El debate público mexicano es, desde hace ya demasiados años, de una brutal simplicidad. La llegada al poder ejecutivo federal de un partido de corte populista no ha hecho sino acelerar la tendencia y banalizar cualquier intento de entender de manera seria la complejidad por la que atraviesa el país.

Probablemente el mismo efecto simplificador se manifiesta en la determinación de los procesos para elegir candidatos: todo parece resumirse en seleccionar un nombre, como si el proceso electoral del 2024 fuera a ser unipersonal. Nadie, o casi nadie, habla de la elección del Congreso, de las candidaturas a nivel estatal y por supuesto de los perfiles que se requieren a nivel municipal.

Si queremos políticas públicas sustantivas, necesitamos integrar buenos equipos de trabajo. No debemos seguir confiando en que la histórica figura de un “tlatoani” va a poder sacar al país de la inmensa problemática en la que está inmerso. En temas de política, la ingenuidad se paga muy cara, como lo hemos comprobado en las últimas décadas en México.

Ya que nuestros políticos no alcanzan a ver más allá de sus pequeñas narices y de sus mezquinos intereses, debemos ser los ciudadanos los que presionemos para elevar el nivel del debate nacional. Que los partidos vayan definiendo las listas de sus candidatos a legisladores, que se observen con claridad los perfiles para integrar gabinetes, que sepamos cómo se van a definir las candidaturas estatales y municipales.

Y sobre todo, dejemos de hablar solamente de la figura presidencial, actualmente tan devaluada y carente de cualquier eficacia gubernativa. Si comparamos las menciones que obtiene el Presidente de la República en los medios y en las redes sociales, con los magros resultados de su gobierno, no hay correspondencia posible. Es entendible que el Presidente haya sido un gran entretenedor a través de sus shows matutinos (aderezados a veces incluso con canciones), pero lo es menos que tantas y tantas personas se hagan eco de una figura que ha aportado poco o nada a la calidad de vida de los mexicanos.

Ojalá en los meses venideros seamos entre todos capaces de ver más allá de una mera competencia de nombres y de discursos unipersonales, para avanzar hacia la definición del modelo de país que necesitamos. Da un poco de esperanza que en el equipo del Frente Amplio se haya integrado una figura como la de José Ángel Gurría, cuya larga experiencia política y sus contactos entre los países de la OCDE lo hacen la persona más preparada para el diseño de un programa modernizador de gobierno. Si alguien puede entender y ser capaz de poner por escrito el modelo de lo que el país requiere, ese es Gurría sin duda alguna.

Precisamente de los temas favoritos de la OCDE es de lo que tenemos que hablar en México a diario: mejoramiento del modelo de fiscalidad, responsabilidad medioambiental, ampliación del acceso a la justicia, educación de calidad e incluyente, un sistema de seguridad social verdaderamente universal, desarrollo acelerado de infraestructuras, elevación de la competitividad internacional, una diplomacia que nos devuelva el respeto y el prestigio internacional que tanto se ha perdido en estos años, combate efectivo a la delincuencia, empleos mejor pagados, y un largo etcétera.

El país no puede darse el lujo de otro sexenio perdido. El actual gobierno tuvo la mala suerte de tener que enfrentar una pandemia histórica, pero lo hizo desde la improvisación y la política clientelar. El gabinete federal ha sido, por mucho, el más mediocre que la historia reciente (lo cual ya es mucho decir) y las figuras que lo han integrado -salvo alguna excepción notable- dan más pena que risa (aunque hay algunos que también dan risa, desde luego).

Necesitamos una renovación de la clase política, un impulso acelerado para retomar el paso del crecimiento económico, nos urge dejar atrás el discurso que divide a los mexicanos entre buenos y malos, entre honestos y corruptos. Todos somos ciudadanos, iguales ante la ley y con idénticas responsabilidades cívicas.

Veremos una intensa competencia electoral en los meses por venir. No olvidemos que de lo que se trata es de elegir no solamente a una persona, sino a un proyecto de país. Lo que de verdad importa es mejorar nuestra sociedad; y para lograrlo, ninguna persona (por iluminada y bienintencionada que sea), lo puede realizar sola. México nos necesita a todos.

Abogado constitucionalista.

@MiguelCarbonell

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