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La vida cotidiana de los capitalinos se ve marcada por puntos de referencia al momento de transitar por sus calles y avenidas. Aquí la Casa Mier, donde hoy vemos el actual edificio Ermita, la cual fue un ejemplo del impacto visual gracias a su pórtico que era referente de la zona de Tacubaya. A inicios del siglo XX resaltaba entre otras casas de la época porfiriana.

Texto: Ruth Gómez y Carlos Villasana

Leer sobre las casas, casonas o quintas que existían en Tacubaya entre los siglos XIX y XX es adentrarse a un mundo de lujo y hasta de fantasía . A pesar de que todas tenían elementos distintivos en común —como el jardín o los salones para fiestas—, cada una hacía notar la personalidad o los gustos de sus propietarios.

De acuerdo con un par de libros realizados por autoridades de la entonces Delegación Miguel Hidalgo, hoy alcaldía, diversas familias acaudaladas se instalaron en Tacubaya por sus tierras fértiles , sus cuerpos de agua, por su altura y ambiente más “ sanos y agradables” que el que tenía la Ciudad de México.

Hay que recordar que durante el periodo colonial y los inicios del México Independiente, las zonas que no eran el actual Centro Histórico de la capital eran consideradas como “las afueras de la ciudad”.

Cabe aclarar que la Tacubaya a la que nos referimos alguna vez incluyó las actuales colonias Escandón , Hipódromo Condesa , San Miguel Chapultepec y por supuesto, Tacubaya.

A la zona en su conjunto también se le llamaba “ Ciudad de Tacubaya ”, cuya geografía se modificó totalmente entre 1929 y 1930, cuando Tacubaya, las Villas de Tacuba y Mixcoac se incorporaron de manera oficial a la Ciudad de México, entonces llamado Distrito Federal .

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Plano de la “Ciudad de Tacubaya” en 1899. Mapoteca Manuel Orozco y Berra.

Durante los siglos XVIII y XIX empezó el crecimiento de haciendas, huertas y molinos; en los que se sembraba y cosechaba maíz, frijol, trigo, cebada ó árboles frutales de peras, limones, naranjas, manzanas, duraznos, entre otros.

También se procuraba la producción de magueyes de los que se obtenía pulque y el cultivo de viñedos y olivos, para la producción de vino y aceite, respectivamente.

Casas de descanso, palacios miniatura


Poco a poco fueron apareciendo mansiones que sus dueños consideraban “de descanso”. Aunado a la abundante vegetación de la zona, cada casa contaba con jardines, fuentes de piedra y se leía en crónicas de la época que desde las azoteas se disfrutaban vistas incomparables del Valle de México.

En su mayoría, los dueños de estas casonas tenían su residencia oficial en el Centro o, en los inicios del siglo XX, sobre Paseo de la Reforma.

Por su parte, las casas de descanso se distinguían por su estilo arquitectónico en el que predominaban los techos inclinados con tejas, mansardas —ventanas en los tejados—, columnas y escaleras de mármol, pequeños lagos o estanques, fuentes, kioscos, vitrales y demás detalles.

Eran como palacios en miniatura —si se comparan con uno real— que contaban con terrazas, vestíbulos, salones de , salas de juegos, casas para el personal de servicio, establos, veredas, cocheras, caballerizas y un camino circular en la entrada que permitía el paso de carruajes.

Uno de los lugares más importantes al interior de estas casas eran las “estancias” o salones principales, en ellos se realizaban los bailes y las recepciones a las que asistían los integrantes de las clases altas de la sociedad mexicana de aquél entonces y a los que sólo se podía acudir al ser invitado por el anfitrión.

Ahí mismo se pactaban negocios, matrimonios o cualquier suceso que era de importancia para aquellas familias.

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En este plano que hizo la alcaldía Miguel Hidalgo para el libro “Quintas de Tacubaya”, se puede observar la ubicación de algunas  casas de descanso de la zona. Imagen: Libro “Quintas de Tacubaya”.

Esos eventos eran la oportunidad para que todos y todas lucieran sus mejores vestidos y habilidades deportivas. En ellos predominaba la comida internacional y eran amenizados por diferentes orquestas y grupos musicales; en ocasiones, había grupos teatrales representando las obras más famosas del momento. Algunas de las casas fueron las siguientes:

Casa de los Escandón Buch


Manuel Escandón, prominente empresario de aquellos tiempos, tuvo una casa en Tacubaya. Su propiedad tenía un total de 55 mil metros y llamaba la atención de cualquier persona; el escritor Manuel Payno la describió de la siguiente manera:

“La entrada es por una elegante portada con su puerta y su enverjado de hierro. A la izquierda está una casa rústica y pintada de encarnado, como las que se encuentran en las campiñas de Inglaterra. Una calzada de chopos y de fresnos ya muy crecidos, y que presentan un aspecto entre sombrío y majestuoso, conduce hasta un extenso terrado circular, donde está construida la casa. Un peristilo corintio, con su enlosado de mármol de Génova, sostiene el segundo cuerpo de la casa.

