La división territorial entre Estados Unidos y México experimentó los comienzos de su interminable crisis en 1993, justo cuando las economías norteamericanas se preparaban para abrir sus límites comerciales con el Tratado de Libre Comercio.

, las autoridades estadounidenses vieron con gran preocupación el incesante paso de migrantes a través de su conexión con México. La línea fronteriza carecía de vigilancia y control, lo que permitió que miles de indocumentados buscaran “el sueño americano”.

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Ante tal situación, en octubre de ese año, se construyó una valla que bloqueó el paso de “visitantes indeseados” hacia la Unión Americana.

Aunque no es la primera, pues a comienzos del siglo XX se implementó la misma medida en un pueblo cercano a Sonora, el nuevo intento de protección fronteriza tiene mejoras constantes, pero todavía no logra detener el curso migratorio.

De vez en cuando, la frontera vuelve a abrirse para que algunas familias puedan reencontrarse. En los últimos 30 años, miles de mexicanos y ciudadanos de otros países se arriesgaron para cruzar la vigilada división entre Estados Unidos y nuestro territorio, sólo para mejorar sus condiciones de vida. Fuente: YouTube.

Problemas fronterizos justo antes de la aprobación del TLCAN

A mediados de 1993, lo más destacado en la relación México–Estados Unidos era la inminente y cuestionada entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio. El convenio clave del gobierno de tuvo obstáculos desde 1990, sobre todo cuando senadores de Estados Unidos cuestionaron hasta el cansancio el llamado TLCAN, casi al punto de rechazarlo.

Con la llegada de Bill Clinton a la Casa Blanca se mostró una “buena voluntad” con México, en especial con el ansiado acuerdo económico, pero también existió la otra cara de la moneda, pues el presidente demócrata intensificó la vigilancia en la frontera sur de su país.

Mientras Estados Unidos tenía un buen desempeño económico, con altos números de exportación, las condiciones de vida en Centro y Sudamérica . La fuga de connacionales y sudamericanos hacia el norte del continente tuvo un incremento considerable y también aumentó la postura antiinmigrante en ciudades fronterizas de la Unión Americana.

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Entre habitantes y políticos estadounidenses se denunció que los peores índices de criminalidad se debían la creciente llegada de migrantes y reclamaron el desvío de fondos públicos para atender necesidades de indocumentados, lo que dejó “desprotegidos” a los ciudadanos.

Para el 19 de septiembre de 1993 comenzó la llamada “Operation Blockade” u “Operación Bloqueo”, un programa experimental de seguridad fronteriza en El Paso, Texas, colindante con Ciudad Juárez, Chihuahua, que aplicó un despliegue de agentes y una barrera de patrullas que limitaron el paso migratorio hacia Estados Unidos.

De acuerdo con el texto Cruzando la frontera, de Alejandra Aquino, el gobierno de Texas planteó el bloqueo como “prevención disuasiva”, pues la presencia de oficiales armados “convencería” a los indocumentados de no cruzar de forma ilegal y quedar expuestos a un arresto o repatriación.

La medida causó polémica en ambos lados del Río Bravo. EL UNIVERSAL mencionó que senadores estadounidenses como George Luna o Gonzalo Barrientos consideraron falso “que la migración sea responsable de todos los males”, como intentó hacerse ver para justificar la “Operación Bloqueo”.

Un grupo de inmigrantes observan sobre el muro fronterizo en San Diego, California, en 1998. El nombre de la operación “Blockade” se consideró ofensivo y los diplomáticos mexicanos solicitaron cambiarlo, quedando “Operation Hold The Line”; fue uno de los pocos logros contra las medidas fronterizas. Foto: Lenny Ignelzi/AP.
Un grupo de inmigrantes observan sobre el muro fronterizo en San Diego, California, en 1998. El nombre de la operación “Blockade” se consideró ofensivo y los diplomáticos mexicanos solicitaron cambiarlo, quedando “Operation Hold The Line”; fue uno de los pocos logros contra las medidas fronterizas. Foto: Lenny Ignelzi/AP.

En México, el entonces presidente del Colegio de la Frontera Norte, Jorge Bustamante, aseguró que la postura del gobierno estadounidense era “esquizofrénica e incongruente”, pues sólo responsabilizó a los migrantes por sus niveles de desempleo y criminalidad.

