Al igual que cualquier aspecto del quehacer nacional, el sistema de propiedad intelectual no es ajeno al proceso electoral que los mexicanos vivimos ayer. Es seguro que nuestros futuros diputados federales legislarán en temas que directa o indirectamente incidan y fortalezcan la materia.

Espero y recomiendo que los futuros gobernadores incluyan en sus planes estatales de desarrollo, la protección de la innovación y creatividad como motor de competitividad, desarrollo y crecimiento económico. Las nuevas legislaturas locales deberán hacer todo lo que les competa para que las respectivas políticas públicas produzcan los efectos deseados.

Los nuevos ayuntamientos pueden coadyuvar a la observancia de marcas y derechos de autor, a través de sus bandos y reglamentos municipales, obligando, por ejemplo, a que lo que se venda en sus mercados sea mercancía lícita –no robada, no contrabandeada y no pirata– so pena de perder la licencia respectiva.

Pero mas allá del más grande proceso electoral en la historia, el sistema de propiedad intelectual se enfrenta a elecciones particulares –no por las urnas– importantes y trascendentes: La designación de aquellos que deberán dirigir los institutos especializados en la materia.

Ante los aires de cambio que soplan en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), la indicación de la persona que deberá ocupar la dirección general por parte del Ejecutivo Federal es crucial. Lo mismo aplica para el Instituto Nacional de Derechos de Autor (Indautor), tras el sensible fallecimiento de quien fuese su director.

La designación deberá ser analizada detenidamente por tratarse de las instituciones protectoras y guardianas de los activos más valiosos de la sociedad y economía del conocimiento.

El IMPI, además de ser la autoridad encargada de tramitar y otorgar patentes y registros de modelos de utilidad, diseños industriales, marcas, avisos comerciales, y ser con ello el registro público de la propiedad más valiosa del país, se ubica dentro de las 15 oficinas más importantes de propiedad industrial del mundo; la referente y más eficiente de América Latina y la más grande del mundo hispanoparlante. Además, el IMPI es el guardián y administrador de las denominaciones de origen e indicaciones geográficas mexicanas.

Desde cualquier punto de vista que se le quiera mirar, este organismo descentralizado es sano, eficiente y efectivo. A lo largo de sus 27 años y de diferentes administraciones federales, gracias a la continuidad de programas que el mismo sistema de propiedad intelectual requiere y demanda, el IMPI ha reportado números positivos año tras año. El Covid-19 no interrumpió el avance; el instituto suspendió actividades lo estrictamente necesario, y desde el fin de la primera “oleada”, ha venido trabajando muy por encima de lo esperado en tiempo de pandemia. Gran ayuda ha sido el impulso de los servicios digitales desde tiempo atrás y el fortalecimiento de éstos en los últimos cinco años.

El IMPI, al igual que el Indautor, además de ser necesario para cumplir los altos estándares de propiedad intelectual del T-MEC y otros tratados, ha sido formador de profesionistas altamente especializados en la materia, en administración pública y en organismos internacionales especializados.

Si bien pudiese pensarse que la elección es complicada, la verdad es que no lo es. Al tratarse de organismos muy especializados que han formado especialistas altamente capacitados, la designación se facilita: Las personas idóneas para dirigirlos están dentro de sus propias filas.

Twitter: @MA_Margain

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