"Las entradas, por los lados izquierdo y derecho, la forman dos pórticos también corintios. En la espalda, y unidas solamente por un pasadizo, se encuentran las habitaciones para los criados, las caballerizas y las cocheras.

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Una fotografía de la Casa de la familia Escandón de se puede apreciar el lago artifical que tenía en su interior. Imagen: Libro “Quintas de Tacubaya”.

“En el interior, el patio está cerrado con una cúpula de cristal, y unas columnatas de cantería, estucadas primorosamente, sostienen cuatro alas de portalería y corredores. El salón, comedores, billar, antesala y cocina están al estilo inglés, en el piso bajo. Las recámaras, baños y tocadores, todo con su debida separación e independencia, están en el piso alto. El patio sirve de una especie de elegante foyer, alumbrado en las noches por un candelabro de bronce dorado, que sostienen tres figuras del tamaño natural”, escribió Payno.

De acuerdo con las investigaciones realizadas por el arquitecto Rafael Fierro Gossman, la casa contaba con más de 55 mil metros cuadrados en los que se distribuían diferentes construcciones y jardines a manera de “Villa italiana”.

El experto explica que en la siguiente imagen, una litografía de Casimiro Castro titulada La Villa de Tacubaya de 1864, se puede apreciar en primer plano “el Río Tacubaya, en lo que ahora conocemos como ‘Calle Rufina’ cuando se acerca a la Avenida Jalisco.

"Señalada en rojo, la ‘Villa Escandón’ con un terreno que ahora está segmentado por las calles dedicadas a Carlos Lazo, L. Ruíz y L. Castellanos, y ocupado por varios conjuntos habitacionales, los hospitales pediátrico y Escandón, la Plaza de Gaulle, paradero de Tacubaya, el mercado Cartagena, así como las instalaciones subterráneas del Metro Tacubaya”.

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Litografía de J. Campillo sobre un dibujo de Casimiro Castro titulada “La Villa de Tacubaya, Tomada a ojo de pájaro sobre el camino de Toluca”, parte del álbum “México y sus alrededores” publicado en 1864 por J. Decaen. Cortesía: Rafael Fierro Gossman.

La Casa Amarilla


La historia de la actual sede de la alcaldía Miguel Hidalgo, se remonta al siglo XVII. Una de las teorías que explica su nombre, es que uno de sus propietarios fue Agustín de Ahumada y Villalón, que contaba con el título de Marqués de las Amarillas.

Sin embargo, otras mencionan que la Casa Amarilla –cercana a la de los Escandón Buch- fue construida en el siglo XVIII por la condesa de Rábago, María Josefa Peinado Miranda y Tristán, quien después la vendió a José Justo Gómez de la Cortina y que, al menos una parte del predio, se integró a la casa de Parque Lira.

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Los elementos arquitectónicos que perduran hasta el día de hoy en el actual Parque Lira cobran sentido al ahondar en la historia de este anacrónico rincón de la ciudad. Esta fotografía de una fuente en sus terrenos recuerda al mismo estilo que hoy se puede ver en la fachada del parque.

La otra parte la adquirió una orden religiosa que construyó una capilla. Para 1932 se encontraba desocupada y fue expropiada por el gobierno de Lázaro Cárdenas para edificar la Escuela Hogar para Varones, que dependía del Tribunal para Menores.

Noticias de la época señalan que este sitio estaba en muy malas condiciones. En 1937 la Escuela Hogar se trasladó y sus instalaciones sirvieron como sede temporal del Archivo General de la Nación y de la Secretaría de Educación Pública.

En 1976 la Casa Amarilla se remodeló para funcionar como edificio gubernamental de la entonces llamada “Delegación” Miguel Hidalgo, tratando de respetar la estructura original.

Los Mier y Pesado y el Edificio Ermita


La Casa de los De Teresa Miranda

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Casa de la familia De Teresa en el siglo XX; en el libro “Quintas de Tacubaya” se explica que tanto Fernando como Susana -dueños de la casa- eran grandes aficionados de la fotografía, por lo que procuraban capturar imágenes de la vida diaria familiar al interior de la casa. Imagen: Libro “Quintas de Tacubaya”.

Estaba ubicada en la calle de Gelati, hoy parte de la colonia San Miguel Chapultepec, y fue mandada a construir por Nicolás de Teresa Miranda, un español que estuvo íntimamente involucrado en el desarrollo y crecimiento de la banca mexicana.

Tras su muerte, su casa pasó a manos de uno de sus hijos de nombre Fernando, de quien fue bisnieto el historiador Guillermo Tovar de Teresa.

Contaba con una alberca, una estación de tren en miniatura y un par de trenes que tenían su recorrido por todo el jardín, una casa de muñecas de dos pisos y sótano, una capilla, un kiosco, una mini plaza de toros, un boliche y un lago artificial con puentes, canoas y lanchas. Se dice que abarcaba lo equivalente a cuatro manzanas de la actual colonia San Miguel Chapultepec.

