La Panadería que se volvió una irreverente galería
La Panadería que se volvió una irreverente galería

En la foto los creadores Horacio Cadzco, Gustavo Artigas, Paola Santoscoy, Artemio, Valesica Peschke, Lucy HG, LB Kellerhouse y Satashi Saegusa en la exposición suitcases de la galería La Panadería, en 2002. Foto: Pablo Campos/ Archivo EL UNIVERSAL.

Texto: Daniela Jurado

Una panadería de la colonia Hipódromo Condesa fue el sitio que los artistas Yoshua Okón y Miguel Calderón convirtieron en una peculiar galería de arte, no solo para exposiciones, sino también para performance, videos y cine experimental, algo no muy común en 1994.

El sitio conservó el nombre de La Panadería , en la esquina de la calle de Ámsterdam número 159, sitio que hasta 2002 fue testigo de originales expresiones artísticas, luego de ocho años de actividad.

Sus cofundadores, Okón y Calderón, estudiantes de arte en Montreal y San Francisco, respectivamente, sabían que a su regreso a México intentar exponer iba a ser muy difícil si no tenían un currículum y trayectoria apabullantes, por eso idearon un lugar donde pudieran hacer y presentar su trabajo creativo.

El local fue otorgado por los padres de Yoshua, que entonces subsistía de la venta de cerveza. Aunque a lo largo del tiempo se le hicieron remodelaciones, siempre dejaron la fachada original, cuando era un lugar donde se hacía pan y no arte.

La Panadería que se volvió una irreverente galería
La Panadería que se volvió una irreverente galería

A la derecha Joshua Okón y Miguel Calderón (en medio) jóvenes artistas y fundadores de la galería La Panadería a mediados de los años 90, ubicada en la colonia Hipódromo Condesa. Foto: Archivo de La Panadería tomada de libro "La Panadería 1994-2002".

La Panadería fue un punto de encuentro donde se reunieron personas con la inquietud de revitalizar la escena cultural y el mercado del arte. Aunado a ello hubo un esfuerzo por enlazar y afianzar en esta galería el arte contemporáneo nacional y extranjero mediante las residencias de artistas de otros países.

En el proyecto también colaboraron Andrea Ferreyra, Itala Schmelz, Taniel Morales, Eduardo Abaroa, Sofía Táboas, Artemio Narro y Gabriel Acevedo.

Esquina Ozuluama y Ámterdam, Col. Condesa. Fachada del edificio de La Panadería durante la década de 1990. Foto: Archivo de La Panadería, tomada de libro "La Panadería 1994-2022". Actualmente el edificio es un negocio que nada tiene que ver con su pasado artístico. Foto: Tomada de Google Maps.

En entrevista, Yoshua dice que “La Panadería fue un laboratorio que me ayudó a madurar como artista. Lo que soy ahora es en gran medida resultado de ese período. Fue una oportunidad para, dentro de un contexto muy libre y con público, explorar y así desarrollar mi propio lenguaje”.

Sobre la recepción de la galería por parte de los vecinos, Okón comentó que al principio no hubo una buena respuesta porque era una colonia “muy tranquila y monótona…y de repente empezaron a ocurrir eventos con actividades inusuales”, pero conforme pasó el tiempo empezaron a entender que la finalidad era cultural y “que éramos respetuosos”.

Así es que poco a poco asistieron e incluso apreciaron el lugar.

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“La Panadería fue un laboratorio que me ayudó a madurar como artista. Lo que soy ahora es en gran medida resultado de ese período…” afirma en entrevista el artista Joshua Okon. Cortesía.

El fin era generar diálogo a través del arte

Por su parte Miguel Calderón contó que la galería era un espacio vivo, muy activo gestionado por artistas. “Sin esperar presupuestos, sin reglas impuestas. El objetivo no era hacer dinero, sino generar un diálogo por medio de la obra artística”, expresó.

Fue en 1997 que La Feria de Arte Contemporáneo de Madrid (ARCO) contó con la presencia de diversas galerías de diversas partes del mundo, entre ellas estuvo La Panadería .

