Juan Antonio Centeno Quevedo

Es ya un tema ampliamente discutido y criticado lo sucedido en días pasados en Culiacán ; sin embargo, sin la intención de minimizar los hechos, es una expresión potenciada de lo que se vive en muchos estados del país, no es más que el resultado de una maraña de responsabilidades en la que encontrar culpables quizás solo nos lleve a desviarnos de la verdadera solución del problema.

Lo que, si es un hecho, es que, para cualquier trabajador en la iniciativa privada, frente a un fracaso tan rotundo ameritaría cuando menos una contundente sanción o incluso la pérdida del empleo y vale decir que eso tiene todo sentido; si no sabes cómo cumplir una responsabilidad, quizás sea mejor reconocerlo y con un alto grado de humildad, aceptar que debe llegar una persona más capaz a cumplir con el encargo.

Las versiones han sido muchas; reales o irreales confunden a la opinión pública; las explicaciones y justificaciones pueden o no cumplir con las expectativas; las teorías de la conspiración surgen a diestra y siniestra y la desinformación reina de manera permanente; sin embargo, hay hechos que es imposible confundir, y es que alguien planeo una estrategia, tomó una decisión y se equivocó y como tal, se deben asumir las consecuencias.

Pero quizás, dando vuelta de timón a los prejuicios, no tengan la culpa las autoridades; debemos abrirnos a la posibilidad de que ellos solo seguían instrucciones a pesar de estar inmersos en una situación complicada. Si nos concediéramos un gigantesco cambio de paradigma, ¿sería atrevido decir que, en parte, es culpa de los ciudadanos? Y es que, analizándolo a detalle, somos los ciudadanos quienes sufrimos esta inseguridad, pero también somos los ciudadanos quienes elegimos a los gobernantes, y somos quienes deberíamos, es más, tenemos la obligación de exigir que las cosas se hagan y se hagan bien.

Es momento de que el patriotismo vaya más allá del 15 de septiembre o del día en que juega la selección; debemos despertar a los ciudadanos pensantes, ciudadanos críticos que saben reconocer los aciertos, pero también sancionar objetivamente las fallas, no olvidemos que quienes sitiaron Culiacán son ciudadanos, con familias, con amigos, con necesidades humanas.

Basta ya de decir que todo está mal y no hacer nada para cambiarlo, basta ya de divisiones o indiferencia ante las desgracias ajenas, basta ya de soportar atropellos a todas luces dolosos. Es momento de despertar a la realidad, de exigir una estrategia real y operativa; de dar facultades, pero también imponer sanciones a los servidores públicos que no cumplan, basta ya de calles inseguras, de atropellos a los derechos humanos, de no tener libertad.

Para que esto mejore, hay solo un factor común; Voluntad Ciudadana; es momento de dejar los partidos de lado, no se trata de exigir a un partido, se trata de exigir a una AUTORIDAD en turno; es un funcionario público elegido por un sistema democrático, al servicio de México y que debiera velar por los intereses de los mexicanos más allá de sexo, religión o por supuesto afiliación política.

Hoy nos encontramos con el año más violento del que se tenga registro, esto ya ha sido explicado ampliamente por el Observatorio Nacional Ciudadano y avalado por la Red Nacional de Observatorios, en donde, con cifras oficiales y metodologías comprobadas, terminaremos 2019 como el año con la mayor tasa de homicidio doloso, de feminicidio, de trata de personas, de narcomenudeo, de robo a negocio; y el segundo peor año en materia de extorsión. La violencia ha crecido, las instituciones se perciben débiles y sin coordinación y la estrategia ha brillado por su ausencia.

No se trata de preguntarnos si queremos ver un México violento; ese México ya nos alcanzó y entre más rápido lo reconozcamos, más rápido podremos tomar cartas en el asunto; evolucionemos como ciudadanos pensantes y responsables, desarrollemos el respeto desde la casa, seamos responsables con la información que recibimos y críticos al momento de emitir un juicio; necesitamos a mexicanos de valor, personas que verdaderamente asuman la responsabilidad desde la propia trinchera, que se fajen ante la adversidad y que la resiliencia se desarrolle en las comunidades; cuando ello suceda, la estrategia por muy débil que sea podrá tener éxito

Frenemos ya esta violencia, no se trata de que tomemos un arma y hagamos justicia en propia mano, más bien exijamos que las autoridades hagan su trabajo y lo hagan bien, si se puede, si no somos nosotros mismos, entonces ¿quién?, si no lo hacemos ahora, ¿entonces cuándo? es momento que las nuevas generaciones conozcan la paz, la tranquilidad y tengan fe y esperanza de un mejor futuro, porque definitivamente esta realidad NO PUEDE PERSISTIR.

Observatorio Ciudadano Tamaulipas
@OBCITA

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