En la sesión plenaria celebrada el jueves 20 de enero, el Parlamento Europeo aprobó la Digital Services Act (DSA) -en castellano: Ley de Servicios Digitales-.

Esta ley responde a la intención de transformar el comercio electrónico en la Unión Europea, a partir de la moderación de contenidos en las plataformas en línea.

La DSA parte de un sencillo razonamiento: todo aquello que es considerado como ilegal en el mundo real también debe ser considerado como ilegal en el mundo en línea.

La DSA concede particular atención a la venta de productos falsos, el discurso de odio, las amenazas cibernéticas, la limitación y eliminación de la competencia y el dominio de mercado.

En los referidos temas, la “autorregulación” observada por las principales plataformas digitales ha resultado tan limitada como insuficiente.

Si reparamos en la ocurrente iniciativa de ley que presentó el senador Ricardo Monreal (Morena) para regular en México las redes virtuales, la diferencia cualitativa resulta abismal.

La DSA ratifica que las empresas que alojan los datos de otros no son responsables de los contenidos, a menos, por supuesto, que sepan que los contenidos son ilegales.

Sin embargo, la ley incorpora un importante cambio: cuando el contenido sea marcado como ilegal, las empresas deberán eliminarlo.

El problema radicaría en los criterios que tendrá que definir la Unión Europea para determinar la ilegalidad de los contenidos. Los excesos efectivamente podrían limitar la libertad de expresión y el acceso a la información.

La DSA introduce algunas restricciones al uso de los datos personales de los usuarios de las grandes plataformas digitales. La necesidad de devolver al usuario el control sobre sus datos personales ha sido uno de los principales reclamos de Tim Berners-Lee. Los eurodiputados parecen tenerlo muy presente.

Algunas disposiciones de la DSA solo serán aplicadas a las plataformas que cuentan más de 45 millones de usuarios en la Unión Europea, como Facebook, YouTube, Twitter y TikTok -designados como los servicios centrales de plataforma-.

Las empresas que no cumplan con las nuevas obligaciones se expondrán a multas de hasta el 6% de su facturación anual.

La DSA obliga a que las grandes plataformas revelen a los reguladores cómo funcionan sus algoritmos, cómo se toman las decisiones para eliminar contenidos y la forma como los anunciantes se dirigen a los usuarios.

Se espera que, al abrir la caja negra de los algoritmos de las Big Tech, se logre evitar gran parte de sus abusos y excesos.

Es importante tener presente que Frances Haugen, la “garganta profunda” que filtró los llamados Facebook Papers, señaló que Mark Zuckerberg sabe perfectamente que los algoritmos de Facebook estimulan los discursos de odio; sin embargo, los discursos de odio le representan tráfico, el tráfico le reditúa anunciantes y, lo anunciantes, por supuesto le generan formidables ganancias. ¿Para qué cambiar entonces los algoritmos?

Frances Haugen, además señaló que algunas investigaciones realizadas por Facebook -hoy Meta-, confirman los sentimientos de inseguridad que Instagram produce en niños y adolescentes. Sin embargo, Zuckerberg no concede gran importancia a los efectos de Instagram, debido a que considera a los datos de niños y adolescentes como una mina de oro.

En el libro Manipulados. La batalla de Facebook por la dominación mundial (2021), las periodistas Sheera Frenkel y Cecilia Kang refieren que, poco antes de los comicios presidenciales celebrados el martes 3 de noviembre de 2020 en la Unión Americana, los algoritmos de Facebook fueron modificados para limitar las expresiones polarizantes.

Sin embargo, después de la celebración de las elecciones, los algoritmos de Facebook retornaron a la “normalidad”.

También es importante tener presente que, en las iniciativas del parlamento australiano para impulsar la ley que obliga a Facebook y a Google a pagar a los medios de información locales por sus noticias, también fue contemplada la necesidad de abrir la caja negra de los algoritmos.