“Nuestra participación en ARCO fue muy productiva, la gente había escuchado hablar acerca de nosotros y la pieza que mostramos despertó cierta polémica: el encabezado de un programa de TV era ‘Arte o delincuencia´ y se refería a la instalación que hicimos Yoshua y yo llamada ´A propósito’ en las que mostramos 200 autoestéreos robados”, expresó Calderón en entrevista con Alex Dorfsman.

Además, Miguel comentó que en esa época la pintura y la escultura eran predominantes, mientras que ellos tenían la inquietud de experimentar con otros soportes de expresiones como el video.

La Panadería que se volvió una irreverente galería
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En los años 90 La Panadería ofrecía experimentar con otros soportes de expresión como el video, frente a la pintura y la escultura que eran los predominantes, afirma Miguel Calderón, artista y también fundador de la galería La Pandería. Foto: Cortesía.

Calderón aparte de exponer también llegó a tocar con su banda de punk garaje: Intestino grueso. Recuerda que los conciertos eran divertidos y desenfadados y que en ocasiones iban grupos como las Ultrasónicas, por ejemplo.

“La pana era la onda, su espacio era más o menos grande. Íbamos puros loquitos. Ahí andaba Titán, Silverio, y las Ultras” considera Jenny Bombo cantante de las Ultrasónicas.

Ella rememora haber ido por primera vez como espectadora acompañando a alguien y ya después como musica en alguna tocada por ahí del 98 o 99, acompañadas de algún performance de la Congelada de uva.

Rocío Boliver, artista del performance mejor conocida como “La congelada de uva”, comenta que llegó a La Panadería cuando los creadores de la arterevista Fakir presentaron ahí su proyecto.

“Esa noche me vestí con un traje hecho con tela plástica floreada. Llevaba dentro del vestido trozos de pollo fresco.

Leí un texto, no estoy segura, pero creo que fue ‘La masturbada miada’ ".

“Después de dar lectura me agaché entre la gente y les fui metiendo dentro del pantalón o calzón, la blusa o el brasier, los pedazos sangrantes, blanduzcos y fríos de los pollos descuartizados. Se armó una confusión regular y terminé como siempre dando las gracias”, recuerda Rocío.

La Panadería que se volvió una irreverente galería
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Fachada del edificio de La Panadería en remodelación. Esquina Ozuluama y Ámsterdam. Col. Condesa. Sin fecha. Foto tomada del libro "La Panadería 1994-2002".

El músico Julián Lede conocido como Silverio fue un asiduo visitante y colaborador que participó en algunas actividades como en la exposición colectiva "Somos diferentes, pero amigos de verdad" en septiembre de 1996, en la estancia infantil Topiltzin en Guadalajara.

“Éramos un combo bastante unido y destructivo. Realicé unas esculturas que eran unas vergas motorizadas, no recuerdo cómo se llamó ni a cuenta de qué se me ocurrió, pero era un corral lleno de penes con ruedas estilo coches chocones motorizados a escala, una batalla campal”, comenta Silverio.

La Panadería que se volvió una irreverente galería
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Anuncio de una pequeña muestra de cine del trabajo de Jesse Lerner. Puede leerse que se proyectarán dos películas, la primera se titula "Nativos", donde abordan temas de racismo en la frontera de México con Estados Unidos; la segunda llamada "El Egipto Americano" es una adaptación de una cinta de Carlos Martínez sobre la Revolución Mexicana en la península de Yucatán. Foto: Archivo de la galería La Panadería.

Arte en la calle y la participación de la gente

En otra ocasión Julián y Yoshua hicieron la video instalación titulada "Lo mejor de lo mejor" en la que montaron un escenario en la calle e invitaron a bailar a la gente que pasaba por ahí.

“En La Panadería había mucha interacción con la calle y los vecinos. Con base en cada persona yo escogía un fondo escenográfico y Silverio una canción. Y el participante improvisaba una coreografía”, comparte Okón; mientras que Julián califica aquella actividad como “una suerte de oráculo musical”.

El escritor Guillermo Fadanelli recuerda este espacio como un lugar de libertad y absoluta tolerancia. “Como escribió Eduardo Abaroa en la revista Moho 21, el lugar era propicio para equivocarse y alentar el riesgo”, dice.

