Por: Ana Velasco

El tiroteo ocurrido en la ciudad de El Paso el pasado 3 de agosto donde murieron 8 mexicanos ha sido calificado como “terrorismo” por la Secretaria de Relaciones Exteriores. Se cree que el atacante fue autor de un documento publicado en la plataforma 8chan antes de los hechos. En él, describía una visión oscura de un Estados Unidos invadido por inmigrantes latinos.

El texto está lleno de lenguaje supremacista blanco y odio dirigido a inmigrantes y latinos, y el autor sostiene que se opone a la "mezcla racial" y alienta a los inmigrantes a regresar a sus países de origen. Las autoridades de justicia estadounidenses están tratando el tiroteo de El Paso como un posible caso de terrorismo doméstico.

Parte del lenguaje del manifiesto refleja ideas expresadas por el presidente Donald Trump. Este tipo de retórica también está presente en medios de comunicación, como Fox News, y ha tenido eco en algunas corrientes dentro del Partido Republicano.

Esta es la clave para entender las implicaciones que tiene el tiroteo en México. Más allá de conocer los motivos particulares que tuvo el atacante de El Paso, es evidente que la violencia contra los mexicanos no ocurre como un caso aislado, sino que es parte de un contexto.

En los últimos años, un número de expertos, funcionarios y organizaciones especializadas han documentado el alza de los grupos de odio, principalmente apoyados en las ideas de la supremacía blanca. De hecho, un documento del FBI de 2004, por ejemplo, identificó la amenaza de los llamados “lobos solitarios” en Estados Unidos en el contexto de una amenaza mayor y continua desde la extrema derecha en un momento en que estaban ocupados con Al Qaeda.

Con justa razón, Estados Unidos pasó casi dos décadas concentrado en las amenazas de las organizaciones militantes islamistas. Sin embargo, desde los acontecimientos en Charlottesville en 2017, ha revivido el debate sobre la reubicación de prioridades de la lucha antiterrorista. Según la organización Anti-Defamation League, los extremistas de derecha mataron a más personas en 2018 que en cualquier otro año desde 1995 cuando ocurrió el ataque de Oklahoma City.

Pero el tema no parece solamente haber tomado a las autoridades estadounidenses por sorpresa, sino también a las mexicanas. El aparato de seguridad de nuestro país ha fallado en identificar el alza de los grupos de extrema derecha en Estados Unidos como una amenaza para los ciudadanos mexicanos desde hace varios años.

El concepto de terrorismo en México ha reflejado primordiamente las prioridades de la política exterior de Estados Unidos. Esto es, hablar de terrorismo se refería

principalmente a la violencia política perpetrada por organizaciones con motivaciones religiosas radicales, aquellas de la cuarta ola del terrorismo internacional como las llamó David Rapoport.

La percepción de amenaza del terrorismo en México ha sido la posibilidad de que se registren atentados en territorio nacional contra objetivos e intereses de Estados Unidos, así como la cooptación de miembros de la delincuencia organizada mexicanos. Esto se refleja en versiones pasadas de la Agenda Nacional de Riesgos que fueron publicadas por la prensa incluso después de la elección de Trump.

El hecho es que, a lo largo de estos años, dichos ataques y nexos no ocurrieron o no se aportó evidencia sólida para afirmar que constituían una verdadera amenaza. En realidad, algunas de las alarmas vinieron de parte de actores políticos en Estados Unidos con agendas de extrema derecha. Por ejemplo, en 2015 el controvertido analista, Sebastian Gorka, difundió mentiras sobre la existencia de un campamento de ISIS en Ciudad Juárez.

La expectativa de que un ataque terrorista ocurriera contra objetivos estadounidenses en territorio mexicano no se cumplió. Lo que se registró fue un ataque terrorista contra ciudadanos mexicanos en territorio estadounidense. Si bien se trató de terrorismo doméstico y no de una organización internacional, la declaración de la cancillería mexicana fue muy pertinente.

El ataque de El Paso es una llamada de atención para replantear el debate. El ecosistema de racismo contra los mexicanos en Estados Unidos es una amenaza de seguridad nacional cuando se presentan ataques directos contra sus ciudadanos por el solo hecho de ser mexicanos y con el objetivo de aterrorizarlos.

Es importante que se revisen a fondo las medidas de protección de mexicanos en el exterior, especialmente en Estados Unidos. La prensa mexicana recogió esta semana declaraciones de parte de funcionarios que temen que los consulados puedan ser blanco de un ataque. Las ciudades fronterizas son especialmente vulnerables por las dinámicas de tránsito y comercio propias de la zona.

También es imperativo que el aparato de seguridad e inteligencia mexicano reaccione ante este panorama. La cooperación interinstitucional será clave para que se articulen medidas de prevención integrales que deshaoguen todas las vías a nuestro alcance para evitar que una tragedia así se repita.

Investigadora del Observatorio Nacional Ciudadano
@_anavelasco

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