Más allá de lo impactante, y confuso a la vez, que todo lo relacionado con el metaverso causa, esto conlleva la necesidad inmediata de trabajar, tanto a nivel macro, micro y hasta personal, en estrategias para sortearlo y sacar el mejor provecho de esta nueva realidad.

Por fortuna, cada día de avances tecnológicos que pasa confirma la importancia y necesaria primicia de la propiedad intelectual (PI) en las agendas públicas y privadas, al resultar vital idear y poner en marcha planes para su protección, respeto, defensa y explotación, tanto en el mundo físico, como en el metaverso. Sobre el particular, son tres las ramas que llevan la delantera: videojuegos, arte y moda.

En esta columna (8 de noviembre 2021) platicamos sobre la interacción entre los videojuegos y el gusto de los “gamers” para que sus “skins”, es decir, la apariencia física de sus personajes/avatares, incluyan ropa y calzado de marcas famosas. Así, empresas no sólo han solicitado registros para amparar productos virtuales para atender la creciente demanda, sino que trabajan en conjunto con titulares de videojuegos, tal y como sucede con Fortnite y Balenciaga.

Para que se tenga una idea del tamaño y avance del mercado que nos ocupa, si bien hemos sido testigos de cierres de tiendas físicas (desde antes de la pandemia) y, por consiguiente, una desocupación de locales comerciales, la demanda de locales virtuales –sobre todo aquellos que están en los equivalentes a avenidas o calles de lujo– es tal, que los precios por éstos han experimentado un 400% de aumento de valor en los últimos dos años.

Al igual que la moda, el criptoarte ha tenido un boom en el metaverso. El costo de las obras digitales es considerable, y más alto aun cuando se trata de segundas y posteriores ventas. Incluso, ha habido, y han sido noticia, subastas en las cuales las obras de arte digitales han alcanzado precios estratosféricos.

No todo ha sido miel sobre hojuelas, pues más temprano que tarde, han empezado a presentarse demandas por violaciones de marcas y diseños. Una de las primeras, y que seguramente será referente, es la interpuesta ante una corte federal de Estados Unidos por Hermès contra Mason Rothschild en torno a la marca de su famosa bolsa Birkin.

En diciembre de 2021, y en el marco de Art Basel Miami, el criptoartista californiano anunció su creación artística MetaBirkins compuesta por 100 obras digitales consistentes en imágenes inspiradas en los bolsos Birkin, pero cubiertos de peluches en colores vivos y algunos acompañados de imágenes. Estos bienes no fungibles (NFTs) comenzaron a venderse en 200 ethereums (aproximadamente 790 dólares), alcanzando uno de ellos en segunda venta un valor de 47 mil dólares.

Si bien el artista reconoce, al igual que Andy Warhool lo hizo años atrás respecto a Campbell’s, que su obra está inspirada en la bolsa icónica de Hermès y que ello no representa violación alguna, a diferencia del entonces director de la empresa de sopas que envió a Andy varias de tomate, la empresa francesa demandó a Rothschild. La violación imputada no es por las bolsas en sí, ni por el arte sobre ellas, sino por el uso de la marca MetaBirkins, que, a decir de los franceses, resulta ser semejante en grado de confusión a la marca Birkin.

Sin duda, la resolución del presente caso será un referente para dilucidar el alcance de las marcas en el metaverso. No obstante, y en el inter, el número de solicitudes para registrar marcas que amparan productos y servicios en el metaverso se ha incrementado. Sigamos este ejemplo; no hay nada que perder, y mucho por adelantar y ganar.

Consultor especialista en protección de innovación y propiedad intelectual, socio en Pérez Correa González Asociados
Twitter: @MA_Margain

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