Por: Fernando Ramírez Flores

El suicidio se ha convertido en una preocupación social a nivel internacional, considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una de las 20 principales causas de muerte en el mundo. Para visibilizarlo, en 2003 la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio promovió el 10 de octubre como el día mundial para la prevención del suicidio. Actualmente participan 70 países en esta iniciativa, entre los cuales se encuentra México.

El suicidio es un problema de salud mental. Estimaciones de la OMS señalan que cada caño 800,000 personas se quitan la vida, principalmente jóvenes entre los 15 y los 29 años.

En 2018 de acuerdo con datos publicados por el INEGI, en México se registraron un total de 6,710 muertes por lesiones autoinfligidas, lo que corresponde a una tasa del 5.4 por cada 100 mil habitantes en el país.

Según datos del INEGI, las estadísticas por quinquenio de edad se muestran en la siguiente proporción, de los suicidios registrados en el 2018, en el sector de la población de 10-14 años se registraron 229 suicidios, de 15-19 años fueron 800, de 20-24 años fueron 1,035, siendo este último grupo en el cual se registran más suicidios en términos absolutos.

Es importante señalar que la situación socioeconómica, social y de salud ha sido trastocada por la llegada de la pandemia por COVID-19. De acuerdo con el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad de la Universidad Iberoamericana, factores como el aislamiento, la situación económica y el enfrentarse a la incertidumbre, podrán tener graves consecuencias en la salud mental. El confinamiento aunado a la inseguridad alimentaria se agrava en los sectores socioeconómicos medio y medio bajo.

Con respecto a los mecanismos de suicidio el más recurrente es el ahorcamiento, que ocupa el 81.76% del total, siendo lo hombres quienes más utilizan este método.

El suicidio es una causa de muerte prevenible. El seguimiento estadístico y el análisis cualitativo del suicidio es fundamental para contar con una radiografía social que nos permita crear programas de prevención focalizados, cuya eficacia sea mayor.

La intervención multidisciplinaria y programas dedicados a la atención de las enfermedades mentales tienen que ser accesibles a la población más vulnerable, no solo la atención psicológica directa, si no también la detección temprana debe de ser una prioridad. Es necesario prepararnos para atender el crecimiento de la demanda de atención psicológica, que se acrecentará, como secuela inevitable de la pandemia por COVID-19.


Director Observatorio Ciudadano Aguascalientes
Presidente Fundador Colegio Mexicano de Ciencias Forenses A.C. www.mexicoforense.org
FB: /observatorio-ciudadano-aguascalientes

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