“Es incongruente que Estados Unidos realice por un lado tratos con México como socio comercial y por otro como enemigo”, sostuvo Bustamante, en vista del bloqueo realizado en Texas mientras se promovía el Tratado de Libre Comercio.

Para el 7 de octubre de 1993, el Departamento de Justicia estadounidense, encabezado por la fiscal Janet Reno, analizó los resultados que obtuvo El Paso con la “Operación Bloqueo”, pues se consideró como una opción viable para el control fronterizo en otros estados.

Aunque autoridades y ciudadanos de la Unión Americana destacaron los beneficios del bloqueo fronterizo, El Paso también experimentó una baja importante en su economía.

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De acuerdo con Jorge Mares, entonces presidente de la Cámara Nacional de Comercio (CONACO), la ciudad estadounidense tuvo una disminución del 20% en sus ventas locales, pues varias familias sólo atravesaban la frontera para comprar en sus establecimientos y regresaban a sus localidades en México, algo que ya no pudo hacerse con facilidad dado el bloqueo de 1993.

De acuerdo con las estimaciones de la CONACO, los habitantes de Chihuahua aportaban casi 15 mil millones de dólares anuales a la economía texana, índice que se afectó por las medidas fronterizas.

Por otro lado, y de acuerdo con datos del San Diego Union-Tribune, la zona con mayor flujo migrante de todo Estados Unidos estaba en California, específicamente en el territorio que colinda con Tijuana. Entre enero y septiembre de 1993, esa región tuvo 530 mil detenciones de indocumentados, aunque se cree que el número de migrantes que sí logró pasar fue muchísimo mayor.

La intensa migración rebasó a la vigilancia estadounidense y se optó por una medida más drástica.

Imagen del 2003 de la valla fronteriza en Ciudad Juárez, Chihuahua, en tiempos de las desapariciones de mujeres en el estado. Por esas fechas se aprobó una reforma en el congreso estadounidense para reforzar el muro; el entonces presidente Fox manifestó su molestia ante la decisión y la consideró como una violación de libertad migratoria. Foto: Guadalupe Perez/EFE.
Imagen del 2003 de la valla fronteriza en Ciudad Juárez, Chihuahua, en tiempos de las desapariciones de mujeres en el estado. Por esas fechas se aprobó una reforma en el congreso estadounidense para reforzar el muro; el entonces presidente Fox manifestó su molestia ante la decisión y la consideró como una violación de libertad migratoria. Foto: Guadalupe Perez/EFE.

Se construyeron vallas fronterizas para parar flujo migrante

EL UNIVERSAL informó el 16 de octubre de 1993 sobre el levantamiento de “una gran valla de acero frente a Tecate [Baja California]”. La Guardia Nacional de Estados Unidos construyó una cerca para detener mejor el paso de migrantes ilegales, con alambre de púas y una altura de 3 a 5 metros.

Semanas después, le siguió la construcción de otra valla desde Columbus, Nuevo México hasta El Paso, con metales reutilizados. El cerco complementó la vigilancia de la Patrulla Fronteriza, que también requirió más agentes en los puntos álgidos de movimiento migrante y un aumento considerable en su presupuesto anual.

Alejandra Aquino aseguró que, a pesar de los informes estadounidenses, la vigilancia no disminuyó mucho el cruce de migrantes, pero sí elevó las tasas de mortalidad en indocumentados. En su investigación de Cruzando la frontera sostuvo que, entre 1993 a 2003, unos 3 mil 500 ciudadanos latinoamericanos murieron al intentar cruzar.

En noviembre y diciembre de 1993 casi no se mencionó la crisis migratoria, llegando al flamante primero de enero de 1994 y la firma del Tratado de Libre Comercio. La unión entre Estados Unidos y México era fuerte en el papel, pero delicada en la frontera.

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Para el 14 de febrero, Jorge Bustamante volvió a condenar los cercos y bloqueos fronterizos, sobre todo por el abuso policial contra migrantes mexicanos al momento de detenerlos.

“Una manera de rechazar estas medidas en contra de nuestra población es un boicot a productos de importación. Las agresiones contra connacionales, documentados o indocumentados, continuarán hasta que el gobierno de México lo permita”, aseveró el también especialista en materia migratoria.

