En los últimos días ha regresado el caso del laboratorio antidopaje de la Conade como tema de conversación y análisis por lo que este centro representa para nuestro país. Por ahora está cerrado, al no tener el presupuesto para su operación, lo cual ha ocasionado diferentes situaciones.

Se trata, sin duda, de un tema al que hay que ponerle inteligencia y profesionalismo porque no es cosa menor ya que este laboratorio podría no solamente ser autosustentable, sino un buen negocio, claro está, sabiéndolo operar.

Este centro antidopaje es el fruto del trabajo de mucha gente involucrada en dar herramientas al deporte mexicano para tener un control en el uso de sustancias. Este camino inició en el 2000, cuando fui director de la Conade y me propuse buscar la certificación de la Agencia Mundial Antidopaje (WADA). Recuerdo que se hizo una enorme labor para avanzar a pesar de muchos contratiempos y por eso es que me preocupa la forma en que se toma, tan a la ligera, la posible desaparición de este gran laboratorio.

En aquel entonces todo inició con la conformación de la Comisión Nacional Antidopaje, para lo cual se reunieron grandes personajes de la época como el doctor Julio Frenk; el Procurador General de la República, Eduardo Medina Mora; el secretario de Educación Pública, Reyes Tamez; el presidente del COM, Felipe Muñoz y el presidente de la Confederación Deportiva Mexicana, el teniente coronel Alonso Pérez (q.e.p.d.), además de un servidor.

Se creó dicha Comisión, se comenzó a comprar equipo para montar el laboratorio (aunque nos faltó mucho en ese momento), además se comenzaron las platicas con la WADA y también se hizo la cartilla única del deportista, un documento que contenía las visitas de todas las pruebas que se les hacía a los atletas.

¿Cuál es el problema de operar este laboratorio? Es cierto que trabajarlo resulta costoso, pero lo primero que se debe tomar en cuenta es que el gasto (inicial) ya está hecho; hablamos de más de 250 millones de pesos de inversión.

Luego, también es cierto que no ha habido una seriedad para operar este laboratorio, al grado que ha habido confusiones y resultados erróneos en pruebas de atletas rumbo a competencias importantes, como lo ocurrido con la esgrimista Paola Pliego, de cara a Río 2016.

Es increíble que después del gasto que se hizo, se decida dejarlo morir, ya no usarlo, aunque por ahí se ha abierto la posibilidad de concesionarlo. ¿Ustedes creen que el de México no podría competir con el laboratorio de Cuba?

De entrada están las ligas de futbol, basquetbol, beisbol, estudiantiles, etc., que pueden ser clientes potenciales. Luego, se me ocurre, toda la gente que tiene que hacerse pruebas antidopaje como parte de un proceso de contratación en empresas de seguridad; esos también serían buenos clientes.

Ojalá analicen bien esto, el laboratorio es de primera calidad, la gran inversión de equipo no debe espantar para operarlo de forma adecuada. Se puede rescatar, sacarle mucho provecho y, si se concesiona, sería un negocio maravilloso para quien lo tome. La necesidad de que este laboratorio siga en México es mucha, también la clientela y se puede hacer algo rentable.



Profesor

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