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Para la familia De Teresa acondicionar su inmueble para el entretenimiento fue una prioridad. Esta imagen del tren miniatura, con su propia estación, refuerza el carácter fantasioso de la vida acaudalada que nuestra ciudad atestiguó un siglo atrás. Imagen: Libro “Quintas de Tacubaya”.

En su interior también había un pequeño teatro donde participaban los hijos del matrimonio o también en presentaciones musicales o de poesía de forma recurrente, ya que Fernando de Teresa era un gran aficionado.

Tras el estallido de la Revolución, el matrimonio y su familia salieron de México con destino a Nueva York, Estados Unidos. En 1934 la familia fragmentó y vendió su casa y en la actualidad, ya no queda rastro de lo que algún día fue.

La casa que ahora es Parque Lira

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Una toma cercana a 1873 donde se aprecia el interior de la residencia de Eustaquio Barron en Tacubaya. Más tarde, esta propiedad perteneció a Vicente Lira, y luego de funcionar como escuela, hoy es el Parque Lira. La fuente que aparece al frente continúa en el mismo lugar; al fondo se ve la casa, que ya no existe. Imagen: Southern Methodist University

Fue propiedad de José Justo Gómez de la Cortina, quien tenía una de las residencias más lujosas de la zona rodeada de un gigantesco parque con miradores para contemplar el Valle de México.

Cuando la fortuna de Gómez de la Cortina empezó a decaer, la vendió a Eustaquio Barrón —quien presumiblemente mandó a hacer el pórtico neoclásico que aún se conserva sobre la avenida Parque Lira—; años más tarde la adquirió el estadounidense Luis Hüller y luego Ignacio de la Torre y Mier, quien estaba casado con Amanda Díaz, la hija mayor de Porfirio Díaz— y su propietario final fue Vicente Lira.

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Pérgola del interior del actual Parque Lira, que fue sólo una parte de la Casa Barron, cuyo último dueño fue Vicente Lira, apellido que trascendió a la vida citadina actual tanto en la avenida como en el parque Lira. Imagen: Libro “Quintas de Tacubaya”.

La casa contaba con un lago artificial, una pérgola donde se llevaban a cabo concursos de danza y obras teatrales, cocina enladrillada, estanques con cascadas artificiales, caballerizas, una casa de muñecas, cuevas y era famosa por su biblioteca, su mobiliario y su decoración con objetos de colección.

De acuerdo con las investigaciones de la alcaldía Miguel Hidalgo, la casa tenía un aforo para más de 500 invitados.

Hoy, nada queda de esta casona pero algunos de los espacios que la integraban siguen distinguiendo a esta parte de Tacubaya, como el fragmento de una barda, la puerta de acceso, la pérgola, una fuente y la alberca.

Otras casonas que estuvieron en la zona


En febrero de 1900, “El Mundo Ilustrado” mencionó que entre las casonas más bonitas de Tacubaya estaba la casa de los señores Daniel Garza, Yslas, Torres Adalid, De la Vega o Maeversun.

El arquitecto Rafael Fierro Gossman ha publicado análisis detallados sobre casas en la zona, como la casa del ingeniero Daniel Garza, quien diseñó el edificio del “Centro Mercantil” en el Centro Histórico -hoy un hotel de renombre-.

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Una selección de las casonas de la zona de Tacubaya publicada en las páginas de la revista "El Mundo Ilustrado".

Escribió que “sobre la 'Avenida Chapultepec' que daba acceso a la quinta De Teresa, el ingeniero Daniel Garza adquirió en 1897 un predio de extraña geometría y poco más de 1,450 m² en la esquina con la avenida Balderas, sobre terrenos que habían formado parte de las propiedades adquiridas por don Nicolás De Teresa, padre de Fernando; ese terreno lleva ahora los números 94 y 100 de la calle Protasio Tagle y hace esquina con José María Tornel.”

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Fotografía de la casa del ingeniero Daniel Garza a inicios del siglo XX.

Cabe resaltar que el edificio que hoy en día es la Embajada de Rusia en México, también fue una casona en la que residía la familia Gómez Parada. Asimismo habría que mencionar a la Casa de la Bola, la Casa Mondragón, El Rancho de la Hormiga -donde hoy se encuentra el Complejo Cultural Los Pinos- o el edificio del Ex- Arzobispado.

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Inmueble de la Embajada Rusa en los años veinte, cuando aún era residencia particular. Crédito: "Quintas de Tacubaya".

En esta ocasión sólo mencionamos unas cuantas de las casas más famosas que alguna vez tuvo Tacubaya y, como se dijo al principio, imaginar cómo era esta zona en aquella época, resulta un ejercicio de fantasía, ya que probablemente la realidad entre los dueños de las casonas y los nativos de la zona era demasiado contrastante.

  1. Fuentes:
  2. Libro Breve historia y relación del Patrimonio Tangible de la Delegación Miguel Hidalgo, elaborado por la entonces Delegación Miguel Hidalgo.
  3. Libro Quintas de Tacubaya de la Delegación Miguel Hidalgo.
  4. Rafael Fierro Gossman, arquitecto e investigador.
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