Texto: Martha M. Callejas

Entre los relatos de crímenes que forman parte de la capital mexicana resaltan aquellos que sacuden a la sociedad, causan polémica y horror, como el caso de la joven Elvira, cuya historia se escribió el 9 de agosto de 1982 en el Ajusco.

Era de mañana cuando en la colonia popular “Bosques del Pedregal”, al sur de la ciudad, elementos de la Policía Montada recibieron un llamado de alerta. Dentro de una de las humildes casas ubicadas en la calle de Jacarandas había ocurrido un infanticidio múltiple; ahí se observaban los cuatro niños fallecidos y junto a ellos el cuerpo de Elvira, la madre, que colgaba del cuello con un lazo.

Elvira Luz Cruz, de aproximadamente 26 años, no logró quitarse la vida pues fue detenida cuando las autoridades lograron cortar el cable que rodeaba su cuello. Las pequeñas víctimas yacían inmóviles sobre mantas, eran sus hijos de seis, tres, dos años y la menor de pocos meses de nacida.

Foto tomada por diferentes medios de nota roja, esta es de las pocas fotografías de la mujer que se tomaron después de ser aprehendida por el asesinato de sus cuatro hijos. Foto: Especial
Foto tomada por diferentes medios de nota roja, esta es de las pocas fotografías de la mujer que se tomaron después de ser aprehendida por el asesinato de sus cuatro hijos. Foto: Especial

El agente del ministerio público, Gustavo Salas dio testimonio de los hechos y se llevó a Elvira junto con su pareja, Nicolás Soto, para iniciar la investigación.

En el primer interrogatorio Elvira confesó no estar arrepentida de haber terminado ella misma con la vida de sus hijos porque “ya estaba cansada de la pobreza en que vivían”, así que luego de enterarse del engaño de su pareja con otra mujer, se sintió impotente y víctima de la desesperación tomó unas prendas de ropa para asfixiarlos.

Los hechos impactaron a la población capitalina luego de que se difundieran en diarios locales y nacionales.

Nota publicada el 10 de agosto de 1982 por esta casa editorial, el crimen fue cubierto a nivel local y nacional. Dentro de una aparente calma en medio de una crisis económica, la precariedad sería una constante que causaba muertes en los sectores sociales más bajos de México. Foto: Hemeroteca El Universal.
Nota publicada el 10 de agosto de 1982 por esta casa editorial, el crimen fue cubierto a nivel local y nacional. Dentro de una aparente calma en medio de una crisis económica, la precariedad sería una constante que causaba muertes en los sectores sociales más bajos de México. Foto: Hemeroteca El Universal.

Su caso puso en tela de juicio los supuestos avances que se proyectaron en el Congreso Internacional Feminista realizado siete años atrás, en 1975. Con Elvira tras las rejas, víctima de la injusticia social, iniciativas como ésta se convertirían en una utopía lejana de la realidad que enfrentaban las mujeres vulnerables en México.

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Todo ocurrió en una colonia de “paracaidistas”

Este crimen fue uno de varios que surgieron en medio de la pobreza extrema que tenían que enfrentar miles de mexicanos por la crisis económica considerada como la más grande en la historia de México registrada en la década de 1980.

La falta de empleos en varios estados de la República provocó que una gran cantidad de personas migraran a la Ciudad de México. Casi sin recursos para alojarse en la capital construyeron humildes e improvisadas viviendas invadiendo zonas desocupadas y terrenos baldíos convirtiéndose en “paracaidistas”.

Elvira Luz Cruz era una de las muchas personas que vivieron en estas endebles casitas, en condiciones precarias sin servicios básicos como luz, agua, drenaje y pavimentación. De este modo, las “colonias paracaidistas” eran zonas que por la cantidad de habitantes ya se consideraban como una colonia, aunque con construcciones irregulares.

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Sin importar los graves problemas que provocan, cientos de personas construyen casas improvisadas entre las reservas ecológicas. Estos asentamientos crecen de forma discreta para evitar el desalojo del poco patrimonio que construyen con materiales como escombros y basura. Abril de 1988. Foto: Édgar Félix/Archivo EL UNIVERSAL.
Sin importar los graves problemas que provocan, cientos de personas construyen casas improvisadas entre las reservas ecológicas. Estos asentamientos crecen de forma discreta para evitar el desalojo del poco patrimonio que construyen con materiales como escombros y basura. Abril de 1988. Foto: Édgar Félix/Archivo EL UNIVERSAL.

Es así como nos remontamos a las faldas del Ajusco, donde se encuentra la colonia Bosques del Pedregal, donde todo ocurrió; el entonces gobierno del Distrito Federal reglamentó la colonia de manera oficial hasta 1985. Antes de dicha regulación, esta zona era uno de los más grandes asentamientos de “paracaidistas” en la capital.

Para la década de los años 80, el área del Ajusco se consideraba como periferia al sur de la ciudad. El gobierno la tenía registrada como reserva ecológica y un importante “pulmón” para los defeños. Este bosque está lleno de vistas panorámicas hacia la capital y es un destino para darse un buen respiro del alboroto y la contaminación.

