1% de Twitter por la suma de 2,640 millones de dólares. La operación le permitió convertirse en el principal accionista de Twitter.

La maniobra realizada por Musk, cuyo patrimonio neto ha sido estimado en 187,3 miles de millones de dólares, propició que las acciones de Twitter registraran un significativo incremento en bolsa (27%).

Diez días después, el 14 de abril, Musk realizó una oferta no solicitada para adquirir Twitter por 43,000 millones de dólares.

Para preparar la compra de Twitter y ganar la aceptación de la opinión pública, Musk destacó la necesidad de emprender profundos cambios en la plataforma, denunciando, además, las objetables políticas de moderación de contenidos que se practican en Twitter, y las deficiencias que presentaba su algoritmo de recomendación.

El 15 de abril, el Consejo de administración de Twitter intentó convencer a los principales accionistas de la pertinencia de comprar acciones adicionales. Con esa jugada, el Consejo de administración de Twitter pretendió impedir la total adquisición de la plataforma.

Sin embargo, el 20 de abril, Musk consiguió 46,500 millones de dólares y, dos días después, el 22 de abril, Musk registró tres sociedades bajo el nombre de «X Holdings» para concretar la compra de Twitter.

Para atajar cuestionamientos, el acaudalado empresario sudafricano anunció que eliminaría los bots de spam y procedería a autentificar a las personas reales.

El 8 de julio de 2022 Musk realizó una jugada que generó enorme tensión y nerviosismo en el Consejo de Administración de Twitter. Ese día informó que había decidido no concretar la compra.

Musk en realidad no pretendía dar marcha atrás en la negociación. De hacerlo tendría que enfrentar una sanción de 1,000 millones de dólares por la ruptura de la negociación, además, por supuesto, se vería envuelto en un gran número de litigios.

Las acciones de Twitter cayeron 7% tras el anuncio de Musk. Ello generó gran malestar en un importante grupo de accionistas, quienes presionaron al Consejo de Administración de Twitter para cerrar la venta en el menor tiempo posible.

El 4 de octubre del 2022, Musk aceptó comprar Twitter por la suma de 44 mil millones de dólares. El valor por acción fue acordado en 54 dólares con 20 centavos.

En sus primeros días como flamante dueño de Twitter, Musk procedió como auténtico búfalo en cristalería. Una de sus primeras medidas fue ordenar la destitución de los altos directivos de Twitter. También propuso introducir una cuota mensual a las cuentas interesadas en mantener el estatus de "verificado".

El 6 de noviembre, Musk anunció que no permitirá la suplantación de identidad en la plataforma: “De ahora en adelante, cualquier cuenta de Twitter que se haga pasar por otra sin especificar claramente que es una ‘parodia’ quedará suspendida de forma permanente”.

El 17 de noviembre la plataforma estuvo a punto de colapsar a causa del desenfrenado autoritarismo de Musk, quien envió un correo a los empleados de Twitter anunciando nuevas condiciones laborales. En respuesta, muchos empleados prefirieron presentar sus respectivas renuncias.

La fuga de talento sin duda alguna resultó más costosa de lo que suponía Musk.

El 28 de noviembre, Musk acusó a Apple por amagar con retirar la aplicación de Twitter de su tienda oficial.

En diciembre, Musk informó que el límite de caracteres —para aquellos usuarios dispuestos a cubrir el costo de un programa especial— aumentaría de 280 a 4000 caracteres.

Además, exhibió su talante autoritario al ordenar la suspensión de cuentas de aquellos periodistas que le cuestionaban. Ello le generó gran cantidad de críticas en la opinión pública mundial.

El domingo 18 de diciembre, el flamante dueño de Twitter aplicó una encuesta para preguntar si debería continuar como jefe de la empresa. Dos días después, como los resultados no le fueron favorables, Musk debió tragar todo su orgullo y anunciar su renuncia como CEO de Twitter.

Hasta enero de 2023 se estimó que Twitter operaba con el 20% del personal que tenía la empresa antes de la llegada de Musk.

