Todos los días el Presidente usa uno de sus mayores recursos: la palabra. Los otros dos son una voluntad de hierro y el uso político de los merecidos rencores y agravios de la sociedad ante los fallos y corrupción de la clase política. Pero por desgracia su uso de la palabra, un medio tan poderoso para llegar a la mente y el corazón de las personas, se puede pervertir. Y AMLO lo hace.

Por eso hay que usar otras palabras, palabras frescas que le den una nueva significación a las aspiraciones que tenemos para México. Hoy, por ejemplo, el BIENESTAR es una muletilla que usa la Cuarta Transformación pero que no se traduce en hechos, sólo es propaganda. Hay que encontrar nuevas palabras.

Bienestar es un objetivo fundamental en los Estados modernos pero que en nuestra realidad nacional es sólo un slogan de propaganda. Porque el actual gobierno está muy lejos de generar un Estado de Bienestar , que es el trabajo de una administración para procurar crecimiento económico a través del fomento al emprendimiento y la libre competencia, para luego con una recaudación impositiva eficiente redistribuya la riqueza para recortar la brecha de desigualdad a través de empleo, educación, salud, servicios y seguridad de calidad.

Hoy por hoy lo que hace nuestro gobierno es utilizar el presupuesto para comprar voluntades con “programas sociales” asistenciales pero no para generar bienestar real y sustentable. Un gobierno corporativo como el que hundió al país en los años setenta.

¿Cómo llamar ahora a la necesidad de construir en nuestra economía y gobierno un modelo que haga posible que los pobres sean menos pobres sin depender de dádivas del gobierno? ¿Un país mejor, un mundo mejor?

El Presidente siempre se refiere siempre al PUEBLO y usa esa palabra para marcar una diferencia entre clases sociales; unos son el pueblo pobre bueno y los otros son la clase media “aspiracionista” y los ricos malos. Y genera división, una división que tiene su origen en el merecido rencor provocado por malos gobiernos, pero que azuza AMLO para sostenerse a partir de enfrentar a los mexicanos.

Por eso hay que ponerle a la palabra PUEBLO, usada como propaganda, otra enfrente en la que todos se sientan unidos e integrados: GENTE. Cuando se dice GENTE cabemos todos: ciudadanos, niños, pobres, ricos, clasemedieros, buenos, malos y regulares…

También AMLO repite y repite que “una mentira dicha muchas veces se puede convertir en verdad” citando al ministro de propaganda del régimen nazi Joseph Goebbels , y las mentiras son palabras y ¡él hace lo mismo todos los días! Habla, habla y habla y repite y repite y repite mentiras. Está como muestra el registro de ello en el impecable trabajo de Luis Estrada que le ha contabilizado al Presidente más de 60 mil falsedades expresadas en la conferencia Mañanera en lo que va del sexenio.

En fin, este es un gobierno de palabras, puras palabras pervertidas, no de hechos y bienestar. Toca encontrar palabras nuevas que nos abran el camino para construir un país mejor.

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