Dos niños se refugian bajo unas cobijas, luego de volverse a posicionar en un terreno del que ya habían sido desalojados. Marzo de 1989. Foto: Francisco Gómez/El Universal.
Dos niños se refugian bajo unas cobijas, luego de volverse a posicionar en un terreno del que ya habían sido desalojados. Marzo de 1989. Foto: Francisco Gómez/El Universal.

Frente a las constantes invasiones de quienes se adentraban en los senderos del extinto volcán del Ajusco, el gobierno colocó, sin éxito, señalización y cercos para prohibir la construcción en el lugar.

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De “colonia ecológica” a una más de Tlalpan

Desde inicios de 1980, varios cientos de familias sin recursos se asentaron de forma irregular en las afueras de la Ciudad de México y se organizaron para poder subsistir y lidiar con las restricciones del gobierno.

Una de las medidas coercitivas que impusieron las autoridades para controlar estos asentamientos irregulares era no proveer de servicios como agua, drenaje y luz eléctrica a quien ahí construyera.

Ante las invasiones cada vez más constantes de paracaidistas, el entonces Gobierno del Distrito Federal, se dedicó a construir cercos y señales de advertencia que prohibían la construcción de casas en el área ecológica del Ajusco, con la advertencia de que no contarían con servicios de agua y luz a quien construyera en la zona.  Foto: Tlalpan Historia/ Especial.
Ante las invasiones cada vez más constantes de paracaidistas, el entonces Gobierno del Distrito Federal, se dedicó a construir cercos y señales de advertencia que prohibían la construcción de casas en el área ecológica del Ajusco, con la advertencia de que no contarían con servicios de agua y luz a quien construyera en la zona. Foto: Tlalpan Historia/ Especial.

Los ya asentados crearon proyectos autosustentables para abastecerse de agua, un sistema de manejo de desechos conocido como Sistema Integral de Reciclaje de Desechos Orgánicos (SIRDO), para compensar la falta de drenaje y un sistema de riego para cultivos de consumo personal y comunitario.

Estos proyectos proporcionaron cierta dignificación a las viviendas de Bosques del Ajusco; sin embargo, su situación legal como invasores seguía causando fuertes conflictos con el gobierno de la ciudad.

Fue así como, luego de protestas, mesas de diálogo e incluso con la intervención de asociaciones extranjeras, exigieron al gobierno que sus hogares se registraran como propiedad de sus habitantes mediante el programa llamado “Regularización de la Tenencia de la Tierra”.

Los proyectos de sanitización, captación de agua y el sistema para reciclar desechos orgánicos en abono fueron los argumentos para proponer el cambio de “colonia paracaidista” a “colonia ecológica”, en un intento de obtener el permiso del gobierno para regularizar sus casas.

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La mayoría de las casas de que se construían en el Ajusco estaban conformadas por materiales endebles como mantas, palos y cobijas. En esta foto podemos observar a una familia que habitaba en lugar, al fondo se observa la zona conurbada de la Ciudad de México.  Foto: Tlalpan Historia/ Especial.
La mayoría de las casas de que se construían en el Ajusco estaban conformadas por materiales endebles como mantas, palos y cobijas. En esta foto podemos observar a una familia que habitaba en lugar, al fondo se observa la zona conurbada de la Ciudad de México. Foto: Tlalpan Historia/ Especial.

Con el apoyo de instituciones académicas extranjeras especializadas en urbanismo y la presión de la población asentada, el gobierno se vio obligado en primera instancia a proveer a la zona de servicios de luz y posteriormente ajustar las fronteras de la zona urbana con la reserva ecológica del Ajusco.

La principal controversia que causó por muchos años tensiones entre el gobierno y sus pobladores fue la intervención de extranjeros que, con la intención de apoyar a la población, pasaban por alto las políticas de desarrollo urbano de la ciudad y el trasfondo de quienes llegaron a habitar la zona.

Aunque ya existía una gran cantidad de población habitando la zona, por falta de planeación y la designación del lugar como Parque Nacional y reserva ecológica, el gobierno ejerció numerosas acciones para clausurar, desalojar y reubicar a las personas que insistían en construir casas dentro del bosque del Ajusco. Aquí podemos ver una nota de Junio de 1984 donde informan la clausura de 800 construcciones y la detención de varias personas que habitaban en ellas. Foto: Hemeroteca El Universal.
Aunque ya existía una gran cantidad de población habitando la zona, por falta de planeación y la designación del lugar como Parque Nacional y reserva ecológica, el gobierno ejerció numerosas acciones para clausurar, desalojar y reubicar a las personas que insistían en construir casas dentro del bosque del Ajusco. Aquí podemos ver una nota de Junio de 1984 donde informan la clausura de 800 construcciones y la detención de varias personas que habitaban en ellas. Foto: Hemeroteca El Universal.
El gobierno capitalino instaló una comisión coordinadora del Ajusco en el km 6 de la carretera Picacho-Ajusco, entidad que se encargó de resolver los problemas relacionados con unas 20,000 personas que se asentaron en terrenos irregulares dentro de la zona declarada como parque nacional. Junio de 1984. Foto: Vicente Arteaga/ Archivo El Universal.
El gobierno capitalino instaló una comisión coordinadora del Ajusco en el km 6 de la carretera Picacho-Ajusco, entidad que se encargó de resolver los problemas relacionados con unas 20,000 personas que se asentaron en terrenos irregulares dentro de la zona declarada como parque nacional. Junio de 1984. Foto: Vicente Arteaga/ Archivo El Universal.

