Phelps, como generalmente se le menciona para acortar su nombre, fue el nadador que más medallas olímpicas conquistara en la historia de la natación competitiva. Y no sólo eso, fue el atleta de cualquier modalidad deportiva que tuviera tal mérito, cuyas actuaciones lo llevaron a conquistar 23 oros, tres platas y dos bronces en los escenarios olímpicos de Atenas 2004, Beijing 2008, Londres 2012 y Río 2016 , para un gran total de 28 medallas.

Se sabe de los sacrificios, sobre todo físicos, que hacen los deportistas para llegar a esa justa, pero lo que no se conoce es el costo emocional de esta búsqueda de la gloria. Michael Phelps , el deportista olímpico más condecorado de la historia, dice que llegó a pensar en suicidarse, en la cúspide de su notable carrera como nadador y asegura que la depresión y los pensamientos suicidas de los deportistas olímpicos constituyen una “epidemia”.

(1) Phelps habla de los trastornos emocionales que vivió en el documental The Weight of Gold (El peso del oro), que HBO estrenó recientemente. La cinta explora la depresión y los suicidios de algunos de los mejores deportistas del mundo y lo que se debe hacer para enfrentar ese problema.

(1) Efectivamente, este fenómeno de padecimientos depresivos al retirarse del deporte activo no sólo lo sufre Phelps, sino decenas de grandes figuras olímpicas y mundiales que, una vez que abandonaron la competencia, padecen trastornos psiquiátricos que ponen en riesgo no sólo su estabilidad emocional y la de sus familiares, sino su propia vida, siendo el suicidio la forma concreta de pensamientos que asalta a muchos de ellos. Hoy, Phelps, el más grande de todos, transita por un estado de gran inestabilidad emocional que, lamentablemente, pone en riesgo su existencia.

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El propio, habiendo hecho públicos sus problemas psiquiátricos o emocionales, junto a otros deportistas de nivel mundial y olímpico, le ha pedido al Comité Olímpico Internacional que haga más para ayudar a los atletas que sufren de esos trastornos, argumentando que se necesita “tratar a la gente como seres humanos” y no como algo salido de una línea de ensamblaje. “Somos un producto”, dijo Phelps , quien tiene hoy 35 años de edad. “Mete miedo. Me duele mucho. Hay mucha gente que se interesa en tu bienestar físico, pero que nunca la vi preocuparse por nuestro bienestar mental”.

(1) He ahí el gran problema. Mientras brillan, mientras ganan medallas, cuando imponen récords mundiales y olímpicos, son reconocidos, estimados, queridos, premiados, aplaudidos, pero cuando se retiran, cuando la edad los obliga a abandonar los escenarios competitivos, entonces la atención y el reconocimiento pasan a segundo plano y, de hecho, son desconocidos y deben enfrentar solos esos padecimientos, justamente, cuando más necesitan del apoyo, del estudio científico de estas manifestaciones, un fenómeno que se da en atletas de máximo rendimiento mundial, requeridos de atención y acompañamiento para disminuir los efectos de una verdadera tragedia humana, que inevitablemente se traslada a su entorno familiar.

Hacemos votos porque tanto el Comité Olímpico Internacional , como sus Federaciones afiliadas, atiendan estos casos y se les preste todo el apoyo necesario para que mejoren su estado de salud mental y puedan disfrutar en paz y con buena armonía familiar su presente y futuro. En México, se debiera estudiar este problema y conocer si tenemos casos similares, procediendo a obtener la información necesaria y, desde luego, apoyar oportunamente las necesidades que requirieran, considerando que el asunto es de carácter mundial e interdisciplinario; es decir, se puede dar en cualquier modalidad deportiva. Tarea que compete tanto al Comité Olímpico Mexicano , a sus Federaciones y, desde luego, a la Conade .

 
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