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Recorrer las zonas comerciales de la Ciudad de México supone una serie de fugaces "visitas" a los aparadores que "enganchan" al peatón. Una labor que hoy quizá pasa desapercibida por algunos era motivo de concursos hace cien años. En la imagen se aprecia un aparador de la empresa Mexicana de Aviación a finales de los años 60. Foto: Cortesía.

El premio al mejor aparador es para…

Un concurso acorde con las tendencias

Un ejemplo de esta evolución es la edición de 1939, que se realizó entre enero y febrero. Para este momento, el Concurso de Aparadores en “Las Fiestas del Carnaval” ya tenía la necesidad de agrupar a los competidores de 24 giros comerciales distintos, mismos que iban desde “Librerías”, “Dulcerías y Pastelerías” y “Droguerías y Perfumerías”, hasta “Automóviles y Autocamiones”, “Abarrotes en General” y “Curiosidades Mexicanas”. Para la década de los años 40 la convocatoria del concurso de septiembre hizo obligatorio incluir en los adornos del aparador los colores de la bandera nacional. El jurado entonces lo conformaban representantes de la prensa de la ciudad, del Departamento del Distrito Federal y de la Cámara de Comercio de la Ciudad de México. Para 1942 el concurso se realizaba como parte de los eventos de la Feria Potosina que se extendía desde la última semana de agosto a la primera de septiembre, y tenía de uno a cinco eventos programados por día, de modo que en la misma fecha de la inauguración del Concurso de Aparadores tenían lugar también un certamen de natación y verbenas populares en distintos puntos de la ciudad. El día de su clausura hubo espectáculo de fuegos artificiales. 📷 En 1949, la tendencia en el espíritu festivo de la Ciudad de México fue coronar a una reina de la primavera. Convocatoria publicada el 8 de febrero de 1949. Hemeroteca EL UNIVERSAL. Años más tarde, en 1949, el marco del concurso eran los eventos en torno a la primavera a celebrarse del primero al 15 de marzo, en el cual los ganadores recibirían medallas de oro, plata y bronce durante la ceremonia de coronación de la Reina de las Fiestas de la Primavera. Para el año de 1951, llega una pausa para las actividades del concurso, del que no es posible encontrar registros o convocatorias dirigidas a la capital del país. A pesar de ello, estados de la República, como Veracruz y Monterrey, organizaron concursos temáticos del mismo carácter, sólo que a nivel local. En 1953 se retoma la celebración al relanzar la competencia, de modo que para finales de esta década el concurso regresó a las fiestas patrias, organizado y patrocinado por diversas instituciones, desde PEMEX hasta la propia Cámara de Comercio Nacional de la Ciudad de México. Entre los ganadores de 1958, es posible reconocer marcas como Casa Viana o Van Heusen México. A lo largo de la década de los sesentas se aplicaron estrategias como provocar entusiasmo en el público al ofrecer premios monetarios por enviar comentarios sobre los aparadores participantes. 📷 En el Centro Histórico de la ciudad las banquetas abarrotadas son una escena común en épocas festivas. En esta imagen de finales de la década de los sesenta puede verse un momento entre compras navideñas. Archivo EL UNIVERSAL. Para el año de 1966 se colaboró con la mismísima Secretaría de Marina para anunciar el concurso como un evento en el marco del Día de la Marina. Quizá por tratarse de una instancia gubernamental es que esta vez los premios económicos alcanzaron cifras tan altas como 10 mil pesos para el primer lugar. Es a partir de mediados de la década de los setentas que deja de haber registro de concursos similares. Además, poco a poco las páginas del Aviso Oportuno de este diario y demás anuncios mencionan con menor frecuencia los aparadores. Por supuesto, tras medio siglo de concursos, es natural que este oficio se volviera parte de la cultura urbana de la Ciudad de México. Prueba de ello es un extracto de 1971 que describe una tienda de ropa con el trabajo de su aparadorista como punto de partida: “Si tuviera que participar en un concurso de aparadores, el de Marisa Ruby, el de su boutique en las calles de Niza 45, se sacaría sin duda el primer premio. Ella misma lo realiza con esmero, exhibiendo sus más finas y delicadas creaciones de alta moda, siempre en esta gran vitrina…”

Los aparadores cien años después

  1. Fuentes:
  2. Hemeroteca EL UNIVERSAL
  3. Entrevistas con Enrique Galicia Cortés y Antonio Muñoz de la tienda departamental EL NUEVO MUNDO.


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