En realidad, la apertura de los algoritmos de algunas de las Big Tech fue el tema central del parlamento australiano. El impuesto que estableció a Facebook y a Google, en realidad admite ser considerado como un asunto secundario.

El 14 de diciembre de 2021, el Parlamento Europeo ofreció una sencilla explicación sobre la necesidad de aprobar la Ley de Servicios Digitales.

“Las plataformas digitales, como Amazon Google o Facebook, ocupan una parte importante de nuestras vidas desde los últimos 20 años. Los beneficios de la digitalización son evidentes, pero algunas de estas plataformas que ocupan una posición dominante en el mercado cuentan con una ventaja desproporcionada sobre sus competidores. Además, pueden influir negativamente sobre la democracia, los derechos fundamentales, las sociedades y la economía. A menudo determinan las próximas innovaciones o la elección de los consumidores y sirven de "guardianes de acceso" entre las empresas y los usuarios de internet”.

Los argumentos del Parlamento Europeo confirman el sentido de la “Tesis de Fausto”, propuesta por un destacado medioecologista estadounidense, Neil Postman, en el marco de la conferencia magistral que dictó en 1998, en un acto organizado por la Arquidiócesis de Denver, Colorado, Estados Unidos.

El título de la conferencia magistral de Postman fue Five Things We Need to Know About Technological Change -en castellano: Cinco cosas que debemos conocer acerca del cambio tecnológico.

La primera idea que presentó Postman en la referida disertación, destacó que las tecnologías “dan, pero también quitan”.

Ello significa que de toda tecnología se desprenden ventajas como desventajas. Incluso con determinadas tecnologías, las desventajas pueden ser mayores que los posibles beneficios que reportan.

Años antes, Marshall McLuhan lo había explicado de otra manera: “las tecnologías extienden, pero también amputan”. De hecho, tal señalamiento fue recuperado en la Tétrada de los McLuhan.

La Unión Europea parece haber comprendido las advertencias de los referidos medioecologistas y, parece decidida a impedir más abusos y excesos de las Big Tech. La DSA responde a la necesidad de ofrecer mayor protección a los usuarios.

En años recientes, en la Unión Europea como en Estados Unidos, se han interpuesto algunas controversias legales para acotar el desmedido poder y los abusos de las Big Tech.

En México, la limitada perspectiva de algunos legisladores responde a una obvia intención política: censurar la libertad de expresión en las redes sociodigitales.

El necesario reordenamiento de las plataformas digitales parece tardío. Sin embargo, como atinadamentre señaló el comisario de Marcado Interior de la Unión Europea, Thierry Breton, la ausencia de reglas para las plataformas digitales ya no es tolerable.

Las Big Tech pretenden mantener intactos los privilegios de su autorregulación. Ello les permitirá seguir realizando un gran número de prácticas anticompetitivas.

Basta considerar el comportamiento de Mark Zuckerberg, quien a pesar de los graves señalamientos de Haugen, destina considerables recursos al desarrollo de Meta, desentendiéndose de remediar todo aquello que debería ser modificado en Facebook como en Instagram.

La transformación de las Big Tech es tan deseable como necesaria. Contribuir a edificar un “mundo mejor”, misión que en sus inicios sustentaron la mayoría de las grandes plataformas tecnológicas de Sillicon Valley, quedó en el olvido. Las ganancias y el crecimiento a toda costa, fueron la verdadera prioridad de las aplanadoras digitales.

Las ventajas, que indudablemente han generado las plataformas digitales, en años recientes han sido opacadas por sus recurrentes abusos y excesos.

Esperemos que el ejemplo de la Unión Europea estimule un indispensable debate sobre el tipo de funciones que efectivamente cumplen las plataformas digitales en México.

El espíritu de la DSA se antoja como necesario considerar en México, tanto para transformar el comercio electrónico como nuestra lastimada convivencia en línea.

Impensable partir de las evidentes intenciones de censura de la iniciativa monrrealista. Sin embargo, dejar las cosas como están, no parece lo más recomendable. Un importante referente es la DSA.

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