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Instalación del artista Richard Moszka perteneciente a un conjunto de obras tituladas "Homesick" dentro de la exposición "Contaminación Cultural I" donde se aborda el intercambio culural entre México y Estados Unidos desde la visión de artistas de México, Estados Unidos y Canadá. Esta fue una de las muchas exposiciones del año 1995. Foto: archivo de La Panadería tomada del libro "La Panadería 1994-2002".

Fadanelli abundó diciendo que: “Allí Moho organizó algunas fiestas. Presentamos allí dos o tres números. Encontramos una atmósfera apropiada para nuestro proyecto de autodestrucción gráfica y literaria”.

Al preguntarle a los fundadores de La Panadería si la galería duró lo que tenía que durar, ambos respondieron que sí. Yoshua afirma que durante la vigencia del lugar se resolvieron problemas y necesidades de artistas en los años noventa.

“A partir del dos mil, nuestro mundo, y nuestras necesidades como artistas, cambiaron mucho. Así es que la estructura original se volvió obsoleta y, a pesar de que las exposiciones se seguían llenando y de que el espacio era muy popular, era momento ya sea de una reinvención radical o de cerrar”, expresa Okón.

La Panadería que se volvió una irreverente galería
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Vista del exterior de La Panadería durante la exposicion "Chilango se vende" en 2002, las pieza artisticas consistía en colocar objetos cotidianos dentro de cajas cuestionando a quien observa si ese conjunto puede considerarse arte. Foto: archivo de La Panadería tomada del libro "La Panadería 1994-2002".

Continuó diciendo: “Así es que ya que ni yo, ni nadie de mi entorno pudo imaginar dicha reinvención, decidí cerrar. Y, a pesar de que mucha gente me lo reclamó, en retrospectiva creo que fue una buena decisión que, 7 años después esa reinvención, llegó en la forma de la plataforma educativa SOMA”.

Los últimos dos meses antes del cierre de La Panadería, Yoshua dijo que hicieron exposiciones cada semana y en la última una cada día.

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Inauguración de la muestra Hiperdespacio. Nadie es el ente, en la foto las expositoras Jessica Braun y Ximena Labra. 16 de enero 2002. Foto: Pablo Campos / Archivo EL UNIVERSAL.

Fue la artista Teresa Margolles quien propuso hacer la última exposición que tituló FIN, la cual consistió en verter en el espacio un camión de cemento mezclado con agua que usan para lavar a los muertos en la morgue y, conforme la mezcla llenó el espacio, todos tuvieron que salir, así fue el cierre de La Panadería la noche del miércoles 14 de agosto de 2002.

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En la última función de La Panadería, a cargo de la artista Teresa Margolles, se vertió cemento en el piso obligando a los asistentes a salir del lugar, así cerró sus puertas la peculiar galería de la Condesa. Después de ocho años de actividades artísticas en La Panadería, este performance representó un acto de cierre. Foto: Libro "La Panadería 1994-2002"/ cortesía de Cuahutemoc Medina y la Galería Enrique Guerrero.

Fuentes:

  1. Entrevistas con los artistas Yoshua Okón, Miguel Calderón, Julián Lede, Guillermo Fadanelli, Jenny Bombo y Rocío Boliver.
  2. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
  3. Sobre la Condesa de los 90, lugar gestor de la “bohemia artística” y los proyectos más experimentales. https://www.local.mx/ciudad-de-mexico/cronica-ciudad/registro-condesa/?fbclid=IwAR246z07M7Gwope-DpqxDVuLXKzShfFrYLpXKSBVRDOGfXpzxJr1IaYJJWA
  4. LA PANADERÍA: IRREVERANCE AND INTERVENTION Suzy Halajian interviews Yoshua Okón. https://www.belowtheunderground.org/archive/suzy-halajian-yoshua-okon-la-panaderia
  5. Revista artística digital "Dossier" Espacios independientes. https://dossierart.com/2021/10/05/espacios-independientes/
  6. Libro “La Panadería 1994-2002”, editorial Turner. Disponible en línea: https://docplayer.es/87638310-.html