A finales de octubre, Jorge Mares, a quien mencionamos anteriormente, sostuvo que los estadounidenses “manipulan las estadísticas, en el sentido de que, a raíz del bloqueo, se acabaron los crímenes y se redujeron los robos de autos”, lo cual nunca se comprobó de forma imparcial.

Para el 18 de febrero, California reforzó su separación territorial con una doble cerca de acero, integrada con reflectores de largo alcance y 300 elementos adicionales de la Patrulla Fronteriza. También comenzó su propio programa de vigilancia, “Operación Guardián”, con el que amplió su muro hasta los 73 kilómetros de longitud, equipado con mira nocturna.

Un helicóptero estadounidense vigila la frontera entre México y la Unión Americana en diciembre de 2004. Desde cuatro años antes, se implementó la operación “Skywatch” con sobrevuelos en regiones fronterizas, lo que generó protestas por “invasión” del territorio mexicano con esos rondines aéreos. Foto: Alejandro Zepeda/EFE.
Un helicóptero estadounidense vigila la frontera entre México y la Unión Americana en diciembre de 2004. Desde cuatro años antes, se implementó la operación “Skywatch” con sobrevuelos en regiones fronterizas, lo que generó protestas por “invasión” del territorio mexicano con esos rondines aéreos. Foto: Alejandro Zepeda/EFE.

El muro aumentó en longitud y altura, pero los migrantes siguen pasando

Mucho cambió con las nuevas administraciones en la Casa Blanca, pues el ahora conocido como muro fronterizo incrementó sus dimensiones, pasando de unos cuantos metros en 1933 a cubrir gran parte de los 3 mil kilómetros que abarca la división territorial. Según datos de Fernando Guzmán para UNAM Global, algunas zonas del cerco ya alcanzan entre 13 o 15 metros de altura, reforzadas por un segundo bloqueo y la presencia casi masiva de la Patrulla Fronteriza.

Se mantuvo el alambre de púas, pero ahora usan estructuras metálicas con navajas mucho más peligrosas. Regiones de Texas y Arizona ocupan barreras de madera, como las vistas en el desembarco de Normandía en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, recubiertas con alambrado.

En zonas costeras y lagos fronterizos se ven boyas que no pueden librarse por arriba o abajo, por su diámetro de un metro y cobertura de picos que lesionan a quien intente escalarlas.

Las lámparas de mano de agentes fronterizos se reemplazaron con reflectores de estadio, sensores de temperatura y cámaras de vigilancia. Patrullajes las 24 horas y muros impenetrables protegen ahora a los Estados Unidos, pero los migrantes no se detienen.

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Sobre el número de indocumentados que intentaron atravesar la vigilada frontera, el medio español Expansión contabilizó, en 1990, más de cuatro millones de migrantes ilegales –exclusivamente mexicanos–, aunque no se sabe si todos franquearon el bloqueo.

La misma fuente sostiene que entre 2005 y 2010, justo cuando el muro fronterizo tuvo un intenso periodo de ampliación y fortalecimiento, más de 12 millones de mexicanos trataron de cruzar la división norte. El número decreció para 2020, con 10 millones de indocumentados nacionales.

El Portal de Datos sobre Migración aseguró que en 2019 hubo más de 900 mil detenciones en la frontera con Estados Unidos, índice que disminuyó en 2020 –por la pandemia de COVID-19– a 500 mil detenciones.

A pesar del creciente número de capturados, de las medidas cada vez más extremas en la vigilancia fronteriza y de los constantes discursos antiinmigrantes, la población indocumentada dentro de la Unión Americana ya llegó a los 50 millones de personas, índice que aumenta día con día.

Un vehículo de la Patrulla Fronteriza vigila el límite entre Campo, California y Tijuana. En 1993, el presupuesto anual de esta organización apenas ascendió a 300 mil dólares; en la actualidad dispone de más de 15 mil millones. Foto: Joshua Gates Weisberg/EFE.
Un vehículo de la Patrulla Fronteriza vigila el límite entre Campo, California y Tijuana. En 1993, el presupuesto anual de esta organización apenas ascendió a 300 mil dólares; en la actualidad dispone de más de 15 mil millones. Foto: Joshua Gates Weisberg/EFE.


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