La presión sobre el Comité Olímpico Internacional y sobre el Comité Organizador de Tokio 2020 aumenta. Cada vez son más los comités y federaciones deportivas nacionales que levantan la voz para pedir que los próximos Juegos se aplacen debido a los problemas que se han generado por la pandemia por coronavirus.

Los primeros en solicitar lo anterior fueron los miembros de la Federación de Natación de Estados Unidos, quienes pidieron a su Comité hacer lo posible para convencer a los organizadores en por lo menos cambiar de fecha. Después lo hizo la Federación de Atletismo, a estas ya se les unieron organismos de Brasil, Francia e Inglaterra. Faltan cuatro meses para la justa y aunque el COI ha informado que es el tiempo suficiente como para que el mundo haya superado la emergencia sanitaria por Covid-19, hay otros factores que se deben tomar en cuenta.

Uno de esos factores es que en estos momentos solo se tiene cubierto el 57% de las plazas con los atletas que han conseguido su clasificación a los Juegos y los que mantienen su ritmo de entrenamientos de manera habitual. Podría decirse que al otro 43% (los que aún no tienen seguro su boleto), son a los que más les gustaría que se cambiara la fecha de los Olímpicos, pero no es algo estrictamente personal, sino que se trata de una situación que podría afectar el espectáculo y desarrollo deportivos que se supone también hay que tomar en cuenta en esta justa.

Estamos en un punto, en el que será vital un consenso a nivel mundial; lo que más me preocupa no es quién esté preparado o no, sino, insisto, el espectáculo que se supone son unos JO, porque no será el mismo sin gente en las tribunas (si fuera el caso) o con atletas poco preparados por las condiciones en las que está el mundo por ahora, con competencias y clasificatorios suspendidos ante la contingencia. Por otro lado, no podemos olvidar el problema que significaría mover los Juegos en cuanto a la infraestructura, la organización, la pérdida económica. Por eso es difícil tomar una decisión acelerada, a pasar del miedo de atletas, voluntarios y el público en general. Con un poco de voluntad de todos se puede pensar en posponer; lo ideal es que no pase de este año —siempre y cuando lo permita la situación sanitaria en el mundo—, para que no se rompa el ciclo, pero la opción de hacerlos en julio de 2021 también debe tomarse en cuenta. Es cierto que se perjudicaría a los Campeonatos Mundiales, pero como están las cosas por ahora, solamente así se pueden hacer unos grandes Juegos como lo tenía planeado Japón; pero, claro, se necesitaría la voluntad de todos.

En lo que respecta a nuestro país, a la natación por ejemplo, todos los muchachos con posibilidades de dar la marca que les permita ir a Tokio están desesperados porque ya cerraron sus universidades, y están buscando en dónde entrenar. Lo mismo pasa con otras disciplinas, que estaban prácticamente en la recta final de selección y ahora no saben a ciencia cierta qué pasará con el trabajo que han hecho los últimos cuatro años.

Cada vez son más voces que se escuchan a lo largo y ancho del mundo para que se mueva la justa y no sean, si se realizan en las fechas programadas, unos Juegos Olímpicos deslucidos, con temor y con poca calidad de parte de los atletas, que han visto cortada su preparación.

En verdad que el COI y el Comité Organizador viven momentos complicados, por una parte existe un contrato y obligaciones con anunciantes; pero por el otro, la necesidad de atender a sus deportistas y hacer unos Juegos con calidad. Es una decisión complicada por muchos aspectos, pero ojalá se tome la mejor para el beneficio de todos los atletas y del espectáculo que son unos Olímpicos.



Profesor

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