Por: Daniela Baltazar

La crisis sanitaria ha golpeado un mundo ya de por si con muchos problemas y dolores. Las muertes y contagios, la crisis económica, el desempleo, la falta de apoyo gubernamental para quedarse en casa y también la violencia. En México, en los trimestres posteriores a que se decretó la pandemia el número de carpetas de investigación por violencia familiar y por el delito de violación han alcanzado niveles máximos desde que se tiene registro.

Además, 9 estados llegaron a picos nunca antes alcanzados antes de la pandemia en violencia familiar, 8 en feminicidio y 9 en violación. Destacan, por su gravedad, Baja California, el Estado de México y Nayarit que desde el confinamiento alcanzaron números de carpetas de investigación máximos de violencia familiar y de feminicidio. Aguascalientes y Querétaro alcanzaron picos en violaciones y feminicidios y la Ciudad de México, Oaxaca y Chihuahua máximos en violaciones y violencia familiar.

Esto sólo considerando los primeros lugares. Pero todos los estados - pese a tener importantes disminuciones en los delitos patrimoniales - mostraron aumentos repentinos en estos delitos de violencia de género a partir del confinamiento. En la mayoría se observa menores tasas de denuncia durante el segundo trimestre del 2020 (probablemente por el miedo al contagio al acudir al ministerio público) pero rápidamente se recuperan y en muchos estados alcanzan máximos históricos.

Por ejemplo, el primer trimestre del 2020 el Estado de México tuvo 2, 877 carpetas de investigación por violencia familiar, un año más tarde en el primer trimestre de 2021 alcanzó las 5,835, un aumento del 103%. Chiapas de manera similar, pero en el delito de violación tuvo un incremento en el registro del 108% (61 carpetas en el primer trimestre del 2020, 127 carpetas el primer trimestre del 2021).

Tristemente, ya es hasta lugar común que los gobiernos locales y federales adjudiquen a estos aumentos en número de carpetas de investigación a que sus administraciones están creando “mayores niveles de confianza en las víctimas”, y que por eso denuncian más. Lo preocupante no sólo es que afirmen esto sin evidencia, y la banalidad consecuente con la que se sigue tratando esta crisis sin precedentes, sino que no tenemos tampoco datos suficientes para desmentirlo.

El Secretariado Ejecutivo no provee información a nivel carpeta de investigación y en el caso de violación y violencia familiar ni siquiera tenemos una base de víctimas (como si tenemos para feminicidios y otros delitos), por lo que no contamos con datos si quiera del género de las víctimas, ni de su edad, ni datos sobre los agresores.

También hay otras instituciones que podrían estar recopilando y publicando información para entender mejor esta otra pandemia, que también se cobra vidas y causa mucha infelicidad y dolor a las personas involucradas. Por ejemplo, la Secretaría de Salud, que podría publicar bases, respetando confidencialidad, con información sobre víctimas de violencia familiar y sexual. O la misma Secretaría de Educación Pública que una de sus funciones más importantes debería ser capacitar a sus profesoras y profesores para que puedan identificar estudiantes en situación de abuso.

El punto es que no tenemos los suficientes datos para entender esta otra pandemia que se recrudeció por la pandemia del Covid-19: la violencia en los hogares física, verbal y sexual. Y tener información es el primer paso para diseñar estrategias reales.

Investigadora del Observatorio Nacional Ciudadano
@dani_baltazar12

*Fuente: Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, carpetas de investigación trimestrales.

https://www.gob.mx/sesnsp/acciones-y-programas/datos-abiertos-de-incidencia-delictiva

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