Entre las publicaciones que hablan de este fenómeno podemos mencionar el libro del urbanista Keith Pezzoli titulado “human settlements and planning for ecological sustainability: the case of mexico city”, publicado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts, donde se expone un detallado reporte de la intervención que él y un grupo de expertos llevaron a cabo para la urbanización de “las colonias del Ajusco”.

Aunque la información del reporte es muy detallada, se ofrece al lector una visión sesgada por parte de los expertos utilizando términos académicos que se alejaban de la realidad en la que vivían los pobladores y no consideraban el impacto de su intervención a largo plazo.

Volante que circulaba por las inmediaciones de “Bosques del Pedregal” anunciando su desacuerdo con los desalojos que hacían las autoridades en contra de su patrimonio. Foto: Tlalpan Historia/Especial.
Volante que circulaba por las inmediaciones de “Bosques del Pedregal” anunciando su desacuerdo con los desalojos que hacían las autoridades en contra de su patrimonio. Foto: Tlalpan Historia/Especial.

Para 1985, el gobierno de la ciudad proporcionó los títulos de propiedad de algunos terrenos de forma individual, lo que provocó división interna entre las organizaciones que luchaban por una casa propia.

Con la paulatina regularización de las construcciones dentro la zona ecológica del Ajusco, la propuesta de registrarse como una “colonia ecológica” fue perdiendo importancia y se incorporó como una colonia más de la delegación Tlalpan.

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En agosto de 1984 comenzaron las juntas correspondientes para la estructuración de lo que sería hoy la colonia Bosques del Pedregal como se conoce hoy. Este proyecto se elaboró con la intervención de un grupo llamado “Cooperación Ajusco” que consistía en varias asociaciones de habitantes de las colonias en una propuesta llamada como “colonia ecológica productiva”. Foto: Tlalpan Historia/Especial.
En agosto de 1984 comenzaron las juntas correspondientes para la estructuración de lo que sería hoy la colonia Bosques del Pedregal como se conoce hoy. Este proyecto se elaboró con la intervención de un grupo llamado “Cooperación Ajusco” que consistía en varias asociaciones de habitantes de las colonias en una propuesta llamada como “colonia ecológica productiva”. Foto: Tlalpan Historia/Especial.

Actualmente la colonia Bosques del Pedregal está totalmente urbanizada y se encuentra rodeada de otras colonias que de la misma forma obtuvieron los permisos correspondientes para establecerse.

Muchas de estas colonias formaban parte del movimiento “colonias unidas del Ajusco”, entre ellas: Pedregal de San Nicolás, Vistas del Pedregal, Chichicaspatl, 2 de Octubre, Lomas de Cuilotepec y Tierra Colorada, esta última forma parte de la alcaldía Magdalena Contreras.

Pasaron muchos años y numerosos enfrentamientos legales para que todas estas colonias se reconocieran oficialmente como parte de la Ciudad de México.

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Vista actual del mapa que conforma la colonia Bosques del Pedregal y sus alrededores, antes eran considerada como “colonia paracaidista”, posteriormente por la presión social, el gobierno de la ciudad les cedió el registro como colonias pertenecientes a la alcaldía Tlalpan. Podemos observar que al día de hoy estas colonias se encuentran en las orillas del bosque, en la parte de abajo del mapa se aprecia la carretera Picacho-Ajusco. Foto: Pueblos de América/ Especial
Vista actual del mapa que conforma la colonia Bosques del Pedregal y sus alrededores, antes eran considerada como “colonia paracaidista”, posteriormente por la presión social, el gobierno de la ciudad les cedió el registro como colonias pertenecientes a la alcaldía Tlalpan. Podemos observar que al día de hoy estas colonias se encuentran en las orillas del bosque, en la parte de abajo del mapa se aprecia la carretera Picacho-Ajusco. Foto: Pueblos de América/ Especial

Inmersa en aquel entorno social lleno de carencias, pobreza y violencia vivió Elvira, quién dijo haber actuado bajo la desesperación de no poder dar sustento a sus hijos y decidió terminar con su sufrimiento tomando medidas extremas.

Pese a lo que la prensa y la justicia informaron, se plantearon diferentes versiones de los motivos de Elvira para cometer filicidio, muchas plagadas de conjeturas, pistas falsas y testimonios tergiversados que provocaron más indignación en la sociedad mexicana.

En la segunda entrega hablaremos de su detención, del juicio, de su vida en la cárcel, de la obra que llevó este caso al teatro y de la demanda que ella presentó contra la productora cinematográfica que hizo una película inspirada en su vida y en la tragedia del crimen.



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