En marzo, de acuerdo con lo asentado en un correo interno que fue filtrado a los medios informativos, Musk reconoció que Twitter había perdido la mitad de su valor.

En abril de 2023, Elon Musk decidió eliminar el célebre logo del "pájaro azul" para reemplazarlo con la imagen de Dogecoin, la criptomoneda. En ese mes Twitter dejó de ser una compañía independiente y pasó a ser parte del corporativo "X Holding".

En mayo, Musk dio a conocer el nombre de la persona que le sustituiría al frente de Twitter: Linda Yaccarino, quien se desempeñaba como presidenta de publicidad global y asociaciones en NBCUniveral.

Musk se apartó de Twitter para centrar su atención en otras empresas de su propiedad y, por supuesto, en OpenAI, que con ChatGPT desplegaba una formidable expansión desde el imaginario de la Inteligencia Artificial Generativa.

Musk tiene cuentas pendientes con Altman. Espera pronto poderle pasar factura. Como no recordar que Musk, abrumado por el espíritu de Alfredo Adame, ha retado a golpes a Vladimir Putin y a Mark Zuckerberg.

En junio se agudizaron los problemas en Twitter. En Australia, el gobierno la emplazó a ofrecer soluciones a la circulación de discursos de odio en menos de 28 días. Además, los principales editores de música de Estados Unidos presentaron una demanda contra la plataforma, afirmando que permite la piratería.

El 30 de junio de 2023, Twitter bloqueó a los usuarios no registrados para que no vieran tuits o perfiles en la plataforma. Al día siguiente fueron incorporadas otras medidas restrictivas, como límites temporales a la cantidad de tuits que un usuario puede ver por día, 8,000 mensajes para cuentas verificadas, 800 para no verificadas y 400 para nuevas cuentas.

El 24 de julio, en otra de las maniobras que parecían concebidas por Musk para exterminar Twitter, se consumó el cambio de nombre. Twitter ahora se llama “X”.

Tercer acto: la fragmentación de las plataformas de microblogging

Mark Zuckerberg, quien ha hecho del oportunismo una de sus principales virtudes, pretendió aprovechar el éxodo masivo de usuarios desencantados con Twitter.

En julio de 2023 fue introducido Threads, plataforma digital que admite ser considerada como un híbrido de X e Instagram. Musk afirmó que demandaría a Meta Platforms por plagio.

El advenimiento de Threads marcó el inicio de una competencia destinada a abrir el mercado del microblogging —plataformas digitales que permiten la publicación de mensajes cortos—, territorio que durante varias décadas Twitter ha dominado.

De acuerdo con lo asentado en el reporte Digital 2024 Global Overview Report, realizado por las firmas We Are Social y Meltwater, X ocupa la décima segunda posición entre las redes sociodigitales y plataformas con el mayor número de usuarios activos (619 millones).

A pesar de que en sus dos primeros días Threads consiguió obtener 70 millones de usuarios activos, en el reporte realizado por las firmas We Are Social y Meltwater, Threads ni siquiera figura en la relación de las redes sociodigitales y plataformas con el mayor número de usuarios activos.

Sin embargo, la fragmentación de las plataformas de microblogging no se desvaneció, permanece en suspenso.

A pesar de los garrafales errores que ha cometido Musk, X no solo ha conseguido sostenerse, incluso ha aumentado su popularidad.

De acuerdo con lo asentado en el ranking realizado por Similarweb, basado en el tráfico que registró la web entre diciembre de 2022 y noviembre de 2023, Twitter (X) fue ubicado en la quinta posición entre los top websites.

A Twitter le fueron atribuidos 6,41 B de visitas totales al mes, realizadas por un promedio de 764 millones de usuarios únicos, con un promedio de 10 minutos y 40 segundos dedicados a la plataforma por visita

En días recientes Elon Musk anunció la intención de implementar una “pequeña tarifa” a nuevos usuarios de X, quienes deberán de abonar una cantidad anual por publicar e interactuar con los ‘me gusta’ dentro de la plataforma.

La resilencia de X sencillamente es extraordinaria. Definitivamente merece sobrevivir a Musk.


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