El primer domingo de junio se van a renovar miles de cargos públicos electos, tanto a nivel federal (500 diputaciones federales), como en las entidades federativas . Están en juego gubernaturas, congresos locales, presidencias municipales, cabildos y las alcaldías en la Ciudad de México.

Es el primer proceso electoral importante desde la pasada elección de 2018, cuando el partido Morena logró obtener la Presidencia, de modo que será también (al menos en parte) una evaluación muy clara de lo que los ciudadanos piensan sobre el desempeño del gobierno federal y el rumbo que le está dando al país.

Pero la evaluación de los gobiernos de Morena no se va a dar en el vacío, sino que requiere de los partidos de oposición claridad respecto a la alternativa que pueden suponer. Para ello, un primer factor que servirá para inclinar las preferencias ciudadanas, es la designación de candidatos que en efecto permitan suponer que lo harán mejor que los que actualmente ocupan esos cargos públicos.

Muchos de nosotros pensamos que el tema de que se trate de personas honestas, como lo postuló el entonces candidato AMLO durante la campaña de 2018, es importante. Pero no puede ser el único criterio para seleccionar a los candidatos. La experiencia nos indica que mucha honestidad, pero escasa capacidad, da como resultado un gobierno carente de logros, que ocupa la mayor parte de su tiempo en hablar y hablar y hablar, pero no es capaz de materializar políticas públicas sustantivas.

Por tanto, junto a la honestidad necesitamos también personas que sean capaces y que tengan propuestas para atender las apremiantes necesidades del país. Y vaya que tenemos áreas cruciales con altísimas necesidades de mejora. Por ejemplo, se requiere en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión que lleguen personas preparadas para dar la batalla por el modelo de desarrollo del sector energético nacional, que está en una situación de penuria histórica, que puede poner en peligro el futuro del país.

Se necesitan también especialistas en temas de seguridad pública, pues pese a las promesas oficiales y a los famosos “otros datos”, lo cierto es que la incidencia delictiva apenas se ha modificado respecto a la desastrosa situación con la que terminó la anterior administración federal. ¿Se pueden poner en marcha nuevas políticas públicas para el combate a la delincuencia organizada y a la delincuencia común que cada año afecta a millones de mexicanos? Desde luego que sí, pero hay que tener conocimiento del tema y la capacidad de materializar en hechos las propuestas. En esa tarea tienen un papel esencial los gobiernos municipales y estatales, dado que —según datos del Inegi— el 92% de todos los delitos cometidos en México son competencia de esos niveles de gobierno y solamente el 6% son competencia del gobierno federal (el restante 2% corresponde al sistema de justicia penal para adolescentes).

También me parece importante que las candidaturas incluyan personas que tengan conocimientos suficientes sobre el medio ambiente. El desastre ambiental que existe en el país nos sitúa en la inminencia de una crisis de la que será imposible salir adelante. La deforestación y el impacto de las actividades humanas en la biodiversidad se han documentado extensamente, sin que desde los gobiernos federal y locales haya habido una respuesta contundente para proteger al ecosistema en el que todos vivimos. De nuevo: necesitamos expertos en medio ambiente que ayuden en una tarea que es urgente e indispensable a la vez, para proteger nuestra única y verdadera casa común.

Finalmente, también se requiere que lleguen a muchos de esos cargos públicos, buenos abogados. La redacción de las leyes no debe dejarse en manos de personas que seguramente son muy buenos cantantes, actores o personajes populares, pero que no tienen idea del tipo de trabajo que se hace en un parlamento moderno. Redactar buenas leyes, orientadas a la garantía efectiva de los valores comunes que tenemos como mexicanos, no es una tarea sencilla y no creo que deba ser tomada a la ligera. El conocimiento de los especialistas es indispensable en este ámbito, si queremos que se hagan reformas bien pensadas y bien escritas (a diferencia de varias de las reformas recientes, que adolecen en muchos casos de una muy deficiente técnica legislativa).

Esperemos que, con la responsabilidad histórica que les corresponde, los partidos políticos nos permitan acudir a las urnas para elegir a los mejores, no a sus cómplices o a los que carecen de ideas y propuestas para sacar adelante al país.

Investigador del IIJ-UNAM.
@MiguelCarbonell

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