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Gracias a notables adelantos científicos y tecnológicos, hoy la biología humana y el genoma humano pueden ser modificados por el hombre.

Ello, por supuesto ha generado grandes temores en no pocos bioconservadores, quienes tajantemente rechazan las ideologías mejorativas y, en general, el proyecto transhumanista.

La pregunta central es optar por el azar o afirmar la posibilidad de la decisión. Los bioconservadores se inclinan por el azar.

Uno de los principales referentes de las posiciones bioconservadoras es Francis Fukuyama, destacado politólogo, autor del best seller El fin de la historia y el último hombre (1992), el cual ha sido traducido a más de veinte idiomas.

Fukuyama también es autor del libro Nuestro futuro posthumano: consecuencias de la revolución biotecnológica (2002), en el cual sostiene que el formidable desarrollo de la biotecnología podría violar el orden natural de las cosas, suprimiendo la ética y la moral universal en los seres humanos.

Además, advierte sobre el desarrollo de una nueva eugenesia, la cual, si bien no estaría supeditada a voluntades totalitarias, como ocurrió con el nazismo -reconoce-, sí podría responder a los caprichos de modas estéticas.

El discurso de Fukuyama, al igual que el discurso de las grandes religiones, denuncia como sacrilegio el propósito de modificar la naturaleza humana.

Otro importante referente en la ideología bioconservadora es Michael Sandel, de origen judío, doctor en filosofía, profesor en la Universidad de Harvard, quien en 2007 publicó el libro Contra la perfección. La ética en la era de la ingeniería genética, cuyo prefacio fue escrito por Jürgen Habermas, el último heredero y referente en la llamada Escuela de Frankfurt.

En el primero de los cinco capítulos del referido libro, Sandel cuestiona el tránsito del modelo médico terapéutico al modelo mejorativo.

En el segundo capítulo cuestiona el mejoramiento, al que considera como dopaje accesorio, denunciando que sus consecuencias podrían invalidar el orden y la cultura del logro.

En el tercer capítulo cuestiona la ingeniería de especie, afirmando que ésta detonaría una competencia frenética hacia la perfección.

En el cuarto capítulo, Sandel expresó su rechazo a la eugenesia, afirmando que los niños devendrían en mercancías.

En el último capítulo, el profesor en Harvard repara en las negativas consecuencias de una ética centrada en el absoluto dominio del mundo exterior, desplazando la humildad, la responsabilidad y la solidaridad.

En el libro El futuro de la naturaleza humana, Habermas (2002) también objetó el mejoramiento genético, por considerar que mermaría significativamente la autonomía de los hijos.

Para el destacado filósofo moral, la brecha entre lo terapéutico y lo mejorativo debe mantenerse, pues considera que es determinante en el plano de lo moral. Habermas se instala en el imaginario de la filosofía de la libertad.

Sin embargo, el destacado filósofo alemán acepta manipulaciones genéticas indispensables con finalidades terapéuticas.

En el libro Beyond Humanity (2011), Allen Buchanan, destacado profesor de filosofía en la Universidad de Duke y miembro del Centro Hastings, institución independiente dedicada a la bioética, refuta a Fukuyama al destacar que a través de la historia podemos confirmar cómo la evolución ha venido transformando la biología humana y el genoma humano.

Los efectos del covid-19 han restado fuerza a los argumentos que suelen presentar los bioconservadores.

El covid 19 se encargó de evidenciar, una vez más, la frágil condición humana y, la pertinencia de emprender urgentes e indispensables mejoras biomédicas que nos hagan seres menos vulnerables.

En el libro La revolución transhumanista, Ferry (2016) destaca que el transhumanismo, antes de anular, invalidar o superar dilemas éticos o morales, primero pretende liberarnos de sufrimientos, dolores, relacionados a la edad, la enfermedad, la muerte.

En la nueva normalidad, cuando ésta efectivamente llegue, será indispensable reanudar el debate sobre el imaginario transhumanista, pues el transhumanismo responde a dos preocupaciones fundamentales que actualizó en nosotros el covid-19: la enfermedad y la muerte.

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