El precio a pagar por ignorar el incremento en el consumo de drogas ilegales en México es muy alto. El fenómeno añade obstáculos al correcto funcionamiento del sistema de salud del país de forma directa e implica indirectamente una transformación en el valor de las plazas que domina el crimen organizado. Esta segunda cara de la moneda con la que hemos de pagar el consumo de drogas ilegales es particularmente problemática porque incentiva el combate por zonas valiosas para la distribución de drogas entre la delincuencia, lo que históricamente se ha asociado a violencia, corrupción y, en general, el deterioro del orden público.

Por Santiago Carriles 

De acuerdo con el Observatorio Mexicano de Salud Mental y Consumo de Sustancias Psicoactivas, desde el 2019 los pacientes internados en instituciones de salud mental con problemas derivados del consumo de Estupefacientes de Tipo Anfetamínico (ETA) superaron a los internados por consumo de cualquier otra sustancia. Los ETA incluyen principalmente tres sustancias: el MDMA, coloquialmente conocido como éxtasis o tachas, las anfetaminas y las metanfetaminas, coloquialmente conocidas como cristal.

Según dicho Observatorio, en doce estados de la república predominaron los ETA durante 2020 como causa de internación frente al alcohol y la marihuana, las otras dos sustancias que figuran en las estadísticas de forma importante. El promedio de las tasas de víctimas por homicidio doloso para cada 100 mil habitantes en dichos estados fue de 38.26, en contraste, en los dieciséis estados donde la principal causa de internamiento fue el consumo de alcohol fue de 26.20 y en los cuatro que predominó la marihuana fue de 18.05.

Por otro lado, en los 24 estados en los que durante el 2020 las fuerzas de seguridad aseguraron al menos un kilo de ETA, la tasa de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes fue de 32.12 y de 22.5 en los que no se aseguró ni un solo kilo de ETA. Evidentemente, no es posible separar el efecto que tiene sobre la violencia la producción, el trasiego y la distribución de drogas, particularmente ETA, cuando en un mismo territorio ocurren al menos el trasiego y la distribución por necesidad de estas y otras sustancias.

La diferencia entre estas tasas, sin embargo, nos permite proponer la hipótesis que las plazas distribuidoras de ETA medidas por su consumo, son más propensas a la violencia homicida. Para probar dicha hipótesis, se requeriría integrar al análisis otras variables institucionales y sociodemográficas que pudieran mediar dicha relación.

Ante la decisión del gobierno federal de cancelar la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco que debía presentar sus resultados en 2022, los datos aquí presentados son con los que se cuenta para bosquejar la problemática del consumo de drogas y sus implicaciones. La última encuesta de este tipo se realizó en 2016 y sus resultados son obsoletos ante la transformación que ha sufrido el país desde ese entonces. La ausencia de cualquier otra medida útil para la estimación del fenómeno que tratamos de vislumbrar, como por ejemplo el análisis de aguas residuales, obligan a funcionarios a atender a ciegas un problema urgente si ellos mismos no han empleado sus recursos para financiar investigaciones al respecto.

Lo más preocupante detrás de la cancelación de esta encuesta es que no se ha propuesto ninguna alternativa desde el gobierno ni desde la sociedad civil que la sustituya en su objetivo. El primero, atado por la austeridad, no se ha propuesto llevar a cabo ninguna otra medida menos costosa y, la segunda, sin financiamiento del sector privado nacional o internacional que permita realizar un proyecto con este objetivo, no tiene la oportunidad de ofrecer nada más que indicadores inexactos como los de este artículo.

La única estimación con respecto al consumo de drogas que podemos proporcionar es que en la década que tenemos delante, si el panorama no cambia, andaremos a ciegas ante un problema cada vez más grande en materia de salud y seguridad. Las luces que podemos ver en esta oscuridad, sin embargo, nos previenen de lo desalentador que será el futuro y de que existe una variable que todos los estudios sobre salud pública, seguridad y narcotráfico estarán condenados a ignorar.

Investigador del Observatorio Nacional Ciudadano 
@Carriles42  
 Para acceder a los datos recopilados por el autor de este artículo, enviar un correo a santiago.carriles@onc.org.mx 

 
Referencias: 
 
Incidencia Delictiva, Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Consultado el 26 de mayo de 2022. 
Observatorio Mexicano de Salud Mental y Consumo de Drogas, Informe sobre consumo de drogas 2016, 2017 Microsoft Power BI 
Observatorio Mexicano de Salud Mental y Consumo de Drogas, Informe sobre Situación de la Salud Mental y el Consumo de Drogas 2021, 2021, INFORME_PAIS_2021.pdf (www.gob.mx) 

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