Juan Antonio Centeno Quevedo

La pandemia por COVID-19 es a todas luces un hecho que ha revolucionado nuestra manera de vivir, ha trastocado todos los aspectos de nuestra vida social y personal. Es un problema mundial, frente al cual, cada Estado Nación ha reaccionado de diferente manera, seguramente afrontando esta crisis con los elementos a los que se puede echar mano en cada caso particular.

El caso mexicano es muy especial, diversas versiones e instancias nacionales e internacionales han emitido calificativos en ocasiones muy negativos acerca de como se está manejando la pandemia. Pero como ya lo he mencionado, no solo se trata de un problema sanitario, esta compleja etapa de nuestras vidas tiene implicaciones en la dinámica social, en la educación, en el comportamiento de la economía y por supuesto que también en los temas de seguridad.

En el 2019 se rompieron récords históricos en los índices delictivos, demostrando que la estrategia de seguridad, o no existe o no funciona. Cuando revisamos la incidencia delictiva publicada mes a mes por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad pública, para abril 2020 se han registrado 613,651 delitos totales en todo el país, frente a los 653,020 del mismo periodo 2019; una optimista reducción del 6%.

Sin embargo, antes de echar campanas al vuelo es necesario contextualizar para realizar un análisis crítico. Si revisamos las cifras en el homicidio doloso para 2020 se han registrado 9,751, mostrando un incremento del 1.7% respecto al mismo periodo del año anterior; en feminicidio se registran 308 casos, 2.6% mas que los registrados en 2019; en otros delitos que atentan contra la vida y la integridad corporal con 3,084 casos se registra un incremento del 19%; para los delitos contra la libertad y la seguridad sexual con 18,275 casos un incremento de 14.7%; en los delitos contra la familia, entre los que se encuentran violencia familiar y de género, se han registrado 79,090 casos en 2020 con un incremento del 10.3%, entonces ¿de qué clase de reducción hablamos?

Los delitos que generan violencia a las personas están en franco incremento, la seguridad de las personas no esta garantizada, y no se ven atisbos de acciones particulares para enfrentar esta realidad. La integridad de las personas es la prioridad numero uno en temas de seguridad y eso está fallando.

El gobierno está rebasado y se vislumbra un panorama aún mas obscuro, con la perdida de empleos y la recesión económica que nos espera a la vuelta de la esquina. Los comercios están cerrando, los emprendedores están ahogados y el gobierno federal no ha mostrado intenciones de dar apoyos tangibles para reactivar la economía.

Pero no todo está perdido, hay estados que han logrado mejorar sus cifras; de acuerdo con el índice de paz México 2020 calculado por el Institute for Economics & Peace, 5 son los estados que han logrado verdaderos avances en materia de paz durante los últimos 5 años, siendo Sinaloa, Tamaulipas, Coahuila, Yucatán y Chiapas quienes han mostrado mejorías sustanciales.

Tamaulipas refleja un caso de éxito, logrando una mejoría de 15 posiciones en este índice en los últimos 5 años y siendo el segundo estado con mayor mejoría. Se muestra una disminución del 57.8% en reducción de crímenes de la delincuencia organizada, del 85.7% menos en secuestro y 80.6% menos trata de personas, de acuerdo con los criterios de cálculo de este índice.

¿Qué es lo que hay que hacer para cambiar nuestro panorama?

La realidad es que, hasta este momento en México se ha mostrado una valiente resistencia de sus habitantes, de sus empresarios, de sus comunidades y gobiernos, pero eso quizás no sea lo ideal, debemos pasar de la resistencia a la resiliencia, evolucionar de una sociedad que aguanta los embates estoicamente a una sociedad resiliente, capaz de enfrentar, aprender y actuar de la mejor manera para lograr superar la adversidad.

Tamaulipas es un ejemplo solamente; en este estado hay un factor nodal que ha contribuido al cambio, la presencia activa y valiente de la ciudadanía, con contribuciones específicas para el diseño, implementación y evaluación de políticas públicas de seguridad, con trabajo conjunto en las estrategias de comunicación con información real y valida, con la certificación de triple arco de CALEA, que contribuye a un mejor sistema de seguridad en el estado.

La sociedad ha tomado parte activa de la solución, las principales cámaras empresariales, academia, grupos sociales, mesas de seguridad y el análisis estadístico de los observatorios ciudadanos son factores fundamentales para incrementar la efectividad y la credibilidad de las acciones.

Se ha logrado entender que en materia de seguridad las fuerzas del orden no son suficientes y aunque siempre habrá áreas de mejora, se ha logrado una resiliencia social, hasta antes de la pandemia, se había recuperado la vida nocturna y la libertad de tránsito en la ciudad y carreteras, los homicidios dolosos han descendido y el secuestro ha bajado sustancialmente.

México y sus habitantes son fuertes ante la adversidad, resistentes ante los problemas, evolucionemos ya; hay que desarrollar nuestra capacidad de resiliencia, seguramente cada región de este amplio y diverso país deberá tomar decisiones distintas para un mismo resultado, pero la capacidad está ahí, es hora de despertarla.

Las organizaciones de la sociedad civil deben trabajar en bloque, cada una desde su trinchera, en pro del mismo objetivo, mejorar lo que esta mal; el gobierno definitivamente debe mejorar, pero hagamos nuestra parte.

Pasemos ya de la resistencia a la resiliencia.

Director del Observatorio Ciudadano Tamaulipas
@OBCITA

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